Hebreos 1:1-2

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quién constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.











22 de noviembre de 2010

La dispensación del gobierno de Dios

Continuación...

Es difícil precisar el momento y el cómo empieza esta era, pues la verdad es que la Biblia no es tan detallada en este sentido. Ya hemos dicho varias veces que viene la tribulación y luego la era del milenio, pero el cómo se lleva a cabo esa transición, no lo podemos saber con exactitud; y de hecho cuando el profeta Daniel tuvo una visión del tiempo tribulacional, también quedó algo confundido, y a pesar de que pidió alguna aclaración, no le fue dada; y… por supuesto que asumimos que Dios tenía, y aún tiene buenas razones para no entregarnos toda esta información como a nosotros nos gustaría; y es más, asumimos con un corazón contento, que las razones que tiene nuestro Dios, siempre están a nuestro favor; pero veamos lo que dicen algunos pasajes de las escrituras, a cerca de esto: “Y (yo Daniel) oí al varón vestido de lino (que era Jesucristo mismo), que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos (o sea por el Dios eterno), que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo (esto es lo mismo que decir: un año, dos años y la mitad de un año). Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo todas estas cosas serán cumplidas. Y yo (Daniel) oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? (o preguntado de otra forma: ¿cómo terminarán estas cosas?) El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados (esta es una referencia a la aflicción que sufrirán algunos israelitas y otros ciudadanos del mundo; pero que gracias a esa tribulación terrible, ellos se aferrarán a Dios con todas sus fuerzas y serán tomados en cuenta entre los salvos de la tribulación); los impíos procederán impíamente (o sea los impíos durante esta época, no mostrarán ningún arrepentimiento, y se unirán al Anticristo), y ninguno de los impíos entenderá (lo que está sucediendo), pero los entendidos (hijos de Dios) comprenderán. Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días. Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días. Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días” (Dn 12:7-13) Aquí se presentan algunas dificultades, para poder precisar el tiempo; y, como vimos al iniciar el párrafo, y bajo el juramento de Jesús mismo, se mencionó un periodo de tres años y medio usando por supuesto la expresión ‘tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo’; y esto concuerda perfectamente con la información de Apocalipsis, que dice que la ‘Gran tribulación’ durará mil doscientos sesenta días (Ap 12:6) o un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo (Ap 12:14) o cuarenta y dos meses (Ap 11:2 y 13:5) que es admirablemente la misma cantidad de tiempo; pues si tomamos en cuenta, que en profecía, los meses solo constan de 30 días; entonces todos estos datos quedan completamente confirmados, y en absoluta armonía. La primera dificultad que se presenta, al leer en el final del párrafo que transcribimos, es cuando dice: ‘Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días’. Aquí aparecen treinta días de diferencia, con respecto a los datos que están mencionados arriba; y para zanjar esto diremos, y como algunos están de acuerdo, que lo más probable es que esos cuarenta y dos meses, o mil doscientos sesenta días, sean un periodo que debe llamarse propiamente ‘la gran tribulación’; es decir el periodo en que el pueblo creyente en los días de la tribulación sea probado, y limpiado y emblanquecido, gracias a la presión, persecución, maltrato, vejación y todo lo que suceda de parte del Anticristo y sus seguidores a nivel de todo el mundo; luego los treinta días adicionales que aparecen, pueden ser el tiempo en que el Anticristo logra triunfar sobre todo y sobre todos, y logra establecerse en Jerusalén, y entrar en el templo, para sentarse allí como si fuera un dios, pretendiendo ser adorado como tal; lo que vendría a ser la gota que rebalsa el vaso, y que causa el descenso de Jesús a la tierra, para aniquilar a este hombre de pecado, y a todos sus seguidores. Veamos lo que dicen algunos pasajes, en apoyo a esta idea: “Nadie os engañe en ninguna manera (esta es una advertencia a los cristianos de todas las épocas); porque (Jesús) no vendrá sin que antes venga la apostasía (o el apartamiento de la verdad y mundanalización de una parte de la iglesia, entiéndase también aparición de falsas religiones, que dicho sea de paso, ya tiene su cumplimiento muy avanzado en nuestros días), y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición (que también se llama, Anticristo, y cuya aparición está aún en el futuro de nuestros días), el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto (es decir iglesia, cristianos, Biblia, templo futuro de Dios en Jerusalén, etc.); tanto que se sienta en el templo de Dios (que estará en Jerusalén) como Dios, haciéndose pasar por Dios (ya al final del periodo de la tribulación)” (2Tes 2:3-4) Otro pasaje dice los siguiente: “También se le dio (al Anticristo) boca que hablaba grandes cosas y blasfemias (contra Dios); y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses (que es el periodo de la tribulación, propiamente dicha). Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo (o templo), y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos… (Esto nos indica claramente, que hay un momento en que él se siente vencedor)” (Ap 13:5-7) Y así también lo confirma otro versículo que habla figuradamente de la aparición del Anticristo; este nos cuenta de cómo él entra en un caballo blanco, símbolo de poder y gobierno, tiene un arco en su mano, que es símbolo de guerra, y aunque no es un genuino gobernante, Dios le concederá ese título, otorgándole una corona, y desde un principio él está destinado a tener éxito en su cometido y a vencer momentáneamente; el versículo dice: “Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer” (Ap 6:2)
Otros se inclinan por pensar que esos treinta días, de los que estamos hablando, será la duración de la guerra de Armagedón, que por supuesto, por todo lo que pasará en esa guerra, se asume que tendrá una cierta duración, y que no será un aniquilamiento instantáneo del Anticristo y sus seguidores; veamos algunas cosas, como ejemplo, de lo que pasará en esos días, y que podría resultar en apoyo a esta idea: “Tú pues, (Ezequiel) hijo de hombre, profetiza contra Gog (que es el Anticristo), y di: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti, oh Gog, príncipe soberano de Mesec y Tubal (que es una forma de decir ‘naciones del mundo’) Y te quebrantaré, y te conduciré y te haré subir de las partes del norte (probablemente desde Rusia), y te traeré sobre los montes de Israel (clara mención al apronte para la guerra de Armagedón); y sacaré tu arco de tu mano izquierda (se refiere a ese arco que traía en su aparición en Ap 6:2, y que es símbolo de la guerra), y derribaré tus saetas de tu mano derecha (es una forma de decir que, el poder de las armas del Anticristo, no podrán cumplir su cometido, tal como él piensa). Sobre los montes de Israel caerás tú y todas tus tropas, y los pueblos que fueron contigo; (y una vez que te haya aniquilado) a aves de rapiña de toda especie, y a las fieras del campo, te he dado por comida. Sobre la faz del campo caerás; porque yo he hablado, dice Jehová el Señor. Y enviaré (una lluvia de) fuego sobre Magog (otra forma de decir ‘mundo’), y sobre los que moran con seguridad en las costas (o mejor dicho, sobre los que piensan que viven en seguridad, allende los mares); y sabrán que yo soy Jehová” (Ez 39:1-6) Otro pasaje del Apocalipsis cuenta así esta escena: “El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente (o sea para facilitar el avance de los ejércitos del Anticristo y sus seguidores; que Ezequiel dice que vendrán del norte, y aquí dice del oriente, entendiéndose finalmente que los países más importantes que se unirán al Anticristo, están en el cuadrante noreste de Jerusalén). Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo (entiéndase bien que lo principal vendrá del noreste, pero en esta guerra, todo el mundo estará involucrado), para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza (este es una aclaración de que hasta esos días, mucha gente aún no aceptará la venida de Jesús; más cuando suceda, algunos entenderán tardíamente y se sentirán avergonzados). Y los reunió (el Anticristo, a los ejércitos del mundo) en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” (Ap 16:12-16) Hay muchísimos pasajes que hablan de los detalles de esa guerra, y por los que se deduce que para que sucedan tales cosas, evidentemente se precisa de un tiempo, por lo que estos 30 días incluso podrían ser pocos. Transcribiremos un último pasaje, que nos cuenta algunos de esos hechos: “Y esta será la plaga con que herirá Jehová a todos los pueblos que pelearon contra Jerusalén (o que se reunirán para la guerra de Armagedón): la carne de ellos se corromperá estando ellos sobre sus pies, y se consumirán en las cuencas sus ojos, y la lengua se les deshará en su boca (probablemente por el uso de algunas armas químicas o biológicas, que afectarán a muchos de esos ejércitos) (Otras versiones incluyen: ‘y la misma será la plaga en los caballos, camellos, mulos y asnos, y de todo el ganado que haya en esos campamentos’. Clara mención a que los pertrechos de guerra, y la logística, también serán afectados). Y acontecerá en aquel día que habrá entre ellos gran pánico enviado por Jehová; y (ese pánico, lo más probable es que sea producido por ellos mismo, por el peligro de hacer explotar esas armas letales en medio de ellos; porque dice claramente que) trabará cada uno de la mano de su compañero, y levantará su mano contra la mano de su compañero (o sea habrá tal confusión, y desacuerdos, que finalmente acabarán atacándose los unos a los otros)” (Zac 14:12-13)
Aunque uno de los pasajes que ya vimos, parece decir que Jesús matará al Anticristo, cuando dice: ‘Sobre los montes de Israel caerás tú y todas tus tropas, y los pueblos que fueron contigo; a aves de rapiña de toda especie, y a las fieras del campo, te he dado por comida. Sobre la faz del campo caerás’; hemos de ver que ésta es una metonimia, ya que al nombrar de manera personal al anticristo, en realidad lo que se quiere decir, es que caerá y terminará ese orgullo que él tiene, el proyecto y la osadía que ha intentado; pero en realidad el Anticristo será apresado vivo y junto con su ayudante, el falso profeta; ellos serán los primeros seres que recibirá el infierno, y solo aquellos que conformaron sus ejércitos serán pasto de las fieras; el Apocalipsis lo relata así: “Y (el Anticristo o) la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás (incrédulos y rebeldes) fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo (o sea Jesucristo), y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos” (Ap 19:20-21)
Estas pueden ser algunas de las explicaciones que se puedan dar para la aparición de esos treinta días adicionales, lo que finalmente llegaremos a saber con exactitud, solo cuando esas cosas sucedan. Pero aparte de esos treinta días de diferencia entre los mil doscientos sesenta y los mil doscientos noventa; aparecen otros cuarenta y cinco días más, pues dice: “Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días. Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días” (Dn 12:11-12) Como ya dijimos, es muy difícil dogmatizar a cerca de esos periodos que se mencionan aquí, pero es evidente que los sucesos de esos días tendrán en cuenta estos tiempos; muchos se inclinan por pensar que esos cuarenta y cinco días puede referirse a la duración del juicio de los santos o salvos; otros se inclinan por pensar que ese puede ser un tiempo en que se organice el gobierno de Jesús y toda la estructura de este, para poder ser un gobierno mundial de justicia y de paz; pero la verdad es que no tenemos como aseverar estas ideas, si bien diremos que hay al parecer varios periodos que están mencionados y que por supuesto sucederán al inicio de la era milenial, pero el orden o la relación de ellos, no se pueden dar claramente. Lo más importante en este caso, es esa bienaventuranza para aquellos que logren llegar hasta ese punto, pues dice: ‘Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días’; es como si el Señor nos tratara de decir: ¡Que felices serán!, todos aquellos que logren estar de pie en ese día. Y al decir de pie, no me refiero a que no murieron en los días de la tribulación, sino que fueron fieles a Jesús hasta ese momento, pues la Biblia nos enseña que aquel que cree en Jesús, aunque esté muerto vivirá (Jn 11:25).
Pero, retomemos el hilo de lo que veníamos diciendo; hablemos un poco de ese juicio que se mencionó y de los primeros hechos de la era milenial, pues independiente de los tiempos, estos hechos están descritos en la Biblia; uno de esos pasajes dice: “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años (o sea por todo el periodo de la era milenial); y lo arrojó al abismo (entiéndase bien que el abismo, no es el infierno), y lo encerró, y puso su sello sobre él (o sea el ángel pone un sello sobre el abismo, para que nadie salga de allí, pues allí estará junto con Satanás toda la gente incrédula, que murió a través de todas las edades, y también en los días de la tribulación), para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años (esto habla claramente que durante el milenio, no estará Satanás libre por el mundo); y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo (eso lo estudiaremos más adelante). Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar (o sea se conforma un tribunal); y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años (fíjese que aquí vuelven a la vida, solo aquellos que creyeron y fueron fieles a Jesús, durante sus vidas). Pero los otros muertos (y esta es una clara referencia a los muertos incrédulos) no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años (o sea, todos los incrédulos, volverán a vivir físicamente al final del milenio, y el motivo para eso, lo estudiaremos en su momento). Esta es la primera resurrección (o sea se llama primera resurrección, a la resurrección de los justos, y que se lleva a cabo antes de que empiece el milenio). Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte (que significa ser echado al infierno) no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años (o dicho de otra forma, pertenecerán al reino de Cristo, durante el milenio)” (Ap 20:1-6) El profeta Daniel, cerca de seis siglos antes que Juan y el Apocalipsis, también tuvo visiones a cerca de este asunto, él escribió: “Estuve mirando (porque esta es una visión del profeta) hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días (o sea Dios mismo), cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían (se refiere a los ángeles del cielo), y millones de millones asistían delante de él (asistían a ese juicio); el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que hablaba el cuerno (entiéndase aquí como cuerno, el Anticristo); miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego (una forma resumida de lo que pasará en la guerra de Armagedón y el destino del Anticristo, que como ya dijimos, finalmente será echado en el infierno). Habían también quitado a las otras bestias su dominio (estas bestias, aquí representan a la humanidad incrédula), pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo (o sea hasta los días de la tribulación, pues esta prolongación de la vida de esas bestias, es de alguna manera de lo que estamos hablando, es la prolongación de las diferentes dispensaciones y que tendrán su fin aquí). Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre (que es una visión de la segunda venida de Jesucristo), que vino hasta el Anciano de días (o sea Dios, el Padre), y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran (esta es una mención, del comienzo del gobierno mundial de Jesús); su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido (pues Jesús, no solo será el rey durante el milenio, sino que lo será por toda la eternidad)” (Dn 7:9-14) Sin embargo para reafirmar más la idea de Apocalipsis, Daniel también resalta, que este juicio solo será de los salvos, él dice: “Y veía yo que este cuerno (o sea el Anticristo) hacía guerra contra los santos, y los vencía, hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino” (Dn 7:21-22) Nótese bien, que aquí no se menciona a los incrédulos, pues ellos como dijimos, tendrán un juicio aparte, y que será al final del milenio; y que hasta ese tiempo permanecerán muertos y presos en el mismo lugar donde fue echado Satanás, o sea en el hades o abismo.


Este artículo continuará proximamente. saludos y bendiciones.

No hay comentarios: