Hebreos 1:1-2

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quién constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.











19 de julio de 2012

Señor… ¿Por qué les suceden situaciones adversas a los que se allegan a la Iglesia?,..... Eso me atemoriza.

Pablo era un hombre exitoso, tenía muy buena posición, tanto social como económica dentro de la sociedad en que vivía; sus amigos y familiares estaban dentro de la clase privilegiada judía, aquella que gozaba no solo de un buen nivel económico, sino también de buenas influencias dentro del pueblo judío y también dentro del gobierno romano. En el campo religioso él era un hombre destacado, que estaba haciendo aquello que creía de todo corazón, aquello que le habían enseñado sus padres y maestros; y por la forma en que pensaba y actuaba, cumplía fielmente con sus obligaciones frente a Dios. Eso, en algunos casos significaba defender lo que creía de una manera muy directa, firme y en completa consonancia con la clase dirigencial de su religión. Cuando las cosas se pusieron un tanto ácidas, por la aparición de nuevos liderazgos y la predicación de nuevas corrientes de pensamiento con respecto a Dios, su iglesia o su sector, decidió defender su posición aún con la amenaza, la persecución y muerte de algunos que estaban enredando la cuestión. Pablo estaba allí luchando también contra eso, persiguiendo gente desviada, entregándola para ser echada en la cárcel, porque creía que esa era su obligación. Pero un día, camino de Damasco y con motivo de perseguir a los que consideraba desviados de la verdadera doctrina, Pablo se encontró con Jesús, y aunque solo escucho su voz y vio una potente luz, debemos decir que la voz fue perfectamente audible, pues la escucharon también algunos que viajaban con él, y por medio de esa voz, Jesús hizo contacto con él; (Hechos 9:1-19, 22:6-16, 26:12-18) y desde ese momento Pablo supo con certeza que lo que estaba haciendo estaba completamente errado. Decidió cambiarse de iglesia, desde ahora pertenecería a la iglesia de ‘El camino’ a la cual también pertenecían los desviados que había estado persiguiendo. Y, como dice y piensa nuestro amigo que nos envió esta pregunta, el hombre de la historia o sea Pablo de Tarso, empezó a tener múltiples problemas; su familia, por supuesto lo rechazó de plano, se avergonzaban de él; sus amigos ahora eran sus enemigos, pues como las cosas se habían puesto tan calientes, y las diferencias se estaban transando a golpes, apedreamientos, y cárcel, él al pertenecer al bando opuesto, tuvo que sufrir las consecuencias de su decisión. Para qué podríamos hablar de su situación económica, él tuvo que dejar todos sus negocios, y ahora solo huía. Muchas veces estuvo en la cárcel, otras tantas veces, en peligros de muerte, cinco veces fue azotado por los judíos con el máximo nivel de crueldad, esto es, con cuarenta azotes menos uno; tres veces fue azotado con varas, otra clase de castigo muy doloroso y cruel; una vez ha sido apedreado, salvándose de la muerte solo por milagro; tres veces ha padecido naufragio; ha estado muchas veces huyendo por caminos desconocidos e inseguros, en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de su nación, peligros de los gentiles, quienes también lo perseguían y atacaban, ha estado en peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; ha tenido que vivir en trabajo duro y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez. (2Co 11:24-27) Pablo, después de decidir seguir a Jesús, no solo sufría por lo que le hacían a él, sino también por lo que sufrían los demás perseguidos, pues su manera de ser y de pensar habían cambiado, sus sentimientos ahora eran diferentes, y estaba como obligado a sufrir dolor y tristeza por las cosas que sufrían sus hermanos en la fe; Pablo ya no podía defenderse con golpes como antes, ahora sentía que la ley del ‘Ojo por ojo, diente por diente’ ya no era para él, ahora él había entendido que debía perdonar a sus enemigos y debía orar por ellos.
Realmente, si lo vemos por ese lado, y quizá es lo que hace el amigo que nos ha hecho esta pregunta, podríamos preguntarnos: ¿valía la pena que Pablo se cambiara de religión?, o ¿de qué le sirvió a Pablo seguir la religión de Cristo? Nuestro amigo no está muy equivocado al pensar que a los que se allegan a la iglesia de Cristo, le empiezan a suceder situaciones adversas; aunque, en nuestro tiempo, no son cosas tan críticas como las que sufrió Pablo, pero sí, de todas maneras hay un desacomodo en cada vida cotidiana que se entrega al camino del Señor. Sin embargo debemos aclarar que esta no es una regla, o sea no es que seguir a Cristo sea sinónimo de sufrimiento, porque también es posible que la gente cambie su situación para el ‘estar mejor’, para el recuperar su salud, para el tener una mejor convivencia familiar, y muchas cosas como esas. Lo que podríamos decir que sucede, y esto con cierta lógica, es que la gente que está bien es este mundo, materialmente hablando, puede llegar a sentir incomodidad o quizá llegue a experimentar sufrimiento; pero aquellos que están en la miseria y el sufrimiento, podrían experimentar todo lo contrario al acercarse a Cristo. En la Biblia, Pablo no es el único que tiene un vuelco hacia el sufrimiento, y son muy pocos los casos en que, a los que siguen a Cristo les comienza a ir muy bien. Casi todos los que han decidido seguir a Cristo tuvieron que tener un vuelco hacia la incomodidad y el sufrimiento; ellos, y por la situación que se dio en ese tiempo, forzosamente tuvieron que pasar por penas y dificultades, estrecheces y persecuciones y porque no decirlo, hasta llegar a perder la vida por esta causa; pero si hasta el mismo Cristo, nuestro Señor, del cual usted puede revisar su vida muy ampliamente en los evangelios, todo lo que le sucedió fue adverso, a tal grado que tuvo que morir enfrentando las dificultades y contradicciones.
Hoy en día, hay mucha predicación que nos entrega un mensaje que dice todo lo contrario, mucha gente presenta el mensaje de Cristo como sinónimo de bienestar, de prosperidad, de convivencia armónica, etc.; en definitiva, es un mensaje animador, algo que invita a entrar en la religión de Cristo pensando en esa idea; pero la gente que decide seguir este camino, en la mayoría de los casos se encuentra con que eso que decía el mensaje, no está precisamente en la iglesia, y aunque lo busca y trata de convencerse que algo de eso hay, muchos acaban fuera de la iglesia y completamente decepcionados, y algunos hasta se sienten engañados, sirviendo estos de testimonio de que lo que se predica en las iglesias evangélicas, no es cierto. Podríamos decir que esa es una de las primeras barreras que impide a la iglesia de hoy, crecer como creció en los días de Pablo, porque la gente en los días de Pablo, no se unió a la iglesia, por el interés de estar mejor, si no casi consciente de que le iría peor, materialmente hablando; pero lo que les interesaba era estar con Cristo, sentir su presencia, transitar por el camino de la verdad, estar en la verdadera religión, aquella que ofrece la vida eterna.
Desde el punto de vista humano, diríamos que está garantizado que aquél que decide seguir a Cristo, tendrá que sufrir y padecer, y no es porque así piense yo, sino que, Cristo mismo lo advirtió con estas palabras: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn 16:33); y este es uno de los versículos más suaves que nos hablan de la adversidad que le espera al verdadero cristiano, pero Jesús fue muy sincero cuando nos dijo eso, porque eso es lo que podemos ver que le ha pasado a mucha gente que se menciona en la Biblia, y ¿Por qué nosotros tendríamos que tener un destino diferente? Acaso, ¿no serían para nosotros también esas palabras?
Ahora bien, todo esto que hemos venido comentando y como ya lo hemos dicho, es el punto de vista netamente humano, o sea a nosotros como seres humanos y terrenales, no nos parece muy atrayente seguir a Cristo, porque no nos gusta ir de mal en peor, nadie quiere así por así someterse voluntariamente a una situación conflictiva; pero debemos pensar que hay otro punto de vista desde el cual también podemos ver las cosas, y este es el punto de vista de Dios. Y, desde el punto de vista de Dios, las cosas físicas o las situaciones no cambian, esto quiere decir que el sufrimiento, la estrechez económica, la enfermedad o cualquier otro sufrimiento, seguramente van a continuar ahí; pero la percepción y la motivación que recibimos al seguir a Cristo no es la misma. Voy a explicarlo: Desde el punto de vista de Dios, el hombre que verdaderamente decide seguir a Cristo, lo hace por varias razones, a saber: Primero, porque comprende que la vida que tenemos en este mundo, no es la única opción; si no que, Jesús nos mostró el verdadero y real camino, y ese camino es: vida en este mundo para encontrar a Dios, luego la muerte en Cristo, y la resurrección para vida eterna. Entonces, cuando el hombre entiende que tiene esa opción, las cosas que pasan aquí en este mundo, pierden mucho de su relevancia, haciendo que a cada ser humano que decide seguir a Cristo, le empiece a interesar otro objetivo mayor como es el de alcanzar la vida eterna; porque al mismo tiempo que entiende eso, entiende otra de las razones por las que vale la pena seguir a Cristo, entiende que no seguir a Cristo, encierra realmente un grave peligro, como es el de ir a parar a un lugar terrible de castigo; la biblia dice al respecto: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Jn 3:36) Desde el punto de vista de Dios, cuando se decide seguir a Cristo, no lo hacemos por el mero interés de estar mejor en este mundo, sino con la idea de alcanzar esa promesa de eternidad junto a él, más no debemos ver que el castigo de Dios, es como un medio por el cual el hombre está casi obligado a seguir a Cristo, porque si hay algo de lo cual el hombre es completamente libre es justamente de su elección, el hombre puede elegir amar a Dios o puede elegir lo contrario, sin embargo Dios si se ha preocupado de entregarle este panorama del futuro a cada hombre, o sea el hombre si elige estar contra Dios, lo elige libremente pero también consciente de lo que le sucederá más allá de esta vida; porque aquí hay otra razón de la cual nos olvidamos fácilmente y es el hecho de que hemos sido hechos a la imagen de Dios, lo que significa en uno de sus aspectos, que somos eternos; y aquí llegamos a descubrir y preguntarnos ¿Dónde pasaremos esa eternidad? Es evidente que el hombre en cierta manera ya tiene una vida eterna, pero donde pasará esa eternidad, esa debiera ser la pregunta que debería hacerse todo ser humano, y una de las opciones que tiene es pasar junto a su Dios gozando de felicidad, pero también se podría elegir voluntariamente pasar esa eternidad en un lugar de castigo eterno.
Ahora deseo que pensemos en otra razón importante que nos lleva a elegir el camino de Cristo, y que tiene que ver con estos dos puntos de vista, el terrenal y el celestial o sea el estar bien o estar mal en este mundo: ¿Cómo, podríamos demostrarle verdadera fidelidad a Dios? Veamos una ilustración: Si un hombre vive en riqueza, juventud y salud, lo más probable es que muchas mujeres le digan y hagan muchas cosas para demostrar que le aman y que desean vivir junto a él, pero si esa persona, pierde todo lo que tenía, incluso su salud, y aún así alguna mujer continúa a su lado, para ayudarle y acompañarle, ella sí demostrará que verdaderamente le ama ¿verdad? Así es como nos sucede a nosotros, no podríamos demostrar a Dios, que le amamos en las buenas y en las malas, si de ninguna manera queremos estar en las malas junto a él; por lo tanto para el hombre que decide seguir a Cristo, las dificultades, dejan de ser una carga y un dolor, y quizá hasta haya alguien incluso que comience a considerar aquello como una bendición, de lo contrario, ¿cómo podríamos entender estos versículos? “gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración” (Rom 12:12); “Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos” (Heb 10:34); “Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo” (1 Tes 1:6).
Desde el punto de vista de Dios, podemos ver claramente que todas las cosas que suceden en este mundo, pasan a ser positivas; bueno como humanos ya sabemos que cosas son buenas, así que éstas pueden seguir siéndolo; pero aquellas que sabemos que son malas, pueden convertirse en buenas y las llegaremos a vivir con paz y alegría. Por ejemplo si alguien se enferma, podría llegar a experimentar el poder de Dios en la sanidad, y eso le hará sentirse mucho más seguro de su fe, porque si nunca se enferma, no tendría ninguna posibilidad de experimentar esa bendición ¿verdad? Ahora si esa persona no sana, es probable que en ese estado, y con su fe firme, pueda convertir a algunos de sus familiares o amigos, porque ellos al comprobar su fe, su paz y tranquilidad, aún en los días cercanos a la muerte, quizá lleguen a convencerse de cuán bueno es seguir a Cristo, porque nadie puede conseguir paz en medio de la tribulación, si no es junto a Cristo Jesús. Y por último si esa persona se llegara a morir, él morirá muy tranquilo, sabiendo que nada malo le espera, mas al contrario le espera una vida maravillosa junto a su Dios, ¿Cuál podría ser el motivo de su tristeza? ¿Quién podrá quitarle su gozo? La Biblia nos enseña esto así: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual —dice Pablo— estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom 8:35-39)
Cuando se ven las cosas desde el punto de vista de Dios, en muchos casos, por no decir en todos, se ve que el estar bien en este mundo, el tener bienes materiales, buena salud, y muchas cosas que nosotros consideramos buenas, ellas pueden llegar a ser un peligro para el ser humano. Y, ¿Cuál es la razón para decir eso? Pareciera que esa respuesta debemos sacarla mirando a nuestro alrededor, pues la gente que tiene riquezas y felicidad en este mundo, vemos como deja de interesarle el mundo venidero, por lo que se le hace muy difícil seguir a Cristo, pero si el hombre sufre y llora en este mundo, casi podríamos decir que tiene asegurado que descubrirá a su Dios y le seguirá con alegría. Esta no es una estrategia de Dios para hacer que el hombre le busque, sino que es una muestra de cuán malos y absurdos somos nosotros los seres humanos. Jesús graficó esto en algunas de sus enseñanzas: “… pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!” (Mar 10:24) “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mt 6:19-21) “Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (mar 4:18-19)
Entonces vamos a concluir este pequeño artículo, diciendo que el estar bien o tener bienes o ausencia de sufrimiento en este mundo, podría ser una especie de trampa para el hombre por medio de la cual, nunca podríamos encontrar a Dios; pero Dios no nos ha puesto como condición el ser sufrientes o pobres para poder aceptarnos, sino que esa es una condición netamente humana. Sin embargo deseo dejar bien en claro que el no buscar a Dios, el no encontrarlo y el no seguirlo, es una garantía de que iremos a parar a un lugar de castigo eterno, el cual la biblia le llama ‘el infierno’ Puede ser que el seguir o no seguir a Dios en este mundo, parezca algo trivial y sin importancia; pero debemos estar conscientes de que traerá grandes consecuencias en el mundo venidero. Y, para aquellos que no han probado del amor de Dios, quiero decir que el seguir a Cristo trae las más grandes bendiciones que el hombre pudiera encontrar, porque eso de vivir en paz y tranquilidad, aún en los días de tribulación, eso de enfrentar la muerte casi con una cierta alegría, no se puede conseguir en ninguna parte, no hay dinero que eso lo pueda comprar, solo lo hace la fe de aquellos que están seguros de su destino en la eternidad. Pero después de tenerlo todo en este mundo, y llegar a la muerte en medio de la desesperación e incertidumbre, creo que es una de las cosas más terribles a las que el hombre se somete voluntariamente.
Le quiero decir a mi amigo, al que me envió esta pregunta, que no está muy equivocado en su apreciación de lo que le pasa a las personas cuando deciden seguir a Cristo, pero quiero aclararle que eso no es el deseo de Dios ni es una especie de castigo para aceptarlo como hijo, aunque bien podríamos merecerlo; sino que esa sensación que tenemos de castigo y sufrimiento, es fruto de nuestro apego al mundo, a lo terrenal, nosotros estamos tan acostumbrados a valorar todo en relación a lo que pasa aquí en la tierra, que nos parece muy difícil y doloroso aceptar el perder o retroceder en muchos aspectos, hasta llegar a aceptar que muchas de esas cosas que amamos tanto no las necesitamos, y que alguna perdida o sufrimiento nos pueden traer acaso un bien, como es el de reforzar la fe en Cristo; la cual no es fácil encontrar y cultivar. Por lo tanto el desacomodarnos en este mundo es casi la única manera de encontrar el camino de la fe en Cristo Jesús, por lo que más valioso es, que nos desacomodemos ¡YA!, y ahora, a que pensemos hacerlo en el futuro, pues puede suceder que eso nunca lo hagamos. Reciban ustedes muy ricas bendiciones de parte de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Amén.

Espera en Él


ESCRITURA
Isaías 1:2 “Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí”
APLICACIÓN
Leí un proverbio danés que decía: “Dele a un cerdo cuando gruñe y a un niño cuando llora, y tendrá un cerdo bueno y un niño malcriado” Es seguro que los que usaron este proverbio, comprobaron que así es la conducta humana; y creo que esto, también se puede aplicar a nuestra relación con Dios. La mayoría de nosotros desea que Dios nos concediera aquello que nosotros deseamos, y… que fuera ¡Ya! Ni siquiera nos detenemos a pensar en que si eso que deseamos, es realmente necesario, y aunque fuese necesario, no pensamos en que si aquello ¿mejoría nuestra relación con él? Son muchas las veces que Dios no nos concede lo que deseamos, solo por que no desea malcriarnos, no desea que seamos más egoístas y rebeldes, ni desea que estemos más entretenidos e indiferentes a él. Muchas veces, cuando tenemos nuestras más urgentes necesidades, es cuando pasamos nuestros mejores momentos de comunión con nuestro amoroso Dios.
ACCIÓN
El Salmo 37:7 dice: “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, ni por el hombre que hace maldades” Haga de este versículo, el lema de su vida a partir de hoy. Amén.