Hebreos 1:1-2

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quién constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.











15 de octubre de 2010

Las limitaciones de la ciencia


Un creativo enfoque científico a lo desconocido
Autor: J. W. N. Sullivan
A Mentor book
Publicado por: The new American library.

John William Navin Sullivan fue un matemático, filosofo, músico, periodista y escritor de divulgación científica, muy reconocido y apreciado por la sociedad como uno de los hombres más talentosos de su generación, y también porque no decirlo de aquellos que vinieron después de él; a cerca de este hombre al momento de su muerte, la revista TIME, comentó: “Es uno de los cuatro o cinco hombres más brillantes de la historia, que han interpretado el mundo de la física, para el hombre común” En realidad este libro fue escrito hace algo más de medio siglo, y en el J. W. N. Sullivan, nos habla de lo que en sus días se conoce a cerca de la expansión del universo; del misterio que viene a ser para nosotros todo lo que está relacionado con la materia, con su origen, su constitución intima, y las leyes que la gobiernan; de la teoría atómica que él conoce y que por supuesto, era un tanto diferente de la que hoy se enseña; él toca el tema del pensamiento humano a cerca de todo lo que hemos descubierto, y a cerca de todo lo que nos rodea, especialmente en el terreno científico. Nos trata de hacer ver, cuanto es realmente lo que sabemos acerca del origen de las cosas; pues, se nos hace que hemos avanzado tanto, pero… ¿cuánto es realmente lo que la ciencia ha contribuido a desentrañar este gran misterio? Se anima a decir que hasta los días en que él vive, el universo científico es mucho más misterioso de lo que ha sido en otros tiempos de la historia del pensamiento humano; pues aunque el conocimiento del proceso de la naturaleza es mucho mayor de lo que jamás antes se ha conocido; en cierta manera ese conocimiento es mucho menos satisfactorio hoy, de lo que fue el sencillo pensamiento de los antiguos cavernícolas, para quienes las cosas parecían estar mucho más claras. Sullivan nos muestra como es la naturaleza de nuestra mente, porque se han construido ciertos pensamientos o ciertos conceptos; y de cómo la ciencia es incapaz en algunos aspectos de contestarnos las interrogantes que han surgido en el transcurso de nuestras investigaciones y descubrimientos. Él habla del valor que tiene la ciencia en la humanidad y que cosas supuestamente le esperan al hombre en el futuro.
Como ya se dijo, este libro es un tanto antiguo, pero el valor que él toma para nosotros que no somos contemporáneos de J. W. N. Sullivan, es precisamente el tiempo que ha transcurrido desde su edición, en el cual nos damos cuenta que las cosas son casi idénticas de las que tenía en frente este autor. La ciencia ha avanzado un tanto, se han acuñado nuevos conceptos, se aplican quizá nuevos principios, y se han presentado nuevas teorías; pero aún así, no hemos llegado a ningún lugar seguro, aún no pisamos terreno firme, seguimos en discusiones, y lo más probable es que de aquí a otro tanto de tiempo, estemos bajo el mismo velo de misterio que se encontraban los hombres contemporáneos de Sullivan.
Creo que la mayor dificultad, para tomar confianza en el mundo científico, es precisamente el que plantea Sullivan; en que nuestro conocimiento está basado solo en teorías, y ellas no son verdades, sino solo teorías; y aunque estas nos han servido mucho para ir avanzando en nuestro objetivo de desentrañar el misterio de lo que nos rodea, el solo hecho de no haber llegado a ninguna parte, es un elemento muy fuerte que nos impide tener plena confianza en lo que estamos haciendo, y como él dice, una teoría científica, es solo un trabajo hipotético exitoso. Es altamente probable, como dice el autor, de que todas las teorías científicas estén equivocadas. Aquellas que hemos conocido y estudiado, varían mucho dentro de los reales límites de la observación; y así, la verdad llega a ser solo un hecho pragmático. Esto quiere decir que una buena teoría científica descansa sobre hechos conocidos, y si nos permite predecir algunos nuevos, estos tendrán que ser inevitablemente verificados por la observación. Por ejemplo la teoría de la gravitación de Newton, se basó dentro de los límites de observación de los movimientos estelares de esos días. Subsecuentemente, esto les permitió a Adams y a Leverrier, predecir la existencia de un planeta desconocido hasta ese momento, Neptuno. Y ese hecho, nos da la sensación de que estamos en una carrera muy exitosa y es un muy buen ejemplo de lo que se puede conseguir con una teoría científica. Pero una observación más profunda, muestra que esa información no fue lo suficientemente precisa como para establecer el movimiento del planeta Mercurio, y esto nos hace ver que lo que se decía acerca del movimiento de los planetas, solamente parece una información ‘completa’ porque en esos casos las afirmaciones a cerca de los movimientos predichos estaban bajo esos límites de observación.
Los científicos de esos días trataron de remediar los defectos de la teoría de Newton, pero al final no pudieron superar ninguna de sus dificultades. No fue, sino hasta que Einstein, introdujo de lleno una nueva teoría, que esas dificultades se aclararon; y esa nueva teoría, se basa completamente en nuevos conceptos. Ahora sabemos que el conjunto de ideas con las que partió Newton, aunque fueron hábilmente manejadas, no pudieron realizar todo el trabajo para el cual fueron concebidas. Probablemente sea difícil encontrar otra instancia de cambio tan fundamental como esta, en la historia de las ciencias; aquí tenemos la modificación de una teoría, que no se hizo paso a paso, sino que fue el borrón completo de una y el establecimiento de otra, para poder mantener la fundamentación de la perspectiva científica. Uno de los puntos de vista de la teoría newtoniana, que se deja atrás es la insistencia de una formulación completamente matemática de la naturaleza. Otra de las instancias, quizá menos marcada, pero no por eso menos radical entre otras, viene dada por la suerte que corrió la teoría del éter. Me adentrare un tanto, para hablar sobre este medio universal llamado éter, el cual fue postulado principalmente, para explicar la propagación de la luz. Como sabemos la luz, demora ocho minutos para llegar hasta nosotros desde el sol, pero ¿Cómo se transmite? Era la pregunta en los días de Newton. La hipótesis de que la luz consiste en pequeños corpúsculos expelidos desde el sol, paso a ser completamente insatisfactoria; y así, se desarrollo una nueva teoría de que la luz es ‘alguna clase de movimiento de ondas’. Pero aceptar que la luz es un movimiento de ondas, implicaba por supuesto tener también un medio en el cual esas ondas puedan viajar. Y nació casi de manera natural la interrogante, ¿cómo está constituido ese medio en el que viaja la luz? Se concibió primeramente, sobre la base de experiencias previas, un medio extendido y no muy perceptible, una suerte de gas que llenaba el universo, pero ciertos experimentos demostraron que esta teoría es inadmisible; y así nació la idea del éter, que vino a ser una especie de una inmensa gelatina que lo llenaba todo, y fue aceptada porque esto se adaptaba mucho mejor a los hechos observados en el laboratorio.
Pues, así como la teoría de Newton paso a la historia como una que a pesar de que disipó muchas de nuestras dudas y a pesar de que con ella logramos ciertos avances, tuvo que finalmente ser reemplazada por otra que mejor se ajustaba a nuestros nuevos descubrimientos y nuestros nuevos conceptos acuñados en nuestra mente; así también seguirá sucediendo en el futuro al hablar de nuevas ideas a cerca de todo aquello que nos rodea. Como dice Sullivan, finalmente todo científico que le tocó vivir su tiempo, estaba medianamente convencido de que estaba contribuyendo a la ciencia con algo espectacular; pero más tarde, y aunque él quizá nunca lo supo, todo eso que hizo y dijo, paso a considerarse algo equivocado; pues los nuevos descubrimientos se encargarán de demostrarlo. Pero así también, en su tiempo cada científico debe considerar que a no ser por las ‘falsedades’ que dijeron otros anteriormente; él, jamás podría haber descubierto algo nuevo. Se piensa por ejemplo, que si Einstein hubiese sido contemporáneo de Newton, a lo mejor que habría aspirado, es a apoyar lo que hizo y lo que dijo este último, y nada de lo brillante de su teoría habría sido conocida y enunciada por él. Quizá algún otro habría postulado lo que dijo Einstein, o quizá nadie lo habría hecho; y estaríamos embarcados en un panorama científico completamente diferente del que ahora tenemos.
Otro de los grandes misterios, que está sin contestar por la ciencia, es ‘el origen de la vida’; y así como las teorías en otros campos de la investigación, el pensamiento humano ha vagado por diversas hipótesis en diversas etapas de la historia de la humanidad; partiendo desde la antigüedad, y pasando por esas ideas medievales de que la vida surgió espontáneamente, así como surgen los gusanos en una carne descompuesta; llegando hasta Pasteur, quien echó por tierra esa idea, y bajo minuciosa observación estuvo en condiciones de decir que era una conclusión muy equivocada. La vida solo puede surgir de la misma vida, dijo él; pero aún así, a pesar de que creemos que esa es una muy buena respuesta, ella no contesta nuestra inquietud básica. Pero…, para los científicos un tanto más modernos, fue preferible pensar que la vida surgió de ‘alguna manera’ (que aun no podemos descubrir) desde la materia inorgánica, y todo por supuesto, estrictamente de acuerdo con las leyes de la física y de la química.
Independientemente de cuál sea nuestra idea del origen de la vida, de alguna manera se acepta que esta fue básica o simple en un principio; así que nos vemos en la necesidad de contestar la pregunta de ¿cómo llegó entonces a ser como hoy la conocemos? La aceptada enseñanza de que hubo una progresión gradual, desde un ancestro semi-mono hasta un hombre moderno, deja sin contestar una de las más infranqueables interrogantes: ¿En qué momento de ese proceso, dicho ser adquirió un alma? De acuerdo a observaciones, hay una enorme diferencia no solo en el campo fisiológico, si no tan bien en el psicológico y espiritual; aún si tomáramos en cuenta a los más modernos monos, y la inteligencia de los hombres más ancestrales o de las razas o pueblos más simples de la humanidad, todos quedaríamos completamente seguros de que no hay ni un solo punto de comparación entre unos y otros. Y de acuerdo a lo que se ha investigado, no ha habido un desarrollo o perfeccionamiento de la inteligencia humana en todo lo que se conoce hasta ahora; el hombre solo ha tenido un aumento en su conocimiento, y ha avanzado en su técnica; pero su inteligencia y su espiritualidad, su capacidad emocional y sicológica, se han mantenido sin variación a través de los siglos. A los cavernícolas les emocionaba tanto una pintura simple en la pared de una cueva, o el sonido de un pedazo de bambú; como lo haría hoy un original de Picasso o la melodía de una orquesta sinfónica en un famoso teatro. La belleza la puede encontrar el hombre en las leyes de la física, pero también en la salida del sol, o en la sonrisa de un niño. Y así, al hablar de evolución, nos damos cuenta de que también en este campo, hemos ido de un lado a otro, tratando de desenredar la madeja y de contestar nuestras preguntas. De acuerdo a Lammarck, los cambios que ocurrieron en un animal, se produjeron por el uso y el desuso de sus miembros; los órganos que fueron especialmente ejercitados, llegaron a tener con el tiempo un desarrollo especial; y así en cada ambiente diferente, el animal fue teniendo un cambio gradual. Pero vino Darwin, y nos propuso otra teoría, la de la evolución por selección natural; él dijo que siempre hay diferencias individuales en los miembros de una misma especie y que siempre hay una lucha para lograr la existencia; y de acuerdo a este pensamiento, solo sobrevivieron los mejor dotados. Luego hay más, pues están aquellos que intentan hacer una mezcla de todo lo que se ha dicho; pero la verdad es que ni siquiera los científicos logran ponerse de acuerdo, en cómo surgió este sistema de vida tan equilibrado que hay en este mundo; y menos podrán demostrar con hechos algo que enuncian en sus teorías. El autor incluye un fragmento de un poema que me parece que grafica nítidamente lo que acabamos de decir, éste reza:
Una nube de fuego y un planeta,
Un cristal y una célula.
Una medusa y un lagarto
Y las cuevas donde vive el cavernícola;
Luego el sentido de justicia y belleza,
Y un rostro que emerge de la tierra―
Algunos la llaman evolución,
Y otros lo llaman Dios…
¡Esa es finalmente la gran disyuntiva de la humanidad! J. W. N. Sullivan, por supuesto no lo plantea así, pero el planteamiento que él hace, es completamente aceptable; pues al final, la ciencia llega a ser insatisfactoria en muchos de los campos de la investigación. Y aunque muchos al parecer, se muestran completamente dispuestos a seguir incondicionalmente a la ciencia; los que nos planteamos aspectos diferentes dentro del panorama humano, por alguna razón ―que nosotros conocemos, y que ellos no― hemos llegado a conocer que en lo más profundo de su ser, el hombre tiene un gran potencial que no ha descubierto; llámese este, sicológico, emocional, místico, espiritual, o como sea que se lo llame, es un campo en el que también podemos navegar, y en el que también podemos llegar a hacer grandes descubrimientos, y es precisamente en este campo donde los seres humanos pueden llegar a saborear la verdad. Es cierto que aquí también han incursionado muchos, y muchos son los conceptos que aquí se manejan; pero la verdad es que el alma del hombre navega en esta dimensión, y es aquí donde el hombre finalmente puede descubrir a Dios; aquí puede el hombre obtener satisfacción plena para su vida, y es en esta esfera donde está oculto el correcto sentido y propósito que Dios tiene para cada ser humano; aquí es finalmente donde el hombre encontrará la respuesta a todas sus interrogantes.
Ha sido bueno para mí muy bueno leer un libro como este, de los que no hay seguramente muchos; donde el autor es un hombre de ciencia, y donde pone a propósito su lado más sencillo y honesto hacia el hombre común; y acepta de buena gana, que estamos casi ahí mismo, donde algún día en la historia partimos; casi nada hemos logrado, y tampoco podemos dar seguridad, de que en el futuro lo haremos.
Si usted lee este libro, puede que no llegue a las mismas conclusiones que yo he llegado; pero le garantizo de le entretendrá y le confrontará con esta gran disyuntiva, y creo que también le será de mucho provecho. Un abrazo, y que Dios los bendiga muy grandemente.

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