Hebreos 1:1-2

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quién constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.











15 de noviembre de 2010

La dispensación del gobierno de Dios.

Para abordar este tema, seguiremos con ese estilo que habíamos adoptado en nuestro anterior artículo; vale decir, que usaremos algunos versículos que tratan de este tema en la Biblia, y que dicho sea de paso, son muy abundantes; y entre medio de ellos, y entre paréntesis añadiremos alguna palabra aclaratoria, pues así hacemos todo mucho más comprensivo. El único propósito de hacer esas inclusiones en los versículos, es el de aclarar la idea, especialmente para aquellas personas que no han tenido suficiente estudio bíblico; pues como el tema en las escrituras es muy amplio, y no está precisamente ordenado, entonces para extraer la sustancia de estas verdades se hace necesario, poner ese especial cuidado al leer a cerca de estas cosas; y en muchos casos se hace necesario el contexto, y en otros tantos, se hace necesaria la complementación con otros pasajes. Nos esforzaremos en llevar a nuestros queridos lectores, este apasionante tema, de la manera más llana posible, pues de la comprensión de estas cosas puede depender nuestra salvación y vida eterna; allá vamos entonces, con nuestro propósito.
La dispensación del gobierno milenial o del gobierno de Dios; es un periodo futuro, donde según la Biblia, Cristo gobernará este mundo personalmente. Este periodo es también llamado ‘El milenio’, porque según las escrituras tendrá una duración de mil años (Ap 20:2, 3, 4, 5, 6). Pero, para llegar a esta era, ha sido necesario que la humanidad pase por todas esas otras etapas o dispensaciones, de las que hemos venido hablando, incluida la tribulación que tiene una duración de siete años, como ya vimos.
Con los días de la tribulación, se han terminado todas las anteriores dispensaciones, porque ésta es una nueva dispensación, y es muy diferente a las demás. Para saber a cerca de esa diferencia, debemos hablar sobre la situación de cada una de esas etapas o dispensaciones, al empezar el milenio: La dispensación de la inocencia por ejemplo, que es la primera en orden sucesivo; y, aunque muy poco de eso ya quedaba antes de la tribulación no podemos ignorar que muchos no alcanzaron la salvación en el tiempo de la gracia y otros pasaron por ese tiempo terrible de tribulación; porque precisamente fueron lo suficiente y admirablemente inocentes, como para dejarse atrapar por las mentiras de Satanás y del Anticristo. Pero inocentes, ya no habrá en la dispensación milenial; inocentes en el sentido de ser ingenuos o inofensivos, pues la Biblia dice: “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte (otra forma de decir, en todo mi reino); porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Is 11:9). Este versículo corresponde a la era milenial, y dice que allí nadie hará nada malo, ni hará ningún daño a nadie, porque todos conocerán muy bien a Dios, recordemos que en esa época solo vivirán en la tierra los creyentes fieles; y si volvemos nuestra mirada hacia el primer pecado del hombre, allá en el Edén, ellos cayeron justamente porque no conocían el bien ni el mal y eran muy inocentes; pero en la era milenial todos tendrán todo bien claro, todos conocerán la verdad, y esta verdad los hará libres de cometer errores (Jn 8:32). Los que sí, estarán en el milenio serán los inocentes en el sentido de ser sin culpa, porque Dios en su gracia los habrá declarado limpios.
De la dispensación de la consciencia, tampoco quedaba casi nada en los días de la tribulación, pues la consciencia del ser humano, había sido adormecida completamente, y aunque cada uno sabía lo que había hecho con respecto a Dios, la adormecida consciencia de cada cual, no le permitía reaccionar, y tampoco esa gente pudo pasar más allá de la tribulación; solo lo hicieron aquellos que se esforzaron en mantener un corazón sensible ante Dios. Veamos un solo ejemplo de los muchos que hay en la Biblia, a cerca de esto: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán (o se apartarán) de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de (predicadores) mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad” (1Tim 4:1-4). Verá usted, este pasaje es un fiel reflejo de lo que pasa hoy, de cómo han aparecido tantas religiones, y de cómo ellas atrapan a la gente y no se dan cuenta de manera consciente de lo que están haciendo, pues dice que sus conciencias están ‘cauterizadas’, y eso es más que adormecerlas, es casi matar las consciencias para que no sientan ningún reproche desde su interior; y aquí, hasta se menciona lo que esas personas dicen, predican y defienden; y esta situación se irá haciendo cada vez mas critica, hacia el final de la presente era, y en los días de la tribulación, alcanzará su grado máximo.
Conservando el orden, nos toca hablar de la dispensación del gobierno humano, que nominalmente terminó junto con el diluvio universal; más ella es la única que ha permanecido en el tiempo y que lejos de amainar, se ha extendido por todo el mundo, y muchas veces le ha parecido al hombre que está a punto de lograr un gobierno mundial; y en los días de la tribulación ha llegado a su auge, porque le ha parecido que al fin ese líder único y excelso que el hombre siempre pensó que se necesitaba, ha llegado. Pero, como lo comentamos oportunamente, allí terminó esta dispensación de manera brusca; el hombre se dio cuenta tardíamente que nunca podría gobernar el mundo de una manera ideal, ni siquiera mantener en buen estado aquello que Dios le había entregado en el principio, allá en el Edén; sino que lo único que hizo a lo largo de toda su existencia, fue destruir la creación de Dios, y no hablamos solamente de las cosas materiales, sino más bien de la destrucción de las conciencias humanas, y que como resultado colateral, también fue dañado el planeta. La tribulación termina con toda la rebelión del hombre, con todo el racionalismo, con todo el materialismo, con todo el humanismo, con todo panteísmo, y con todo lo que está en el corazón y la mente del hombre, que le hace pensar que en este mundo no necesita de Dios; allí se destruye a los rebeldes y solo se conserva a los fieles, para que puedan estar en la siguiente era, que es la del milenio. La Biblia a este respecto, afirma: “Y se airaron las naciones (contra ti oh Dios), y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos (porque, no porque estén muertos, se librarán de tus juicios), y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes (que, aunque hayan muerto por causa de ti, se levantarán otra vez, para recibir ese premio, que es vivir junto a ti en el milenio y por la eternidad), y (también ha llegado la hora) de destruir a los que destruyen la tierra” (Ap 11:18); al decir ‘los que destruyen la tierra’, no estamos diciendo que los creyentes estuvieron completamente exentos de toda responsabilidad en cuanto a la destrucción del planeta se trata, muchos de ellos pudieron haber contribuido, y en muchas maneras a esto; pero para Dios que puede rehacer el mundo con solo una palabra, no es tan importante el estado del planeta, sino que es importante la actitud de cada cual, con respecto a su responsabilidad frente a Dios; para él es más triste, ver como el hombre ha destruido su consciencia y a contaminado con sus pensamientos racionales a toda la creación, ayudando así a Satanás, a cumplir su cometido de apartar a la humanidad de su Dios, para ser echados finalmente junto con él al infierno; para Dios es más triste que el hombre haya perdido el temor a su creador, llegando a ignorar completamente sus advertencias y preceptos. Al hombre de hoy, le parece absurdo tener que hablar de ‘Temor de Dios’.
Regresando a nuestro punto de vista de las dispensaciones, tenemos que decir que la dispensación de la fe y las promesas, también se había reducido casi a la extinción en los días del Anticristo; Jesús habló de eso así: “Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mt 24:10-12); esto no es más que otra forma de decir, que en la tribulación habrá muy poca fe; pues a pesar de que algunos se dan cuenta de lo que está sucediendo, no podrán mantener la cordura, y tropezaran, y caerán en las manos de ese ser malévolo. Entendamos pues que hoy también caemos, por las mismas razones, digo, por la falta de fe; porque fe, es creer en las promesas de Dios, sin haberlas visto, y las promesas de Dios para el hombre están incluso más allá de la tribulación; y la fe, llega a nosotros por el oír y guardar en lo profundo de nuestro corazón, la palabra de Dios.
Y, ¿Qué diremos con respecto a la dispensación de la ley? Diremos que esta dispensación terminó nominalmente con la primera venida de Jesús, leamos aquí algo que él mismo dijo: “La ley y los profetas eran hasta Juan (se refería a Juan, el bautista); desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos (los ciudadanos del mundo, no solo los judíos) se esfuerzan (ahora) por entrar en él” (Lc 16:16). Dijimos en su momento, que la ley fue dada solo al pueblo de Israel; y es así como ese periodo desde Moisés en el Sinaí, hasta la primera venida de Jesús se llama ‘la dispensación de la ley’; pero, por supuesto que en esa extensión de la idea, y que han tenido de alguna manera todas las dispensaciones, la enseñanza de la ley cumple hasta los días de la tribulación, un papel muy importante en la mente y el corazón de cada ser humano; ese concepto de ley se grabó muy bien en toda la gente del mundo, y a partir de ese concepto, todos nos damos cuenta que no es posible cumplir a cabalidad cualquier clase de ley, y menos una que viniera de parte de Dios. Y dijimos también, que eso sirvió para que toda la gente pudiera reconocer su pecado delante de Dios, y reconocer que sin su ayuda nadie podría ser salvo, y que ese hecho, preparó el camino para que venga a nosotros la dispensación de la gracia. La Biblia a ese respecto, dice: “ya que por las obras de la ley (o por cumplir la ley) ningún ser humano será justificado delante de él (o sea de Dios); porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Ro 3:20); y luego dice: “…porque sin la ley el pecado está muerto (o dicho de otra forma, sin la ley nadie se dará cuenta de que es pecador)” (Ro 7:8) Y, este concepto es el que finalmente acaba condenando a los incrédulos, incluso en los días de la tribulación; porque la Biblia asegura, y nosotros los que no somos judíos también lo sabemos; que Dios escribió su ley en el corazón del hombre, y así cada cual puede darse cuenta de que no está cumpliendo a cabalidad esa ley, y por lo tanto, en aquel día nadie tendrá excusa. No se trata solo de esa ley que fue entregada a Moisés en el Sinaí, sino que se trata del concepto de ley, del concepto de justicia, del concepto de cumplimiento, que nosotros mismo hemos acuñado dentro de nosotros; y que por supuesto, la dispensación de la ley, ayudo mucho a que tomáramos consciencia de esto en su debido tiempo; pero Dios sabe, que nosotros sabemos muy bien qué es lo que se debiera hacer frente a sus designios y preceptos, y sabe también que a propósito muchos de nosotros no hacemos aquello que pensamos que se debe hacer; y también están aquellos que aunque no son judíos, se aferran a querer cumplir algunos puntos de la ley de Moisés, para aparentar que son los únicos que están cumpliendo lo que Dios dice, y ellos mismos saben que eso no es así, y que la ley de Dios es prácticamente imposible cumplirla. Hay un pasaje que pienso que nos ayudará a discernir esto, dice: “Porque todos los que sin ley (se refiere a la ley de Moisés) han pecado, sin (esa) ley también perecerán (o serán condenados, sin ser juzgados por la ley Moisés); y todos los que bajo la ley (de Moisés) han pecado, por la ley (de Moisés) serán juzgados; porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados (y aquí no se refiere solo a la ley de Moisés, sino a cualquier criterio de ley y justicia que el hombre haya acuñado en su corazón, o dicho de otra forma, el hombre será juzgado por lo que él piensa que es correcto hacer delante de Dios, incluida por supuesto la ley de Moisés). Porque cuando los gentiles (o los que no son israelitas) que no tienen ley (de Moisés), hacen por naturaleza lo que es de la ley (esa ley que ellos mismo, se han auto impuesto), éstos (preceptos de los hombres), aunque no tengan ley (de Moisés), son ley para sí mismos (o sea, es ley para ellos aquello que ellos mismo asumieron como norma de justicia delante de Dios, incluso si eso solo es un criterio personal o particular de alguien), mostrando la obra de la ley (de Dios) escrita en sus corazones, dando testimonio (de lo que están haciendo) su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos (porque cada cual, sabrá muy bien lo que ha hecho delante de Dios), en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio (ha dicho el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo)” (Ro 2:12-16)
Nos toca también decir algo a cerca de la dispensación de la gracia, que es la última que se dio al hombre en orden sucesivo, y casi diríamos que es como continuar hablando de la ley, pues como acabamos de mencionar, la ley nos hace dar cuenta de que no podremos presentarnos ante Dios sin faltas. Es imposible cumplir la ley, y ni siquiera pensemos en la ley de Dios solamente, si no en las leyes humanas; pues todos los ciudadanos de Chile por ejemplo, sin ninguna excepción, ha cometido alguna falta a alguna de las tantas leyes que hay, y desde el punto de vista del cumplimiento de las leyes del país, todos serian culpables; pues en este caso la Biblia dice: “Porque cualquiera que guardare toda la ley (se refiere a la ley de Dios), pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Stgo 2:10). Este es el gran trabajo que cumplió la extensión del concepto de la dispensación de la ley, y que hizo muy, pero muy necesario que viniese de parte de Dios, la siguiente dispensación, la de la gracia; pues la gracia de Dios, es justamente el perdonar nuestras faltas, después de haber reconocido que no podemos ser limpios delante de Dios, por nuestros propios méritos, sino que necesitamos ser salvos por la gracia de Dios, por gracia hemos sido declarados limpios; y todo aquel que no aproveche esta gran oportunidad que Dios ha dado al hombre, es mucho más que un necio. Pondremos un breve ejemplo bíblico de lo que estamos diciendo aquí: “Y él (se refiere a Jesús) os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo (porque Dios nos acusa a todos de haber andado en pecado), siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire (o sea el diablo), el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia (o sea, en los que aun no se acogen a la gracia de Dios), entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús (esta es una afirmación, para el futuro, pues luego de morir todo creyente seguirá esa trayectoria: vida después de la muerte, y visita a los lugares celestiales, junto con Cristo), para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros (o mejor dicho, no lo han conseguido ustedes), pues es don (o dádiva) de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (o dicho en otra forma, no por lo que hayan hecho, para que nadie ponga su confianza en sí mismo, sino solo en la gracia de Dios)” (Ef 2:1-9). Y al empezar el milenio diremos que, si bien la dispensación de la gracia terminó un momento antes de que empezara la tribulación, con el arrebatamiento de la iglesia y con la salida del Espíritu Santo de este mundo; esta dádiva de Dios, aún continúa en los días de la era milenial. Una de las razones para que esta gracia de parte de Dios hacia el hombre continúe, es porque el hombre siempre la necesitará, y luego, porque Dios es lleno de misericordia para con aquellos que le aman y temen su nombre; pues nunca nadie podrá vivir, sin necesitar de Dios, de su santo auxilio y sin cometer ninguna clase de falta, por lo tanto la gracia de Dios estará siempre presente en todo tiempo; como un ejemplo de lo que decimos aquí, tomaremos los siguientes versículos: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa (de Cristo) se ha preparado. Y a ella se le ha concedido (o como dice otra versión, se le ha permitido) que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente…” (Ap 19:7-8); aquí dice claramente, que a la esposa del Cordero (que constituyen todos los creyentes fieles), a pesar de haberse preparado, no le correspondía vestirse de lino fino, pero el Señor en su gracia le ha permitido hacerlo; así es la gracia de Dios, y este pasaje está ubicado cronológicamente mas allá de la tribulación, lo que nos enseña claramente que aún ahí la gracia está vigente.
En definitiva, tenemos que decir que la gracia divina para el hombre aún está en la era milenial, pero la dispensación de la gracia terminará antes de que empiece la tribulación, porque ella es promovida por el Espíritu Santo y es dada a la iglesia, los que serán quitados de este mundo, antes de que venga el ministerio del Anticristo; veamos algún pasaje que nos habla de eso: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque (Jesús) no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado (o sea el Anticristo), el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios (en Jerusalén), haciéndose pasar por Dios. ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? (Pablo es el que hace esta pregunta a los tesalonicenses) Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene (se refiere al Espíritu Santo que actúa mediante la iglesia), a fin de que a su debido tiempo se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio (de este mundo). Y entonces se manifestará aquel inicuo (o Anticristo), a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida (al final de la tribulación); inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos (podemos decir esto también así: por cuanto no recibieron el regalo de la gracia de Dios, para ser salvos)” (2Tes 2:3-10)
Este es entonces el panorama de las dispensaciones, un instante antes de que Dios mismo intervenga en la conducción de este mundo; y ahora estamos frente al portal de una nueva dispensación, que también es la última, y que se ha venido en llamar: ‘La dispensación del gobierno de Dios’. Ha sido necesario hacer esta introducción aclaratoria, a cerca de lo que pasa con cada una de las eras que hemos estudiado, pues esta dispensación que empezamos a abordar, es un tanto diferente de las anteriores; y si se pregunta, ¿Cuáles son esas diferencias? En primer lugar diremos que tiene una duración pre-establecida, y que ha sido anunciada por el Señor con muchos siglos de anticipación; luego diremos que en esta era, Jesús mismo, será el gobernante mundial, otra de las características es que, en esta era estarán solo aquellos que demostraron fidelidad a Dios en todas las anteriores dispensaciones; también tenemos que decir que este mundo será llevado a una condición mejorada en todos los aspectos, acercándose a las condiciones paradisiacas que hubo en los días de Adán, pues los animales y aún el hombre sufrirán una transformación, siendo que estos últimos estarán capacitados para vivir todo el milenio, y aún más allá, hasta llegar a la eternidad.

Este artículo continuará la proxima semana. Bendiciones...

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