Hebreos 1:1-2

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quién constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.











10 de febrero de 2008

No estamos preparados para la abundancia

NO ESTAMOS PREPARADOS PARA LA ABUNDANCIA
Texto base Proverbios 30:7-9
Devocional predicado en el campamento de verano.


Vamos a hablar de la abundancia, veamos que tal estamos para tenerla. Creo que todos postulamos a tener abundancia; nos gustaría tener mucho dinero, tener mucho tiempo, para gastar ese dinero tal vez; nos gustaría tener mucha salud, en fin, nos gustaría tener mucho de todo. Pero… ¿Nos conviene tener esa abundancia? ¿Estamos preparados para eso? Estoy hablando, de los seres humanos en general.
Por ejemplo, el dinero ¿Nos haría bien tener mucho dinero? Se que algunos de ustedes estarán conmigo al decir que no; algunos tal vez piensen que si sería bueno. Pero si tomamos algunos ejemplos de la vida real ¿Cuántas personas que tienen dinero en abundancia, son realmente felices? Vemos que la mayoría, termina en forma calamitosa, algunos en la cárcel, otros en las drogas, en el suicidio; a los que mejor les va, terminan en peleas, en odio, en familias destruidas. El dinero es la causa base de todos esos problemas.
También podemos hablar de la salud en abundancia, o sea cuando la persona se siente sana, o mejor dicho, no tiene ningún malestar; a pesar de que ingiere sustancias extrañas, por ejemplo tabaco, alcohol, etc. También cuando no somos cuidadosos con los alimentos; y, cuando contaminamos nuestra alma con ideas superfluas, con egoísmo, con lujuria, y en fin. Hay que pensar que la salud mental es más importante que la salud física, pero como la tenemos abundante, no la cuidamos. Solo cuando la perdemos, algunos nos damos cuenta, de… ¡que bueno era tenerla!
Y podemos seguir hablando de muchas cosas, tales como el tiempo, el trabajo, la belleza, etc.; pero todo, todo, si está en abundancia nos hace mal, por lo menos esa es la realidad que vemos a nuestro alrededor y en nosotros mismos. Lógicamente, que a nadie le parece que esta haciéndolo mal, nadie así, a buenas y primeras va aceptar una corrección, pero el resultado arroja una respuesta afirmativa rotunda. No podemos ver el error, cuando hay abundancia.
Quiero terminar con el amor. Por ejemplo el amor de padres; aquellos padres que aman tanto a sus hijos, lo mas probable es que no tengan éxito. Por un lado puede ser que los padres empiecen a confundir el amor, con sobreprotección, con engreimiento y malacrianza; esto sucede por que no sabemos encausar, ese buen sentimiento, ese amor que, por supuesto es genuino, pero finalmente acaba distorsionado; si eso no ocurre, puede ser que el hijo empiece a pensar que sus padres pueden hacer mucho mas por él, y no lo hacen, puede empezar a pensar que no tiene unos buenos padres, que no le han entregado valores, comprensión, etc. ¿Por qué digo esto? Porque si los padres supieron manejar bien el tema del amor hacia su hijo o hija, lo encausaron de manera correcta, se lo entregaron de la manera mas excelente; entonces será el hijo el que no sabrá apreciarlo, no lo vera por ningún lado. Digo esto por que eso veo que nos pasa con el amor abundante que tenemos a disposición, o sea el amor de Dios. El amor de Dios es tan grande, tan abundante, es entregado de la manera mas excelente, y en la medida mas justa, que muchos de nosotros no lo apreciamos, algunos ni siquiera sabemos de que se trata, no lo podemos descubrir y menos vivir, no lo sabemos dimensionar. Muchos seres humanos acaban pensando que es solo un invento, y que en realidad no existe. Por eso es que, es importante el darnos cuenta de que no estamos preparados para la abundancia; es necesario vivir también la escasez, la precariedad. Dios permite esto, porque en su sabiduría, él nos da una oportunidad para afinar nuestros sentidos, para que podamos ver lo que realmente esta delante de nosotros. Es como cuando sentimos frío, y vamos, y nos pegamos una ducha de agua fría, eso hará que nos sintamos luego más abrigados que antes, hará que recuperemos más rápido el calor. Debemos ser cuidadosos en vivir todo aquello que Dios nos ha entregado, puede ser mucho o poco, pero debemos agradecerlo, así la abundancia también se nos aparecerá en su real dimensión; y quizá ahí podamos vivirla. Espero que esta reflexión nos sirva, para ver mejor que no es bueno ni mucho ni poco, si no mas bien, solo lo necesario. Que Dios los bendiga mis amados hermanos. Amén.

No hay comentarios: