Hebreos 1:1-2

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quién constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.











21 de mayo de 2010

Principios dispensacionalistas

A pesar de que el dispensacionalismo, es una doctrina que tiene muchos detractores, tenemos que decir en su defensa que muchas de aquellas cosas que se dicen en su contra no tienen tanto fundamento como se cree; y que lejos de ser éste un ataque que destroza los pilares del dispensacionalismo, más bien viene a reforzar sus bases; pues como no tienen una fundamentación clara, ni un fuerte respaldo bíblico, no han logrado hacer retroceder al dispensacionalismo, sino que más bien lo han animado y reforzado, a tal grado que muchos que antes lo combatían, ahora lo defienden. Es verdad que hay peligro de caer en todo momento dentro de falsas teologías y de falsas enseñanzas, pero aquí estamos hablando de algo que de alguna manera ha logrado vencer precisamente todas clase de adversidades para mostrarse como una enseñanza verdadera, con una mejor fundamentación bíblica, y como acabo de decir, la opinión contraria ha sido su evaluador, del que cada vez sale más airosa; y que, aquellos que aun discuten este asunto, de alguna manera son también dispensacionalistas, que aun no han entendido bien la lección. Es verdad también que dentro del mundo dispensacionalista, hay bastante variedad de criterios y hasta están aquellos que aceptan la idea con algunas objeciones y que prefieren no llamarse así; pues la riqueza de esta enseñanza es justamente eso; la libertad de considerar otras opiniones, aprender nuevas lecciones, de enfrentar cada día nuevos retos, y sufrir quizá la crítica y el rechazo de algunos; pero al conocer cada día más el plan celestial, cada vez sentimos que nos estamos acercando más a la gloria de nuestro Dios; como el mismo Pablo lo escribió: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Co 4:17) Reconocemos plenamente que no somos dueños de la verdad, pues estamos buscando con buena intención el camino, no podemos saber exactamente el cómo y el porqué, no hemos llegado a la meta; pero estamos en camino, y todo indica que el camino que hemos tomado es bueno, he aquí otra cita de Pablo: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces (cuando lleguemos a la meta) veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido (o mejor dicho, como Dios me conoció desde el principio)” (1 Co 13:12) Por esta razón, hemos querido exponer brevemente algunos principios o fundamentos en los que está basado el dispensacionalismo y que debieran ser considerados de manera más profunda, no solo por los que están en contra de esta doctrina, sino también por los que la apoyan.
Primeramente hablaremos de la ‘Evolución del pensamiento humano’. Esto para nadie es un misterio difícil de aceptar, porque es un hecho incluso científico; todos sabemos y podemos analizar esa evolución o avance en el pensamiento, no solo en el campo de la filosofía, sino también en el campo tecnológico, social y cultural. Sin duda la cosmovisión del hombre ha ido cambiando a través de las diferentes épocas en las que le ha tocado vivir, y aunque puede haber tenido algunos retrocesos como consideran algunos, por ejemplo en el caso de la gente anti diluviana, pero de todas maneras en cada era, el hombre ha tenido diferentes maneras de considerar a su entorno; estamos hablando de su entorno físico; y pondremos un ejemplo: Los recursos naturales. Para Adán era suficiente la producción de la tierra, pero para los hijos de Jacob, los bosques del Líbano eran muy valiosos; para la gente de la Edad Media, el petróleo no tenía ninguna importancia, y para los del renacimiento la energía atómica era completamente desconocida e inútil. Pero también debemos hablar de su entorno espiritual; porque la concepción de éste, también ha ido cambiando en el tiempo. Para Adán, las cosas debieron ser relativamente simples y llanas, él podía tener un contacto directo con Dios; aunque es difícil establecer a qué nivel se llevó a cabo ese contacto, pero la Biblia nos asegura que Dios hablaba con Adán en el Edén. Más no fue así para Abraham, que tuvo que salir de Caldea sin siquiera tener un rumbo fijo, solo confiando en las instrucciones de Dios; él obtuvo ese contacto, pero le fue mucho mas difícil, como dicen las escrituras: “El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho” (Ro 4:18); y hoy estamos planteando este tema, justamente porque ese peregrinar del hombre en busca de su único y verdadero Dios, es un camino difícil, y a pesar de que el hombre de hoy dispone de abundante información y tecnología, él aún debe seguir buscando a su Dios. Por supuesto que nuestros temores, nuestro conocimiento y nuestras dudas, no son las que tenía Adán o Moisés, todo ha cambiado y hoy pensamos muy diferente a nuestros antepasados, pero seguimos discutiendo este asunto; como dijo Salomón: “…este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él” (Ec 1:13). Por lo tanto, este aspecto del pensamiento humano diferente en cada época, no puede haberse escapado de la percepción divina; con toda seguridad Dios tomo en cuenta este asunto, y trató de crearle condiciones al hombre para que pueda entrar en comunión con él, en cada una de estas etapas de desarrollo de su capacidad de análisis y de conocimiento; porque Dios ama al hombre, y eso es quizá lo único que está completamente claro, no solo a través de la historia, sino que llega a ser la única realidad para aquellos que descubrieron ese amor, que es único y verdadero.
También tenemos junto con este avance en el pensamiento humano, una cada vez más profunda revelación de Dios hacia nosotros, en cada etapa Dios ha provisto de una forma adecuada de acercamiento para ese tiempo; porque Dios desea tener comunión con el hombre, aunque no ha sido ni es así, la conducta del hombre para con él. Por supuesto que hay excepciones y que han sido muchos los que han gozado de estas oportunidades y han podido vivir en la cercanía de Jehová y de acuerdo a su deseo en las diferentes épocas de la historia, y en los diferentes niveles de percepción divina. Nuestro amoroso Dios ha ido descubriendo de a poco esa luz, ese conocimiento de él; cada circunstancia de la historia él la ha ido convirtiendo en una profunda lección para el hombre, donde tiene la oportunidad de entender cada vez más, cual es su verdadero plan y cuál es la posibilidad que le da, de gozar plenamente esas promesas casi increíbles para él. Estamos plenamente conscientes, que a pesar de ese avance en su revelación, a pesar de haberse acercado cada vez más a nosotros, todos parecemos mucho mas confundidos; por eso es necesario organizar nuestras ideas, y lejos de contribuir al enredo, debemos hacer fuerza para esclarecer estas verdades, y estar así cada vez más animados a luchar y vencer, porque la lección del mundo está ahí, y cada vez es más clara. Ya allá en el lejano pasado, nuestro hermano Job, describió este propósito de Dios así: “El descubre las profundidades de las tinieblas, y saca a luz la sombra de muerte. El multiplica las naciones, y él las destruye; esparce a las naciones, y las vuelve a reunir. El quita el entendimiento a los jefes del pueblo de la tierra, y los hace vagar como por un yermo sin camino. Van a tientas, como en tinieblas y sin luz, y los hace errar como borrachos” (Job 12:22-25) Eso de andar a tientas y como borrachos, no es culpa de Dios, sino que nosotros somos los que a veces nos perdemos, y lejos de aunar nuestras fuerzas y luchar contra el mal, nos dividimos y nos embarcamos en vanas discusiones; pero no todo es malo, pues en realidad hay un avance, no todo es oscuridad, hay bastante luz. Si la humanidad fuera una persona, podríamos decir que ella está llegando a su adultez; después de haber pasado por la infancia, donde esperaba inocente la mano de su Dios; luego la pubertad y la adolescencia, con esos sus impulsos desconocidos y grandes cambios; después la juventud, con ese ímpetu y fuerza casi irreverente; ahora ya todo está más calmado, lo entendemos mejor, y ojalá hayamos aprendido la lección. Pablo escribió metafóricamente de un aspecto de este desarrollo de la humanidad, él dijo: “Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. Así también nosotros (la humanidad), cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gal 4:1-7) Esta revelación gradual de Dios hacia el hombre, la confirma en muchos pasajes la Biblia, dándonos a saber que muchas de las cosas que hoy sabemos y entendemos, nuestros antepasados, no las pudieron ver ni discernir, tornándose para ellos en verdaderos misterios; otra vez acudimos a una cita de Pablo: “Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe” (Ro 16:25-26) Esta es pues entonces, la revelación gradual de Dios para el hombre, y también es el deseo de Dios que así sea, para que el hombre lo pueda adorar y conocer de acuerdo a su capacidad en cada era de la existencia humana.
También tenemos que definir aquí los conceptos de edad y de dispensación. La Biblia nos habla claramente a cerca de ello, dándole la definición que corresponde; tengamos en cuenta entonces, que una edad, o tiempo o siglo, como a veces se refiere la Biblia, es un cierto periodo de tiempo, en el que el hombre ha tenido una forma de vivir o de pensar, con respecto a Dios. He aquí unos breves ejemplos de ello: “El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos” (Dn 2:21). “En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos” (Hch 14:16). “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hch 17:30). Y así, hay muchos pasajes en los que se puede ver con toda nitidez, que el trato de Dios para con el hombre ha ido cambiando, en determinados tiempos a través de la historia; hablamos así del tiempo de los gentiles (Lc 21:24), los tiempos de la ley, los tiempos de la iglesia (Heb 10:9-10), los postreros tiempos (1Tim 4:1), etc.
Luego, es preciso también definir las dispensaciones, que no son precisamente periodos de tiempo como otros creen y discuten; sino que una dispensación es una forma de administración o un encargo de mayordomía de Dios hacia el hombre, a cerca de las condiciones o lineamientos que Dios le ha dado al hombre en determinada época o edad; lógicamente esto se refiere a la relación deseada por Dios con su creación hecha a su imagen y semejanza o sea nosotros, los humanos. Así para la edad edénica, las reglas para nuestros primeros padres, fueron pocas y sencillas, pero ellos en esa simpleza debieron demostrar su fidelidad a Dios dentro de ese marco de condiciones que se les había puesto allí; y que como sabemos, no lograron administrar de buena manera y fallaron. Luego en los tiempos de la elección de Israel, como otro ejemplo; ellos recibieron la ley de Moisés por la que debían regirse, y aunque tampoco la pudieron cumplir a cabalidad, tal como Dios lo requería; pero esa era la regla, esa era la condición para ellos. Independientemente, de que se cumpla o no se cumpla, queda claro que las reglas para Adán, no eran las mismas que para el pueblo de Israel, como tampoco lo son hoy para nosotros; y es a ese cambio de condiciones que Dios le ha dado al hombre, a lo que llamamos dispensación; y que por supuesto, casi siempre coinciden con una época o tiempo bíblico. La palabra ‘dispensación’, viene de la palabra griega ‘oikonomia’, y que tiene relación con la economía, la administración o el manejo de cierto bien; y eso es precisamente a lo que llamamos dispensación; la opción que le da Dios al hombre de administrar o manejar una forma de tener comunión con él, de obtener su salvación y una vida para siempre; todo esto de acuerdo al tiempo en que Dios así lo ha manifestado, para cada época en que el hombre a estado en sus diferentes niveles de capacidad de discernimiento, de análisis y de aceptación del nuevo medio que Dios le ha dado. Cuando de alguna manera concluimos que hay épocas diferentes en el trato de Dios con el hombre, en que hay diferentes leyes u opciones de salvación para el hombre; cuando aceptamos que el conocimiento que hoy tenemos a cerca de Dios, es diferente al que tuvieron los anti diluvianos o los judíos, estamos aceptando el dispensacionalismo, y estamos seguros que nadie puede concebir su relación con Dios sin estar consciente de esto; por lo tanto, esta comprensión, es lo que hace que el dispensacionalismo tenga cada vez más aceptación.
Otra de las bases en que se asienta el dispensacionalismo es la clase de interpretación bíblica que emplea; estamos hablando de una interpretación normal, literal, histórica y gramatical. Normal quiere decir, que se busca el sentido llano de las expresiones, sin buscarles un segundo significado o uno aparente, que por supuesto podría existir pero nunca se superpondrá a aquel que es el normal y llano de la expresión, aquel que es dado por el sentido común y de acuerdo con el contexto. Una interpretación literal, es aquella que le da su verdadero valor a cada expresión, cuidando su contenido literario, filológico y cultural. Además debemos notar en este punto, que se requiere de una interpretación literal consistente; o sea, no podemos emplear la literalidad, solo donde nos conviene o donde creemos que es necesario; y en otras partes, apartarnos completamente de este marco y trasladarnos a un plano alegórico, como lo hacen los otros sistemas de interpretación. El sentido histórico, viene dado por el respaldo de los hechos históricos, tomando en cuenta las costumbres, el medio en el que vivían aquellas gentes, los recursos y estilos literarios de ese tiempo, la intención del autor con respecto a la sociedad para la cual él escribió bajo la inspiración del Espíritu de Dios. El sentido gramatical viene dado por el respeto de las reglas de la gramática; el uso correcto de las figuras de dicción, los recursos literarios y sintácticos que reclama cada pasaje de manera normal, sin forzar el curso de la idea; pues el interprete bíblico debe entender que Dios, no pretende presentarse como un ser completamente misterioso, sino como un ser real y verdadero, y con una verdadera intención de tener comunión con el hombre. Esta clase de lectura interpretativa, es la única forma de llegar a conocer al Señor; pues si cuando leemos la Biblia, comenzamos a forzar su contenido hacia un campo donde creemos que Dios nos quiere llevar, interponiendo en nuestra lectura bíblica nuestros prejuicios y nuestras intenciones, entonces lo más probable es que lleguemos allí donde queramos llegar; pero no al destino al cual Dios nos propone trasladarnos. Es por esto, que muchos de los que leen la Biblia, piensan que han encontrado la verdad; porque al leerla de la forma que ellos propusieron, hallan relación entre sus pensamientos y la lectura y les parece que están pisando un terreno firme, pero sin embargo, solo están parados en sus propias ideas y pensamientos, y de alguna manera tenemos que aceptar que Dios mismo hizo la Biblia de esta forma, para que aquellos que lo buscan bajo sus propios deseos y concupiscencias, no lo puedan descubrir; uno de sus pasajes expresa esto así: “Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad” (Is 6:9-10); esa sanidad de la que habla en pasaje por cierto, es la del alma.
Esperamos haber contribuido, aunque someramente, a satisfacer la inquietud de aquellos que nos siguen, y que de alguna manera nos han hecho llegar sus inquietudes a cerca de estos tópicos, que por supuesto son muy profundos y extensos de explicarlos; pero nos hemos esforzado en escribir algo más conciso y en la medida que podamos seguiremos tocando de esta manera cada tema que se nos presente.
Que el Señor derrame sobre usted, sus más ricas bendiciones. Amén.

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