Hebreos 1:1-2

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quién constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.











4 de mayo de 2010

Hudson Taylor


En lo más profundo del corazón de China
Autor: Janet y Geoff Benge

Janet y Geoff Benge nos cuentan que son autores con una experiencia de más de quince años. Ella es maestra de escuela primaria, y él es licenciado en historia. Ambos proceden de Nueva Zelanda y ahora viven cerca de Orlando Florida, en los Estados Unidos.
Nos presentan una breve biografía de este insigne misionero, cuyo nombre es Hudson Taylor, él fue un muchacho inglés, de baja estatura y de contextura más bien débil y enfermiza. ¿Por qué será que el Señor, escoge siempre a los más débiles? La Biblia, por supuesto tiene una respuesta: “lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte…” (1Co 1:27) Aunque en un principio no parecía interesado en todo aquello que se relacionara con el evangelio y con la iglesia, finalmente gracias a las oraciones de su madre, él se convirtió y Dios le puso una inquietud en su corazón, la de ir como misionero a China. En ese tiempo China era un país lejano y desconocido, pero Taylor nunca perdió el deseo de ir allá a predicar el evangelio; para lo cual, entendió que debía prepararse, y con mucho esfuerzo aprendió todo lo que le fue posible, leyendo todo tipo de libros, y también aquellos que hablaban de China, estudió la biblia y también trató de aprender aunque sea a descifrar la escritura de los chinos, lo que le fue muy útil en su trabajo como misionero en el país oriental. Él, como era hijo de un farmacéutico, entendió que debía tener un entrenamiento en medicina; y aunque no llegó en principio a recibirse como doctor, sí lo hizo unos años más tarde, cuando regresó a Inglaterra para recuperarse de una enfermedad. Hudson Taylor, tuvo que pasar por muchas pruebas que Dios le puso por delante; hasta que aprendió a confiar plenamente en la provisión de Dios, a esperar en él y a entender que no es según los planes del hombre, sino de acuerdo al plan de Dios. Pasó por necesidades, desengaños, hambre, enfermedad, y muchas cosas más; allá en la misma Inglaterra, antes de salir siquiera para China, Dios preparó a este joven, de tal manera que cuando llegara a su destino, el ya tuviera experiencia y determinación en hacer aquello, para lo cual Dios lo había llamado.
La primera vez fue solo, y al llegar a China, tuvo muchísimos problemas para establecerse. China era un país con algunos conflictos internos, y también había tenido conflictos con Inglaterra, como la guerra del opio; por lo que los chinos, no tenían buena disposición para aceptar a los extranjeros, y menos a los ingleses, a quienes llamaban ‘los diablos pelirrojos o diablos extranjeros’. Después de un tiempo al fin logró crearse un espacio para comenzar su trabajo, junto a otros misioneros que encontró allá; conoció a bastante gente extranjera que hacia negocios y otros que eran misioneros como él; incluso llego a casarse con una misionera de nombre María Dyer, la que fue su fiel compañera durante muchos años de trabajo y esfuerzo para hacer llegar el mensaje del evangelio en ese lejano país, y con la que también tuvo varios hijos.
La segunda vez que fue a China, ya recuperado de su enfermedad, Hudson Taylor no fue solo, sino que fue con muchos misioneros, en un proyecto que le había dado el Señor y que él llamó ‘Misión al interior de China’; con estos jóvenes misioneros, y un arduo trabajo, finalmente llegó a cubrir casi todo el territorio de la China. Hudson Taylor tuvo que regresar otra vez a Inglaterra, para estar con tres de sus hijos, que los había enviado allá, por las dificultades que tenía como misionero y también por la muerte de su esposa, quien había muerto por enfermedad. En Inglaterra se volvió a casar con Jennie Faulding quien era miembro de la misión al interior de China, y que viajó en el mismo barco en que Taylor llegó a Inglaterra; después de algún tiempo y con su nueva compañera, regresó a China para continuar su trabajo. Ya entrados los años, cuando tenía 68, otra vez se sintió enfermo y luego de pasar un tiempo de recuperación en las montañas de Suiza, volvió a quedar solo, pues también murió su segunda esposa Jennie. Taylor, pudo al fin cumplir su deseo de visitar otra vez China, esta vez pudo viajar en tren, el país ya había cambiado, pudo saludar a los miembros de la misión al interior de China que eran para esos días, unos ochocientos cincuenta; visitó orfanatos y hospitales que había fundado y nuevos centros misioneros, porque uno de los objetivos de los misioneros ingleses, era adiestrar nativos para que también sean misioneros en sus propio país, y así el evangelio creció. La misión al interior de China desde que se inició en Inglaterra, tenía como lema: ‘Ningún misionero recibiría salario. Todos confiarían en Dios para sus necesidades.’
Hudson Taylor murió a los 73 años, y fue enterrado a orillas del rio Yangtzé, junto a su esposa María, y junto a sus hijos Grace, Samuel, Noel y María, quienes también habían muerto en el transcurso de tantos años, su hija María fue la única que murió adulta, los demás eran niños; Noel era apenas un bebé cuando murió y a los pocos días también murió la madre y primera esposa de Taylor. Así este hombre de Dios, ofrendo su vida y la de varios de los miembros de su familia a la causa del evangelio, para salvar a mucha gente en China.
Siempre es bueno, y edificante leer las historias biográficas de estos héroes de la fe; para mí, ha sido un buen aporte a mi conocimiento y salud espiritual; y aunque el libro es bastante conciso, es muy ameno y absorbente. Debe ser leído, por cada creyente.

1 comentario:

Luis dijo...

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