Hebreos 1:1-2

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quién constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.











8 de diciembre de 2011

¿Hay algún peligro en creer en el rapto pretribulacional?

Continuación....
Mateo 24 El capítulo 24 del libro de San Mateo, es también objeto de discusión, especialmente por el versículo 13, que dice: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”; aquí los postribulacionistas dicen: ¿entendieron? Dice claramente que el que persevere hasta el fin será salvo, y ese fin, es el fin de la tribulación, por lo tanto la iglesia debe estar aquí en la tierra hasta ese día. Trae consecuencias parecidas, el párrafo que está entre los versículos 29 al 31 que rezan: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” Ellos dicen: Aquí dice claramente que el día que Jesús regrese a la tierra y que será después de la tribulación, recién enviará a sus ángeles a juntar a sus escogidos por todo el mundo, entonces ¿Cómo es que la iglesia será arrebatada antes de la tribulación? Analicemos este asunto: A partir del versículo 5 hasta el 13 (por favor revise su Biblia), el Señor Jesús relata todo el periodo de la tribulación, y lo hace de manera resumida por lo que es difícil percibir los eventos de manera particular, pero hasta el versículo 8 probablemente esté hablando de la primera mitad de ese periodo. Desde el versículo 9 hasta el 13 parece tocar exclusivamente la segunda mitad de la tribulación. El versículo 13 que habla de los que perseveren hasta el fin serán salvos, no es una referencia taxativa del fin del periodo de la tribulación, sino más bien es una referencia a que cada cristiano debe ser fiel y perseverante hasta el fin de sus días, pudiendo aplicarse este concepto, incluso a aquellos que han muerto antes del arrebatamiento o antes de la tribulación. Todo el que persevere hasta el fin de sus días, será salvo; por supuesto que hay que incluir a aquellos que perseveren hasta del fin de la tribulación. En el versículo 14, Jesús trata de destacar un evento muy importante del periodo final, y habla de la predicación del evangelio principalmente por los dos testigos, en el segundo periodo de la tribulación, es decir en los últimos tres años y medio; es tan especifico el Señor, al señalarnos el tiempo de predicación del evangelio, que en Apocalipsis dice: “Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio” (Ap 11:3), mil doscientos sesenta días que son tres años y medio. Este versículo, el 14, también termina con la palabra ‘fin’; porque abarca hasta el final de la tribulación. Desde el versículo 15 hasta el 31 el Señor comenta algunos detalles exclusivos de la gran tribulación, vale decir de los últimos tres años y medio de ese periodo, y parte citando a Daniel, quien dijo: “Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador” (Dn 9:27) Daniel en este versículo menta toda la tribulación, por eso dice ‘y por otra semana’; usted debe saber que se trata de una semana de años, y por lo tanto son siete años, pero a la mitad de la semana, o sea hacia los tres años y medio, el Anticristo, a quien Daniel llama el desolador, hará cesar el sacrificio y la ofrenda, rito judío que se reanudará en Jerusalén seguramente en los primeros meses de esa semana de años; a ese hecho le llama Daniel, confirmar el pacto con muchos, refiriéndose principalmente a los judíos que harán un pacto con el Anticristo para reanudar los ritos en el templo de acuerdo a la ley de Moisés; pacto que será visto seguramente como un gran avance del pueblo judío, pues lo más probable es que ellos en ese momento no se den cuenta que están frente al hijo de perdición. La muchedumbre de las abominaciones que menciona Daniel incluye lo que dijo Jesús en el verso 15, ‘la abominación desoladora’; o el intento del desolador o Anticristo de invadir Israel, la guerra de Armagedón y hasta el final cuando todo el poder de Jesús se derrame contra el desolador o Anticristo. Jesús parte en el versículo 15 entonces y relata la gran tribulación, relato que concluye en los versículos 30 y 31 que dicen: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” Aparece Jesús, viniendo en las nubes, y en esa venida, todo ojo le verá (Ap 1:7) tal como lo dicen las escrituras. Esa será la segunda venida de Jesús a la tierra. Y juntará a sus escogidos de todas partes del planeta, porque muchos de los creyentes que les ha tocado vivir en la tribulación, especialmente judíos, estarán vivos. Ellos han sido perseguidos, y martirizados por el Anticristo, pero en el tiempo de su venida estarán vivos, y no habrán ascendido a los cielos, ellos no pertenecieron a la iglesia, porque no se arrepintieron en el periodo de la iglesia, pero llegarán a ser salvos porque creyeron en Jesús y le entregaron su corazón durante el periodo de la tribulación; a ellos Jesús los juntara usando sus ángeles. Recordemos que 144.000 judíos, fueron sellados para Dios en el capítulo 11 de Apocalipsis, y esto fue en los primeros tres años y medio del periodo tribulacional, y posiblemente muchos de esos judíos hayan muerto en la gran tribulación a manos de Anticristo, pero muchos de ellos deben estar vivos, y ellos serán reunidos por los ángeles en el día en que Jesús venga. Aquí con toda seguridad se produce la confusión, por que los de la teoría postribulacional, piensan que estos escogidos a quienes el Señor juntara de los cuatro vientos, son la iglesia. El hecho de que el día del regreso de Jesús a la tierra, haya gente creyente viva, no parece ser un privilegio exclusivo de los judíos, seguro que habrá también algunos gentiles, o no judíos, que por la misma razón que estos, se mantendrán fieles hasta el final de esos días. Pero el hecho de que haya creyentes ese día, en ninguna parte de la Biblia deja entrever que serán solo gentiles o creyentes en Cristo convertidos solo por la fe y la gracia, como es la opción de la iglesia; por el contrario, de que esa gente pertenezca al pueblo de Israel, hay muchísimos pasajes que lo afirman de manera categórica. Veamos como muestra algunos de esos pasajes: “¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado. En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre, sino que servirán a Jehová su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré” (Jer 30:7-9) Aquí Dios llama a los judíos sufrientes en los días finales de la tribulación ‘tiempo de angustia para Jacob’ Recuerde que Jacob es otro de los apelativos que se le da al pueblo de Israel, y cuando menciona que quebrara el yugo y las coyundas de Israel, es porque ese día será el final de la opresión para ese pueblo, y luego se le llama rey David, al rey que en este caso es Jesús, quien gobernará el mundo luego de esa batalla final. El profeta Sofonías también escribió: “Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén. Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos; Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal” (Sof 3:14-15) Este pasaje también habla exclusivamente de los israelitas, quienes hayan pasado por la tribulación vivirán esa alegría y regocijo, y nunca más verán el mal. Jesús mismo, en el pasaje que estamos analizando, o sea Mateo 24 dijo: “Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo” (Mt 24:20) Al decir Jesús que su huida no sea en día de reposo, se refiere exclusivamente a los judíos, quienes según la ley no deben realizar trabajos en los días de reposo (Ex 20:8-10) y según el antiguo sanedrín, se había establecido que quien recorra una distancia mayor a mil pasos, sería considerado trabajo y por lo tanto una grave falta al mandamiento de Jehová. Jesús lo dijo para incentivarlos a la oración principalmente, pero también pensando que muchos al no poder huir de sus enemigos por la limitación de recorrer un trecho tan corto, serían presa fácil de sus perseguidores. También hay por supuesto pasajes que mencionan a gente no judía, atravesando la tribulación, o sencillamente dan a entender que serán tanto gentiles como judíos; veamos una pequeña muestra: “Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos” (Zac 14:16) Aquí dice claramente que mucha gente que vendrá a favor o en contra del Anticristo a la llanura de Armagedón, sobrevivirá a esa guerra; es posible que algunos que eran contrarios a Jesús se conviertan a él en esa guerra, y sobrevivan, porque lo que es seguro, es que ningún contrario a Jesús sobrevivirá; pero todos los que logren pasar esa terrible guerra, y que provengan de cualquier nación del mundo, en los años subsiguientes, subirán o irán a Jerusalén a adorar al rey Jesús y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Jesús al también mencionó a todas las naciones del mundo cuando dijo: “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mt 24:31) Dicho en otras palabras, los ángeles juntarán a los escogidos de todos los lugares de la tierra, y esto incluye por supuesto, a gentiles. Pero aún no hemos aclarado la confusión; porque los que discuten que esas personas de todo el mundo, que acabamos de ver pasando por la tribulación y que vivirán con Jesús después de ese periodo, son la iglesia, podrían tener razón y aunque tratáramos de defender nuestra posición diciendo que también habrá judíos entre esas personas, no nos serviría, porque los judíos también pueden pertenecer a la iglesia si se convierten a Cristo; entonces quedaría claro de que la iglesia no tiene arrebatamiento y pasa por la tribulación, tal como ellos lo enseñan. Pero… ¡No, no! La iglesia según la Biblia será arrebatada y no pasará por la tribulación, porque no nos ha puesto Dios para ira, o sea para pasar por el día de su ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo; tal como lo dice en el libro de 1 Tesalonicenses 5:9, y los pasajes que hablan de esto son específicos y ya los hemos comentado. Lo que debemos entender, y en esto hay que tener cuidado; es qué clase de salvación tiene la iglesia, y qué clase de salvación tienen esas personas que pasan por los días de la tribulación. Por ejemplo en la dispensación de la fe, Abraham para ser salvo solo necesito eso, fe; eso implicaba creerle a Dios que Sara tendría un hijo siendo ella ya anciana con más de 90 años, significaba obedecer a Dios y sacrificar a su propio y único hijo, y cosas como esas; porque la Biblia dice que: ‘Abraham creyó a Dios, y eso le significó ser reconocido como justo’ (Gal 3:6, Stgo 2:23, etc.) ; en la era de la ley, se necesitaba cumplir con los ritos establecidos en ésta, y así ser salvos; mas en la dispensación o era de la gracia, la cual es la era de la iglesia, la salvación es así, ‘por gracia’. ¿Qué significa esto? Significa que la era de la fe, la era de la ley y finalmente todas las eras anteriores han venido a cumplir un rol con consecuencias acumulativas en la conversión del hombre de estos días. Porque la fe de Abraham fue muy diferente a la fe que necesitamos nosotros; Abraham no veía absolutamente nada, él solo oyó la voz de Jehová y partió con rumbo desconocido, llegó a Canaán como Dios le dijo, pero la tierra estaba ocupada, anduvo como errante de un lugar a otro buscando donde posar, y finalmente fue hasta Egipto en busca de un poco de pan, como dicen las escrituras, ‘fue un arameo a punto de perecer’ (Dt 26:5), fue uno que cuando Dios le prometió que de él sería la tierra de Canaán, sin poder comprenderlo preguntó ¿en qué conoceré que la he de heredar? (Gn 15:8); pero a pesar de lo incomprensible de las propuestas de Dios para él, Abraham creyó a Dios. Nosotros también necesitamos una fe, pero nosotros tenemos un panorama muy amplio delante de nuestros ojos, nuestra fe esta cimentada en hechos reales, nosotros tenemos cumplidas muchas de las promesas de Dios, incluidas las promesas hechas a Abraham, a David y a otros profetas, y solo necesitamos mirar los hechos, y reaccionar; solo necesitamos mirar a la cruz de Cristo, y creer que lo que viene por delante es una realidad; quiero decir que la fe de nosotros es mucho mas sencilla que la fe de Abraham, porque tiene muchísimos más elementos en qué sustentarse. Así también la era de la ley, cumplió en nosotros su importante rol de hacernos ver que somos pecadores y que sin la gracia de Dios, nos es imposible presentarnos delante de él como justos. Podríamos argumentar a cerca de cada una de las eras pasadas, para ver como ellas han influido en nosotros, pero nos extenderíamos mucho; lo importante es que usted vea que la salvación ha sido un tanto diferente para las personas en las diferentes etapas o dispensaciones. La salvación en la era de la iglesia es por gracia para los que tienen fe en Jesús y se han constituido en un grupo que metafóricamente representa el cuerpo de Cristo y que se llama ‘La Iglesia’. Las escrituras dicen que Cristo es la cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo y él es su Salvador (Ef 5:23) pero, ¿Salvador de qué? Salvador de que su cuerpo pase por la tribulación. Y si nos trasladamos a los días de la tribulación, veremos que la gente de esos días, sabrá muy bien los hechos del arrebatamiento de la iglesia, seguramente estará consciente de que perdió su gran oportunidad de ser salva por gracia, conocerá en persona al Anticristo, vivirá en carne propia la difícil situación alimentaria y climática de esos últimos días, sabrá que todo eso fue predicado y advertido en la era de la iglesia, entonces casi no necesitará fe, porque lo que a nosotros nos cuesta creer, para ellos será una realidad; podríamos decir que ellos se salvarán casi por su valentía y por su determinación al enfrentarse al Anticristo, por negarse a recibir la marca de la bestia, y no tanto por creer en Jesús; pues si nosotros los de la era de la iglesia, tenemos muchos elementos que nos ayudan a creer en Jesús, ellos tendrán mayores razones de hacerlo, por lo que creer en Jesús no será el problema, sino que la razón de su salvación será la determinación de vencer o resistir al Anticristo; de esta forma podríamos decir que ellos se salvarán casi mas por obras que por gracia; ni siquiera estará el Espíritu Santo para ayudarlos como lo hace hoy con nosotros. Daniel hizo una mención muy importante a la forma en que esas personas se salvarán, con respecto a la ayuda de parte de Dios para ellos, él escribió: “Y en su caída (a manos del Anticristo) serán ayudados de pequeño socorro…” (Dn 11:34) Serán ayudados muy poco, pues ni siquiera la predicación del evangelio estará tan al alcance para esas personas, el profeta Amos escribió: “E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán” (Am 8:12) La salvación para los que pasen por la tribulación será entonces producto de la decisión y valentía de esas personas, ayudadas de pequeño socorro de parte de Dios. Hay pasajes que hablan de esto claramente, veamos lo que escribió Daniel por ejemplo: “El (Señor) respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán” (Dn 12:9-10) Este pasaje que se refiere principalmente a los judíos, dice que la gente de la tribulación será limpiada y emblanquecida de su pecado; eso significa que tendrá que atravesar por momentos de dolor y sufrimiento, pero así serán salvos; ahora, en la era de la iglesia, está la posibilidad de ser salvos sin ni siquiera pasar por muchas pruebas, porque está disponible la gracia de Dios, pero en aquellos días los entendidos, o sea los que de alguna manera se den cuenta que la única vía de salvación es resistir al enemigo hasta la muerte, ellos serán salvos; no sucederá así con los impíos, ellos por supuesto, como en toda época, no entenderán nada, y continuarán con su vida de pecado. Otro pasaje dice: “¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos” (Mal 3:2-4) Otro pasaje más decidor que los anteriores: “Y acontecerá en toda la tierra, dice Jehová, que las dos terceras partes serán cortadas en ella, y se perderán; mas la tercera quedará en ella. Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. El (se refiere a Israel) invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios” (Zac 13:8-9) Por supuesto que no se trata de decir que en la era de la gracia las personas no pasan por pruebas; hay pruebas, y también hay sufrimiento, persecución, martirio y muchas cosas de esas, que a muchos les ayudan y les bendicen para que se aferren a Dios, y a muchos les confunden y les hacen renegar de Dios, tal como ocurrirá también en los días de la tribulación; pero el creyente de la era de la gracia, no se será probado al mismo nivel de los de la tribulación; pues Jesús mismo dice en el versículo 21 de este capítulo que estamos analizando: “porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora ( o sea hasta esos días) ni la habrá” esos días serán terribles y nadie que haya vivido antes de esa época los puede conocer. Pero el creyente de la era de la iglesia tiene que tener más fe que los de la tribulación, porque muchas de las cosas que espera, están mas allá de esta era, y como dice la propia palabra de Dios, sin fe, nadie podrá agradar al Señor (Heb 11:6). Así como también en el tiempo de la tribulación existirá una cierta gracia o favor de parte de Dios y de su Espíritu, esto que Daniel le llamó ‘pequeño socorro’, y también ellos tendrán que tener algo de fe, pues aún quedarán cosas por venir, pero la situación es muy diferente y ellos deberán actuar en razón de la realidad que viven para ser salvos. Es bueno decir aquí, que para el hombre es mucho más difícil ser salvo por gracia en esta era, que por las obras de valentía de los días de la tribulación; para muchos de nosotros pasar por el valle de sombra y de muerte nos hace más bien que mal, y por eso creo que serán más los salvos, en proporción digo, del tiempo tribulacional que del tiempo de la gracia. También están por supuesto aquellos que en el sufrimiento se ciegan y no pueden ver la mano de Dios tratando de limpiarlos de su pecado con la lejía del dolor; hay un pasaje en Apocalipsis que grafica esto muy claramente: “El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria. El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas, y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras” (Ap 16:8-11) No todo el que sufre dolor se convierte a Dios, sino solo aquellos que tienen entendimiento y están dispuestos a humillarse delante de él; los demás como dice el pasaje, morderán de dolor sus lenguas, pero seguirán blasfemando el nombre de Dios. Para terminar este pequeño comentario del capítulo 24 de San Mateo, diremos que en los versículos 35 al 39 el Señor amonesta y llama a creer en lo que él está diciendo, porque han pasado otras ocasiones, (los días de Noé) en que los hombres han dejado escapar por descuido sus mejores oportunidades. Pero en los versículos 40 y 41, el Señor pasa a comentar detalladamente cómo será el momento en que se produzca el arrebatamiento, dice: “Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada.” No es una regla, que uno será tomado y el otro será dejado, pero nos enseña claramente que algunos si serán arrebatados y otros no. El día que venga por segunda vez el Señor Jesús con sus santos ángeles, casi podrá ser calculado; ya hemos hablado de eso y la Biblia da periodos de tiempo exactos. Una vez que empiece la tribulación, solo será cosa de contar los siete años que durará esta y luego vendrá el Señor. O cuando terminen los mil doscientos sesenta días de predicación de los testigos de Dios (Ap 11:3) o cuando pasen los cuarenta y dos meses del dominio de la bestia o Anticristo (Ap 13:5), etc., quiero decir que el día en que Jesús regrese a la tierra por segunda vez, será perfectamente predecible; pero… ¿Por qué entonces algunos versículos al final del capítulo 24, dan a entender que nadie sabe el día ni la hora en que el Señor vendrá? (v 42, 44, 50) Porque el día y la hora que nadie sabe, es el día y la hora del arrebatamiento de la iglesia, ese día se producirá cuando la gente menos lo piense y es un día que según la Biblia nadie sabe, ni siquiera los ángeles, sino solo el Padre, como dice el versículo 36. La gran muchedumbre Otro punto controversial, es la gran muchedumbre. El pasaje que habla de eso, dice: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.” (Ap 7:9-10) Y más abajo el pasaje dice: “Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Ap 7:13-14) Como usted puede leer, esa gran muchedumbre esta allá en el cielo, delante del trono y en la presencia del Cordero, quien es Jesús, y ellos han salido de la ‘gran tribulación’; para los postribulacionistas o para algunos de ellos, para los que aceptan que de alguna manera habrá arrebatamiento aunque sea al final de la tribulación, porque algunos de ellos piensan que no hay arrebatamiento a los cielos; más para los primeros, esta es una confirmación de que la iglesia que en este caso sería esa gran muchedumbre, ha pasado por la tribulación y recién ha sido arrebatada al final de ella; viéndolo así, ciertamente es un buen argumento a su favor. Para aquellos que niegan la posibilidad de un arrebatamiento literal, este pasaje pasa a ser un grave problema. Y… ¿Qué dicen los pretribulacionistas? Para nosotros esa gran muchedumbre no es la iglesia, pero sí estamos de acuerdo que ellos han sufrido en la gran tribulación, han muerto a manos del Anticristo y ahora están en el cielo. Algunas de nuestras razones para decir que no pertenecen a la iglesia, son estas: Pablo escribió: “y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros” (2 Tesalonicenses 1:7-10). Si bien esta es una carta a los Tesalonicenses, de alguna manera es también una profecía que hace referencia a estos dos grupos de salvos: los de la era de la iglesia que son arrebatados a los cielos antes de la tribulación, y los de la era de la tribulación que mueren y son arrebatados a los cielos, y que forman esta gran muchedumbre. Pablo dice claramente, a vosotros que sois atribulados o que vivisteis en la tribulación, el Señor les dará reposo con nosotros o junto a nosotros, Pablo se cuenta entre los de la iglesia. ¿Cuándo? Cuando se manifieste el Señor Jesús y sus ángeles desde el cielo al final de la tribulación. Apocalipsis 7:14 dice: “Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” Si examinamos con detenimiento este pasaje, nos podemos dar cuenta fácilmente que esta gran muchedumbre no es la iglesia, porque ellos, los de la gran muchedumbre han lavado y emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero. Esto denota la terrible lucha que han tenido que soportar y vencer para poder ser merecedores del cielo, por lo tanto no han sido salvos como los de la iglesia, que han gozado de la abundante gracia de Dios para estar también allí. Incluso más abajo, en versículo 16 dice que ellos ya no sufrirán hambre ni sed, ni tampoco ese sol dañino de los días de la tribulación, les hará más daño; en contraposición a los de la era de la iglesia que cuando sean arrebatados, estarán moliendo en molinos, pastando sus ganados en el campo y pensando confiados en que quizá el Señor aún no vendrá. Pero… ¿Acaso no será probada la iglesia? Si. Por supuesto que será probada, pero la prueba no significará pasar por la tribulación. Muchos piensan que esta es la prueba que debe pasar la iglesia, para demostrar su fidelidad a Dios; pero razonemos en lo siguiente: La iglesia tiene más o menos 20 siglos de existencia, y dentro de ese periodo, mucha gente que perteneció a la iglesia de Dios ha muerto, ellos no tuvieron oportunidad de pasar por la tribulación, y si en la tribulación se lleva a cabo la prueba, ¿cómo pasarán esa prueba ellos? No es posible que algunos pasen por el periodo de prueba y otros no, creo que eso sería injusto; por lo tanto, el periodo de la tribulación no es la prueba de la iglesia. Y… ¿cómo será entonces probada? La iglesia, ha vivido diferentes etapas: La época primitiva, donde los datos a cerca del Mesías estaban cercanos; luego la intromisión de doctrinas y ritos paganos, cuando la iglesia se fusionó con el imperio romano y se hizo universal o católica; etapas de oscurantismo, donde no había siquiera Biblias para leer; épocas en que se debió defender la fe, poniendo incluso la vida por entre medio; épocas de libertad absoluta, donde los hombres gozan de todo tipo de bienestar y toda la información está expedita y al alcance de todos, en fin; cada cual en su momento, ha sido probado, ya sea de manera individual o como grupo o iglesia, muchos quizá demostraron a Dios su fidelidad, con la lucha, con sus propias vidas, pero para muchos esa prueba se reduce solo a creer y vivir de acuerdo a los deseos de Cristo. No se piense que los que sufren solo son probados, debemos entender que la prueba más dura de pasar es precisamente aquella en que no hay sufrimiento ni enfermedad, ni necesidad. Los hombres que les toca pasar por este tipo de prueba, generalmente no la pueden pasar exitosamente, ellos no se aperciben del peligro que corren, y es posible que ni siquiera lleguen a ser salvos, destinando así a pasar sus vidas en eterna condenación. Esta completamente demostrado que esto es así, pues en tiempos difíciles, mucha gente ha llenado las iglesias, y a luchado contra toda adversidad a fin de ser salvo, pero en los tiempos de bonanza, el hombre generalmente tiende a alejarse de Dios y a desechar toda oportunidad de salvación que se le presenta. Para terminar y poner como ejemplo, transcribiré unos versículos que demuestran esto que vengo diciendo, y que en su momento fue el error de Israel cuando llegó a la tierra prometida; mientras ellos no tenían pan, ni agua en el desierto, ellos de alguna manera se aferraron a Dios, pero cuando llegaron a la tierra que fluía leche y miel, ellos se olvidaron de su salvador. El pasaje dice: “Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la heredad que le tocó. Le halló en tierra de desierto, Y en yermo de horrible soledad; Lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como a la niña de su ojo. Como el águila que excita su nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas, Jehová solo le guió, y con él no hubo dios extraño. Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra, y comió los frutos del campo, e hizo que chupase miel de la peña, y aceite del duro pedernal; mantequilla de vacas y leche de ovejas, con grosura de corderos, y carneros de Basán; también machos cabríos, con lo mejor del trigo; y de la sangre de la uva bebiste vino. Pero engordó Jesurún, y tiró coces (Engordaste, te cubriste de grasa); entonces abandonó al Dios que lo hizo, y menospreció la Roca de su salvación. Le despertaron a celos con los dioses ajenos; lo provocaron a ira con abominaciones. Sacrificaron a los demonios, y no a Dios; a dioses que no habían conocido, a nuevos dioses venidos de cerca, que no habían temido vuestros padres. De la Roca que te creó te olvidaste; te has olvidado de Dios tu creador.” (Dt 32:9-18) En la era de la gracia hay mucha bendición para los que se salvan de pasar por la tribulación, pero también es el tiempo en que para los hombres es mucho más difícil pasar la prueba, aquí necesitamos detenernos un momento y meditar en cómo estamos pasando la prueba que está delante de nosotros. En medio de toda la abundancia y comodidad en que hoy vivimos, debemos estar mucho mas agradecidos de nuestro Dios, debemos estar mucho más aferrados a su gracia, porque nadie, en ninguna otra era, ha tenido estas regalías y ventajas de las que nosotros gozamos hoy; pues Jesús cuida y ama a la iglesia, tal como lo hace un marido amante de su esposa, la palabra dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. (Ef 5:25-30) Primeramente Jesús purifica a la iglesia, mediante el agua del bautismo y la palabra de Dios, que es la Biblia, la que hoy esta tan al alcance de todos; no dice aquí que la purifica con el dolor y sufrimiento, la iglesia no blanqueará sus ropas en la sangre del Cordero, como lo tendrán que hacer los que pasarán por la tribulación. Luego dice que Cristo mismo se entrego a la muerte, a fin de santificar a la iglesia, pero los que pasarán por la tribulación, tendrán que ofrendar sus propias vidas para ser reconocidos como santos. Cristo ama a la iglesia como un hombre ama su propio cuerpo, al cual nadie descuida y somete a propósito al dolor y sufrimiento, nadie aborreció jamás su propio cuerpo, y nosotros somos el cuerpo de Cristo, somos carne de su carne y hueso de sus huesos, por lo tanto no seremos sometidos a dolor y tribulación. De alguna manera esperamos haber contribuido a contestar vuestras inquietudes y despejar vuestras dudas acerca del arrebatamiento de la iglesia. No hay ningún peligro en creer en esta doctrina, porque es una doctrina basada en las escrituras, y los que predican lo contrario, usted mismo los puede juzgar. Ustedes deben apegarse al Santo Espíritu para ser enseñados en toda buena doctrina, pues él siempre está presto para guiarnos a toda verdad. Mientras tanto estamos preparando alguna otra enseñanza, estar siempre atentos a estas publicaciones. Que Dios les bendiga muy ricamente. Amén.

7 de diciembre de 2011

El final del cuento

ESCRITURA 1 Tesalonicenses 5:9-10 “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él” APLICACIÓN Un hombre que leía una novela de acción e intriga, al ver que una muchacha inocente había sido secuestrada por unos sinvergüenzas; finalmente, no pudo resistir la tentación de saber cómo terminaría aquella historia, así que decidió leer el final. Quedo tranquilo al enterarse de que la niña al fin, era liberada sana y salva; y que aquellos hombres malos del cuento, tuvieron su merecido. Esa es la misma tranquilidad que deberíamos sentir nosotros, pues si bien el mundo tiene aflicción de espíritu por la incertidumbre de no saber cómo terminará todo; nosotros sabemos al leer la palabra de Dios, que la iglesia al igual que esa muchacha, al final será liberada sana y salva, y que los malvados tendrán su justo castigo; porque a aquellos que han creído en su nombre, no los ha puesto Dios en este mundo para ira, o mejor dicho, para ser castigados en el día de su ira, sino para alcanzar la salvación eterna. ACCIÓN Seguro que usted no puede estar indiferente, cuando se da cuenta de que el mundo avanza hacia un final que se pinta catastrófico; pero debe saber que usted puede tener un final feliz, o uno triste. El Señor le invita hoy personalmente, a escoger ser parte de aquellos que no probarán su ira, sino que vivirán para siempre con él. Amén.