Hebreos 1:1-2

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quién constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.











1 de agosto de 2010

La dispensación de la ley

Después de la muerte de Abraham y de Isaac y luego de haber ido a parar a Egipto, los israelitas están conscientes de que algunas de las promesas y advertencias que Dios les hizo a sus antepasados, se han cumplido plenamente; por ejemplo, ellos son ahora muchísimas familias y saben muy bien que descienden de Isaac hijo de Abraham; y luego de haber estado más de cuatrocientos años esclavizados en Egipto, ellos saben que esto también fue dicho por Dios a Abraham (Gn 15:13). Por otro lado, también debemos notar que a estas alturas de la vida humana, la idea de reglas de convivencia, de legalidad y otras formas de pensar, se han ido estableciendo desde hace mucho tiempo y en muchos países; los hombres ya en los días del rey babilonio Hammurabi (1760 a.C.), han podido establecer reglas o leyes con respecto a muchos aspectos de la vida cotidiana, y estas leyes casi siempre se consideraban de carácter divino, de hecho se depositaban generalmente en los templos, y en la mayoría de los casos se cumplían para dar satisfacción a esos dioses. Y, por supuesto, por medio de tales leyes, los gobernantes podían juzgar y regular la vida dentro de sus territorios. En los días de Israel en Egipto, tiempo hace ya, que se ha introducido el concepto de castigo por incumplimiento de algunas reglas, el concepto de pacto de convivencia entre algunos reinos, y la conciencia de que el más poderoso gobernará sobre el más débil. Por otro lado tenemos la desarrollada idea de deidad, y el debido respeto y devoción a aquello que se concibe como dios; muchos pueblos, como los mismos egipcios que han esclavizado a los israelitas, tienen sus propios dioses a quienes ofrecen sacrificios y hacen diferentes ritos intentando obtener de ellos favores, protección o calmar su ira en caso de haber incumplido alguna regla, que puede incluso no haber sido escrita, pero estaba claramente establecida, por la lógica, la razón y la psicología de aquellas gentes. Y finalmente, toda concepción de gobierno, llámese, faraón, rey o emperador, tenía una cierta connotación de dios, así algunos fueron venerados y temidos incluso hasta mucho después de su muerte.
Al finalizar ese periodo de cuatrocientos años que Dios le había anticipado a Abraham, los israelitas se encontraban muy oprimidos y su clamor era para Jehová, el Dios de sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob (Ex 3:7-8). Este clamor por supuesto que era escuchado y conocido muy de cerca por el verdadero Dios del universo, por lo que decidió enviar a Moisés a sacar de allí a los descendientes de Abraham. Una vez que fueron libertados, ya en el desierto era necesario darle a ese pueblo una identidad, tal como la tenían los otros pueblos, una relación cercana con su rey, y con su Dios; junto a quien se hallaran seguros, por medio de quien se hallaran en sana convivencia, de quien pudieran esperar toda provisión, junto a quien pudieran conseguir la victoria frente a los eventuales enemigos, y por quien pudieran ser también castigados frente a eventuales faltas; tal como lo hacían los otros pueblos de los cuales ellos tenían conocimiento. Este es el momento que ha elegido Dios desde antes de la fundación del mundo, para introducir la necesaria ley y el correspondiente castigo en caso de ser infringida por su pueblo, que por ahora lo constituyen solo los descendientes de Abraham.
Dios en ese su infinito amor, y entendiendo la capacidad del hombre de esos tiempos, usa muchas de las reglas, preceptos y costumbres que ya han sido usadas por otros pueblos, y no es precisamente en esta etapa o dispensación que comienza a hacer eso como lo hemos explicado otras veces, sino que siempre lo ha hecho, y no lo ha hecho por que no tiene capacidad o imaginación para guiar a su pueblo; sino que Dios en su amor ha ido adecuando su plan al desarrollo de la consciencia y la razón humanas, porque es a ellos a quienes desea darse a conocer y es con ellos con quienes quiere llegar algún día a convivir plenamente. Tampoco se puede hablar de una contingencia; o sea, Dios no está adecuando su plan a la conducta del hombre, porque no tiene otra forma de hacerlo, sino que, lo que está haciendo es parte de su eterno plan; Dios conoció toda la evolución del pensamiento y conductas humanas desde antes de la creación del mundo, y así, a través de ese conocimiento previo fue diseñado su plan, y ahora solo está aplicando lo que ha sido planificado; habiendo dejado por supuesto que sea el hombre en ese su libre albedrio, el que desarrolle la parte que le corresponde. Por ejemplo cuando hace pacto con Abraham, luego de prometerle que la tierra de Canaán seria para él, Abraham dijo: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? (Gn 15:8) Ante esta pregunta tan directa, y quizá ante la imposibilidad de convencerlo, Dios empleo un rito de compromiso en el que se interponía la sangre de animales entre los que hacían la promesa, para asegurar que aquel que fallará en cumplir su palabra, moriría igual que esos animales, esa era una de las formas más seguras de hacer pactos o contratos en esos días; y el Señor no tiene ningún inconveniente en usar ese rito para hacerle entender que él cumpliría su palabra, pues como usted puede leer en ese pasaje, Abraham no es obligado a pasar por entre medio de los animales muertos, haciendo él también promesa de que cumpliría su palabra, pues de alguna manera el trato era unilateral, solo era una promesa de Dios hacia Abraham. Otro ejemplo, lo tenemos solo dos capítulos más adelante (Gn 17:1-14), donde Jehová evoca el pacto que ha hecho, de ser el Dios de Abraham y de su descendencia, y que la tierra de Canaán sería para sus hijos para siempre; y en esta ocasión ya no es una promesa de Dios de que cumpliría su palabra, sino que se busca una señal de que los israelitas aceptan ese pacto con Dios, y para esto también se usa un sistema que ya usan algunos pueblos para demostrar a sus dioses que ellos se mantendrían en limpieza de conducta, en fidelidad, obediencia y temor de su dios; pues hay que decir que en algunos pueblos, la circuncisión tenía incluso una connotación de castidad o limpieza sexual; así también el verdadero Dios toma esta costumbre y la establece entre los descendientes de Abraham para indicar que ellos se identificaban plenamente con Jehová, se mantendrían alejados de la maldad y en temor del Dios de Abraham. Ellos entienden que la idea de fidelidad a Dios, es así como una esposa debía ser fiel a su marido, o sea amar, adorar o temer a otros dioses o ídolos, viene a significar traición a Jehová; la idolatría viene a ser el símbolo de la fornicación y el adulterio. Ser circuncidado entonces, significaba guardar de todo corazón la ley de Dios, amarle y adorarle solo a él, aunque este concepto demora mucho más tiempo en ser instalado plenamente en la mente de los hombres, a tal grado que es Pablo el que aun tiene que hacer alguna explicación con respecto a esta materia, en una dispensación posterior (Ro 2:25-26, Gal 5:1-6, Col 2:11, etc.). Por esta razón también cuando Dios dijo a Abraham, que sacrificara a Isaac, éste no cayo desmayado del impacto por la crudeza de tal petición; pues habían muchos pueblos que ya hacían este tipo de sacrificios, en temor a los dioses que ellos tenían, ellos ofrecían sus hijos en sacrificio, ya sea, para calmar la ira de ese supuesto dios, o para lograr algún favor o demostrar obediencia. Es por eso que Abraham toma a su hijo y camina hacia el monte donde se dispone a realizar el sacrificio que le había pedido Dios (Gn 22). De allí, de los otros pueblos que conocían los israelitas, también tomó Dios el uso de la sangre de animales en algunos ritos, el concepto de puro o inmundo frente a algunos actos, o el comer carne de algunos animales o el visitar algunos lugares; el uso de inciensos, el uso de vestimentas especiales en los sacerdotes, y así podemos citar muchos ejemplos en los que ha sido el hombre el que ha tomado la iniciativa de usarlos y darles un cierto sentido de santidad o de pecado, y luego por supuesto Dios, le puso un sello personal a muchas de esas costumbres, y se las dio al pueblo de Israel, para que se identifique con su Dios, y así también le siga, le obedezca y le tema.
Todos estos antecedentes están presentes en cada israelita en los días en que ellos se encuentran al pié del Sinaí, y es allí donde Dios les da sus leyes y preceptos, y les promete que si las cumplen ellos serán favorecidos de sobremanera por Dios; pero si las olvidan y no las respetan ellos también serán castigados y tendrán muchos problemas. Junto con esas leyes, también Dios les dio un tabernáculo donde pudieran adorar y ofrecer sacrificios para él, les dio muchos ritos, les dio sacerdotes y sus vestimentas, altares, comidas, fiestas, etc.; todo fue traído de alguna manera de los otros pueblos, y adaptado por supuesto a una forma exclusiva, que Dios en su sabiduría dio al pueblo de Israel; para que sepa que Jehová no estaba lejano a ellos y que estaba en condición de ser su rey y su Dios, y de suplir toda clase de favores y necesidades, tal y como estaba grabado en la mente de cualquier ciudadano del mundo de aquellos días.
Por supuesto que a los ojos de aquel que no conoce a Dios, eso puede parecer como ingenuo y como muy sencillo de parte de Dios; pero Jehová no lo hizo así, porque no tenía una mejor idea de cómo hacer que los israelitas lo adoraran, o porque no pudo encontrar una mejor manera de relacionarse con ellos; sino que Dios lo hizo porque hasta esos días era la única forma de que la gente pudiera entender una relación con su dios; y si somos realistas, hasta el día de hoy eso continúa así. Y aunque en cierta forma, solo es una copia de lo que ya hacían los otros pueblos, Dios de todas maneras puso un sello exclusivo en cada uno de estos ritos, leyes y costumbres; y también porque él es un Dios de verdad, es que aquellas cosas tomaron más protagonismo y calaron más hondo en el corazón del pueblo de Israel. Muchas de las indicaciones que Dios hizo en la ley de Moisés, está comprobado que tuvieron una base científica en cuanto a la salud, tanto física como mental; Dios les enseño a hacer un buen uso de los recursos naturales, recibieron pautas para una buena administración económica, y fueron inducidos a vivir en real armonía y paz, porque Dios tuvo verdadero cuidado de ellos; muchas de las leyes de Moisés, han sido tomadas como base para las leyes de los pueblos modernos, porque son conceptos mucho más justos y profundos; muchas de las promesas de Dios para ese pueblo se llevaron a cabo tal y como Dios lo había dicho, ya sean cosas de bendición o de castigo; lo que por supuesto no es posible ver en los ritos de aquellos que no son dioses, muchas de esas costumbres, solo llevaron a los pueblos a la degeneración sexual, a fomentar la esclavitud entre los pueblos; nada de lo que sus profetas o sacerdotes profetizaron fue llevado a la realidad, y ninguno de esos pueblos permaneció en el tiempo, ni conservó sus leyes y costumbres; porque lo que se dijo que era una ley divina y lo que se vertía en esos altares, solo era deseo de hombres. Esta situación, por supuesto que lleva a confusión a aquellos que no creen en Dios y no saben nada de sus planes de amor para con el hombre, pues les parece que los israelitas habrían inventado su propio dios en el desierto, y ellos habrían sacado mucho de las costumbres de Egipto y de otros pueblos para inventar la historia de que Jehová les dio esas leyes y preceptos, siendo que es muy claro que esas costumbres e ideas también las tenían otros pueblos; y los más lamentable es que muchos de los que dicen creer en Dios, también son contaminados con esta idea.
Esta ley dada a Moisés no solo consiguió afirmar la relación de Jehová con el pueblo de Israel, que por lo demás, con esos cuatrocientos años en Egipto esa relación ya había sido muy disminuida, pues para el pueblo de Israel, ese Dios que llamó y estableció pacto con Abraham hacía ya más de cuatro siglos atrás, era lejano; por esa razón, y también porque la idolatría o presencia de muchos de los dioses egipcios en el corazón de los israelitas, venía a ser una realidad; es que ellos necesitaban una manifestación de ese Dios que le hizo promesas a su antepasado Abraham. Y también se hicieron necesarias las leyes y preceptos, disposiciones y promesas nuevas, para que adquieran seguridad, y haya algo palpable en cada israelita de los días de Moisés en el desierto; y esto se hace aún más claro, cuando vemos como ellos logran salir de Egipto y luego entrar en la tierra de Canaán de una manera excepcional; digo excepcional, porque lo que hicieron ellos no pudo haber sido solo una hazaña de hombres, y por lo tanto no quedarán dudas en la mente ni en el corazón de ese pueblo, de que Dios se está ocupando de ellos personalmente. Esto no solo es favorable para los israelitas, pues ese Dios que sacó a Israel de Egipto, haciéndolo pasar por en medio de las aguas del mar rojo, y que les dio las victorias en Canaán, se hace famoso por todo el mundo cercano a esas tierras, entonces es algo que no ha pasado desapercibido dentro de la humanidad, y ahí ya podemos ver que el plan de Dios es para toda la humanidad, y que está funcionando. Es así, como la reina de Sabá se vio obligada a subir a Jerusalén para ver la grandeza del reino israelita (1Re 10:7), y según la Biblia todos los reyes de los días de Salomón admiraban la grandeza de Israel (1Re 10:24-25); también de esta grandeza supieron Hiram rey de Tiro, Nabucodonosor rey de Babilonia, Ciro rey de Persia, y muchos otros reyes y pueblos de todo el mundo de esos días; incluso podemos verlo hasta en los días del Mesías, cuando vinieron de algún país oriental unos astrólogos y sabios para adorar al rey de los judíos; eso es así, porque el pueblo de Israel era famoso en el mundo por tener un Dios de carácter excepcional.
Por otro lado diremos que, la ley dada a Israel, no solo tuvo la función de darle una identidad a Israel, y de hacerle un pueblo conocido en el mundo; sino que debe cumplir algo mucho más profundo y significativo en el corazón de los seres humanos, primeramente por supuesto en el pueblo de Israel, pero luego también lo hará en todo el mundo que conciba en su mente el concepto de ley; hay un pasaje Bíblico que lo establece así: “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Ro 3:19-20). Entonces la función de la introducción del concepto de ley en el mundo, y de la ley mosaica entre los israelitas; tiene una función mucho más importante, y es la de hacer que el hombre pueda aceptar que es un infractor de la ley; porque si no existiese ninguna ley, por supuesto que no podrá haber infractores, pues al haber los hombres inventado las leyes, han empezado a parecer los que cometen faltas a la ley y se han hecho susceptibles de castigos, los cuales esas mismas leyes establecen. También esto les ha venido a pasar a los judíos por supuesto, con la ley de Moisés, todo judío consciente sabe que ha faltado en algún punto de esa ley y por lo tanto no cumple con los requisitos establecidos en esa misma ley que dicen: “Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas” (Ro 10:5 y también en Lv 18:5, Ez 20:11, Gal 3:12, etc) Sencillamente estamos hablando de que si alguien falta en algún punto de esa ley, se hace culpable de muerte, solo vivirá aquel que pueda cumplir toda la ley, el Apóstol Santiago lo escribió así: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley” (Stgo 2:10-11). Entonces sin ley no hay pecado, pero con la ley de Dios, todos hemos venido a ser pecadores, tal como lo confirman las escrituras: “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? (haciendo una comparación entre judíos y gentiles) En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno” (Ro 3:9-10). Así como en un país, si lo miramos con mucho cuidado, se supone que no hay ni siquiera un solo ciudadano que no haya cometido alguna falta a alguna de sus muchas leyes, en algún momento de su vida, toda persona ha cometido aunque sea una falta, sino es de los que cometen muchas y terribles aberraciones a la ley; algunos incluso puede que no sepan que tal o cual conducta está penada por la ley, pero no por eso son inocentes, pues la falta se ha cometido y son infractores de la ley; así, tal cual, hemos venido a ser en cuanto a la ley de Dios, y no me refiero solo a la ley de Moisés, pues esa, puede ser aplicable solo a los judíos; pero hay una ley que Dios ha escrito en nuestros corazones, y esa es la que nos acusa y nos delata como culpables en el momento en que cometemos alguna falta. He aquí otro pasaje que nos aclara esto: “Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán (esto equivale a ser condenados por Dios al castigo eterno); y todos los que bajo la ley (note que se está hablando de la ley de Moisés) han pecado, por la ley serán juzgados; porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres…” (Ro 2:12-16)
Es necesario volver a repetir la frase de Romanos 3, versículo 20, ‘porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado’; por lo tanto cada ciudadano del mundo es capaz de darse cuenta de manera racional, que hay una ley de Dios a la que él ha faltado, y que por haber faltado a esa ley, es merecedor de un castigo; por lo que este viene a ser el objetivo principal de la ‘dispensación de la ley’; hacer que todo hombre esté consciente de que ha faltado a la ley de Dios, y que no tendrá ninguna forma de aparecer justificado delante de él. Por supuesto que están aquellos que les cuesta mucho llegar a aceptar esa condición de pecado en sus vidas, ya que se han ideado muchas formas de hacer que las consciencias de los hombres de todas formas permanezcan tranquilas a pesar de que es evidente la falta, porque Dios dice, como vimos, que en el mundo no hay ni siquiera uno que sea hallado justo delante de él; y así todo aquel que bajo minucioso examen de su conciencia se analiza, hallará que es infractor de la ley de Dios. Por supuesto que Satanás, trabaja todo el tiempo en inventar nuevas formas de hacer que el hombre se sienta cada vez más tranquilo y confundido en su condición de pecado frente a Dios, es una lucha por anular este principio fundamental que debe tener grabado en su corazón todo ser humano, para reconocer que ha faltado a Dios y que por lo tanto necesita pedirle perdón y necesita una forma de deshacerse de esa condición de culpabilidad, lo que es tan difícil; solo si el hombre pudiera salir del marco de la ley, podría llegar a estar exento de acusación. En ninguna de las dispensaciones anteriores hemos hablado de un final, pero es necesario para que se cumplan los planes de Dios, que la dispensación de la ley sí llegue a su final, Jesús dijo: “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él” (Lc 16:16) Entonces, es Dios mismo el que provee esa liberación del sistema de la ley, y anuncia algo diferente que aquí es llamado ‘el reino de los cielos’, esto significa entrar a una nueva dispensación, de la que ya pronto estaremos hablando. Que Dios les bendiga ricamente. Amén.

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