Hebreos 1:1-2

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quién constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.











1 de agosto de 2010

La dispensación de la ley

Después de la muerte de Abraham y de Isaac y luego de haber ido a parar a Egipto, los israelitas están conscientes de que algunas de las promesas y advertencias que Dios les hizo a sus antepasados, se han cumplido plenamente; por ejemplo, ellos son ahora muchísimas familias y saben muy bien que descienden de Isaac hijo de Abraham; y luego de haber estado más de cuatrocientos años esclavizados en Egipto, ellos saben que esto también fue dicho por Dios a Abraham (Gn 15:13). Por otro lado, también debemos notar que a estas alturas de la vida humana, la idea de reglas de convivencia, de legalidad y otras formas de pensar, se han ido estableciendo desde hace mucho tiempo y en muchos países; los hombres ya en los días del rey babilonio Hammurabi (1760 a.C.), han podido establecer reglas o leyes con respecto a muchos aspectos de la vida cotidiana, y estas leyes casi siempre se consideraban de carácter divino, de hecho se depositaban generalmente en los templos, y en la mayoría de los casos se cumplían para dar satisfacción a esos dioses. Y, por supuesto, por medio de tales leyes, los gobernantes podían juzgar y regular la vida dentro de sus territorios. En los días de Israel en Egipto, tiempo hace ya, que se ha introducido el concepto de castigo por incumplimiento de algunas reglas, el concepto de pacto de convivencia entre algunos reinos, y la conciencia de que el más poderoso gobernará sobre el más débil. Por otro lado tenemos la desarrollada idea de deidad, y el debido respeto y devoción a aquello que se concibe como dios; muchos pueblos, como los mismos egipcios que han esclavizado a los israelitas, tienen sus propios dioses a quienes ofrecen sacrificios y hacen diferentes ritos intentando obtener de ellos favores, protección o calmar su ira en caso de haber incumplido alguna regla, que puede incluso no haber sido escrita, pero estaba claramente establecida, por la lógica, la razón y la psicología de aquellas gentes. Y finalmente, toda concepción de gobierno, llámese, faraón, rey o emperador, tenía una cierta connotación de dios, así algunos fueron venerados y temidos incluso hasta mucho después de su muerte.
Al finalizar ese periodo de cuatrocientos años que Dios le había anticipado a Abraham, los israelitas se encontraban muy oprimidos y su clamor era para Jehová, el Dios de sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob (Ex 3:7-8). Este clamor por supuesto que era escuchado y conocido muy de cerca por el verdadero Dios del universo, por lo que decidió enviar a Moisés a sacar de allí a los descendientes de Abraham. Una vez que fueron libertados, ya en el desierto era necesario darle a ese pueblo una identidad, tal como la tenían los otros pueblos, una relación cercana con su rey, y con su Dios; junto a quien se hallaran seguros, por medio de quien se hallaran en sana convivencia, de quien pudieran esperar toda provisión, junto a quien pudieran conseguir la victoria frente a los eventuales enemigos, y por quien pudieran ser también castigados frente a eventuales faltas; tal como lo hacían los otros pueblos de los cuales ellos tenían conocimiento. Este es el momento que ha elegido Dios desde antes de la fundación del mundo, para introducir la necesaria ley y el correspondiente castigo en caso de ser infringida por su pueblo, que por ahora lo constituyen solo los descendientes de Abraham.
Dios en ese su infinito amor, y entendiendo la capacidad del hombre de esos tiempos, usa muchas de las reglas, preceptos y costumbres que ya han sido usadas por otros pueblos, y no es precisamente en esta etapa o dispensación que comienza a hacer eso como lo hemos explicado otras veces, sino que siempre lo ha hecho, y no lo ha hecho por que no tiene capacidad o imaginación para guiar a su pueblo; sino que Dios en su amor ha ido adecuando su plan al desarrollo de la consciencia y la razón humanas, porque es a ellos a quienes desea darse a conocer y es con ellos con quienes quiere llegar algún día a convivir plenamente. Tampoco se puede hablar de una contingencia; o sea, Dios no está adecuando su plan a la conducta del hombre, porque no tiene otra forma de hacerlo, sino que, lo que está haciendo es parte de su eterno plan; Dios conoció toda la evolución del pensamiento y conductas humanas desde antes de la creación del mundo, y así, a través de ese conocimiento previo fue diseñado su plan, y ahora solo está aplicando lo que ha sido planificado; habiendo dejado por supuesto que sea el hombre en ese su libre albedrio, el que desarrolle la parte que le corresponde. Por ejemplo cuando hace pacto con Abraham, luego de prometerle que la tierra de Canaán seria para él, Abraham dijo: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? (Gn 15:8) Ante esta pregunta tan directa, y quizá ante la imposibilidad de convencerlo, Dios empleo un rito de compromiso en el que se interponía la sangre de animales entre los que hacían la promesa, para asegurar que aquel que fallará en cumplir su palabra, moriría igual que esos animales, esa era una de las formas más seguras de hacer pactos o contratos en esos días; y el Señor no tiene ningún inconveniente en usar ese rito para hacerle entender que él cumpliría su palabra, pues como usted puede leer en ese pasaje, Abraham no es obligado a pasar por entre medio de los animales muertos, haciendo él también promesa de que cumpliría su palabra, pues de alguna manera el trato era unilateral, solo era una promesa de Dios hacia Abraham. Otro ejemplo, lo tenemos solo dos capítulos más adelante (Gn 17:1-14), donde Jehová evoca el pacto que ha hecho, de ser el Dios de Abraham y de su descendencia, y que la tierra de Canaán sería para sus hijos para siempre; y en esta ocasión ya no es una promesa de Dios de que cumpliría su palabra, sino que se busca una señal de que los israelitas aceptan ese pacto con Dios, y para esto también se usa un sistema que ya usan algunos pueblos para demostrar a sus dioses que ellos se mantendrían en limpieza de conducta, en fidelidad, obediencia y temor de su dios; pues hay que decir que en algunos pueblos, la circuncisión tenía incluso una connotación de castidad o limpieza sexual; así también el verdadero Dios toma esta costumbre y la establece entre los descendientes de Abraham para indicar que ellos se identificaban plenamente con Jehová, se mantendrían alejados de la maldad y en temor del Dios de Abraham. Ellos entienden que la idea de fidelidad a Dios, es así como una esposa debía ser fiel a su marido, o sea amar, adorar o temer a otros dioses o ídolos, viene a significar traición a Jehová; la idolatría viene a ser el símbolo de la fornicación y el adulterio. Ser circuncidado entonces, significaba guardar de todo corazón la ley de Dios, amarle y adorarle solo a él, aunque este concepto demora mucho más tiempo en ser instalado plenamente en la mente de los hombres, a tal grado que es Pablo el que aun tiene que hacer alguna explicación con respecto a esta materia, en una dispensación posterior (Ro 2:25-26, Gal 5:1-6, Col 2:11, etc.). Por esta razón también cuando Dios dijo a Abraham, que sacrificara a Isaac, éste no cayo desmayado del impacto por la crudeza de tal petición; pues habían muchos pueblos que ya hacían este tipo de sacrificios, en temor a los dioses que ellos tenían, ellos ofrecían sus hijos en sacrificio, ya sea, para calmar la ira de ese supuesto dios, o para lograr algún favor o demostrar obediencia. Es por eso que Abraham toma a su hijo y camina hacia el monte donde se dispone a realizar el sacrificio que le había pedido Dios (Gn 22). De allí, de los otros pueblos que conocían los israelitas, también tomó Dios el uso de la sangre de animales en algunos ritos, el concepto de puro o inmundo frente a algunos actos, o el comer carne de algunos animales o el visitar algunos lugares; el uso de inciensos, el uso de vestimentas especiales en los sacerdotes, y así podemos citar muchos ejemplos en los que ha sido el hombre el que ha tomado la iniciativa de usarlos y darles un cierto sentido de santidad o de pecado, y luego por supuesto Dios, le puso un sello personal a muchas de esas costumbres, y se las dio al pueblo de Israel, para que se identifique con su Dios, y así también le siga, le obedezca y le tema.
Todos estos antecedentes están presentes en cada israelita en los días en que ellos se encuentran al pié del Sinaí, y es allí donde Dios les da sus leyes y preceptos, y les promete que si las cumplen ellos serán favorecidos de sobremanera por Dios; pero si las olvidan y no las respetan ellos también serán castigados y tendrán muchos problemas. Junto con esas leyes, también Dios les dio un tabernáculo donde pudieran adorar y ofrecer sacrificios para él, les dio muchos ritos, les dio sacerdotes y sus vestimentas, altares, comidas, fiestas, etc.; todo fue traído de alguna manera de los otros pueblos, y adaptado por supuesto a una forma exclusiva, que Dios en su sabiduría dio al pueblo de Israel; para que sepa que Jehová no estaba lejano a ellos y que estaba en condición de ser su rey y su Dios, y de suplir toda clase de favores y necesidades, tal y como estaba grabado en la mente de cualquier ciudadano del mundo de aquellos días.
Por supuesto que a los ojos de aquel que no conoce a Dios, eso puede parecer como ingenuo y como muy sencillo de parte de Dios; pero Jehová no lo hizo así, porque no tenía una mejor idea de cómo hacer que los israelitas lo adoraran, o porque no pudo encontrar una mejor manera de relacionarse con ellos; sino que Dios lo hizo porque hasta esos días era la única forma de que la gente pudiera entender una relación con su dios; y si somos realistas, hasta el día de hoy eso continúa así. Y aunque en cierta forma, solo es una copia de lo que ya hacían los otros pueblos, Dios de todas maneras puso un sello exclusivo en cada uno de estos ritos, leyes y costumbres; y también porque él es un Dios de verdad, es que aquellas cosas tomaron más protagonismo y calaron más hondo en el corazón del pueblo de Israel. Muchas de las indicaciones que Dios hizo en la ley de Moisés, está comprobado que tuvieron una base científica en cuanto a la salud, tanto física como mental; Dios les enseño a hacer un buen uso de los recursos naturales, recibieron pautas para una buena administración económica, y fueron inducidos a vivir en real armonía y paz, porque Dios tuvo verdadero cuidado de ellos; muchas de las leyes de Moisés, han sido tomadas como base para las leyes de los pueblos modernos, porque son conceptos mucho más justos y profundos; muchas de las promesas de Dios para ese pueblo se llevaron a cabo tal y como Dios lo había dicho, ya sean cosas de bendición o de castigo; lo que por supuesto no es posible ver en los ritos de aquellos que no son dioses, muchas de esas costumbres, solo llevaron a los pueblos a la degeneración sexual, a fomentar la esclavitud entre los pueblos; nada de lo que sus profetas o sacerdotes profetizaron fue llevado a la realidad, y ninguno de esos pueblos permaneció en el tiempo, ni conservó sus leyes y costumbres; porque lo que se dijo que era una ley divina y lo que se vertía en esos altares, solo era deseo de hombres. Esta situación, por supuesto que lleva a confusión a aquellos que no creen en Dios y no saben nada de sus planes de amor para con el hombre, pues les parece que los israelitas habrían inventado su propio dios en el desierto, y ellos habrían sacado mucho de las costumbres de Egipto y de otros pueblos para inventar la historia de que Jehová les dio esas leyes y preceptos, siendo que es muy claro que esas costumbres e ideas también las tenían otros pueblos; y los más lamentable es que muchos de los que dicen creer en Dios, también son contaminados con esta idea.
Esta ley dada a Moisés no solo consiguió afirmar la relación de Jehová con el pueblo de Israel, que por lo demás, con esos cuatrocientos años en Egipto esa relación ya había sido muy disminuida, pues para el pueblo de Israel, ese Dios que llamó y estableció pacto con Abraham hacía ya más de cuatro siglos atrás, era lejano; por esa razón, y también porque la idolatría o presencia de muchos de los dioses egipcios en el corazón de los israelitas, venía a ser una realidad; es que ellos necesitaban una manifestación de ese Dios que le hizo promesas a su antepasado Abraham. Y también se hicieron necesarias las leyes y preceptos, disposiciones y promesas nuevas, para que adquieran seguridad, y haya algo palpable en cada israelita de los días de Moisés en el desierto; y esto se hace aún más claro, cuando vemos como ellos logran salir de Egipto y luego entrar en la tierra de Canaán de una manera excepcional; digo excepcional, porque lo que hicieron ellos no pudo haber sido solo una hazaña de hombres, y por lo tanto no quedarán dudas en la mente ni en el corazón de ese pueblo, de que Dios se está ocupando de ellos personalmente. Esto no solo es favorable para los israelitas, pues ese Dios que sacó a Israel de Egipto, haciéndolo pasar por en medio de las aguas del mar rojo, y que les dio las victorias en Canaán, se hace famoso por todo el mundo cercano a esas tierras, entonces es algo que no ha pasado desapercibido dentro de la humanidad, y ahí ya podemos ver que el plan de Dios es para toda la humanidad, y que está funcionando. Es así, como la reina de Sabá se vio obligada a subir a Jerusalén para ver la grandeza del reino israelita (1Re 10:7), y según la Biblia todos los reyes de los días de Salomón admiraban la grandeza de Israel (1Re 10:24-25); también de esta grandeza supieron Hiram rey de Tiro, Nabucodonosor rey de Babilonia, Ciro rey de Persia, y muchos otros reyes y pueblos de todo el mundo de esos días; incluso podemos verlo hasta en los días del Mesías, cuando vinieron de algún país oriental unos astrólogos y sabios para adorar al rey de los judíos; eso es así, porque el pueblo de Israel era famoso en el mundo por tener un Dios de carácter excepcional.
Por otro lado diremos que, la ley dada a Israel, no solo tuvo la función de darle una identidad a Israel, y de hacerle un pueblo conocido en el mundo; sino que debe cumplir algo mucho más profundo y significativo en el corazón de los seres humanos, primeramente por supuesto en el pueblo de Israel, pero luego también lo hará en todo el mundo que conciba en su mente el concepto de ley; hay un pasaje Bíblico que lo establece así: “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Ro 3:19-20). Entonces la función de la introducción del concepto de ley en el mundo, y de la ley mosaica entre los israelitas; tiene una función mucho más importante, y es la de hacer que el hombre pueda aceptar que es un infractor de la ley; porque si no existiese ninguna ley, por supuesto que no podrá haber infractores, pues al haber los hombres inventado las leyes, han empezado a parecer los que cometen faltas a la ley y se han hecho susceptibles de castigos, los cuales esas mismas leyes establecen. También esto les ha venido a pasar a los judíos por supuesto, con la ley de Moisés, todo judío consciente sabe que ha faltado en algún punto de esa ley y por lo tanto no cumple con los requisitos establecidos en esa misma ley que dicen: “Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas” (Ro 10:5 y también en Lv 18:5, Ez 20:11, Gal 3:12, etc) Sencillamente estamos hablando de que si alguien falta en algún punto de esa ley, se hace culpable de muerte, solo vivirá aquel que pueda cumplir toda la ley, el Apóstol Santiago lo escribió así: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley” (Stgo 2:10-11). Entonces sin ley no hay pecado, pero con la ley de Dios, todos hemos venido a ser pecadores, tal como lo confirman las escrituras: “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? (haciendo una comparación entre judíos y gentiles) En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno” (Ro 3:9-10). Así como en un país, si lo miramos con mucho cuidado, se supone que no hay ni siquiera un solo ciudadano que no haya cometido alguna falta a alguna de sus muchas leyes, en algún momento de su vida, toda persona ha cometido aunque sea una falta, sino es de los que cometen muchas y terribles aberraciones a la ley; algunos incluso puede que no sepan que tal o cual conducta está penada por la ley, pero no por eso son inocentes, pues la falta se ha cometido y son infractores de la ley; así, tal cual, hemos venido a ser en cuanto a la ley de Dios, y no me refiero solo a la ley de Moisés, pues esa, puede ser aplicable solo a los judíos; pero hay una ley que Dios ha escrito en nuestros corazones, y esa es la que nos acusa y nos delata como culpables en el momento en que cometemos alguna falta. He aquí otro pasaje que nos aclara esto: “Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán (esto equivale a ser condenados por Dios al castigo eterno); y todos los que bajo la ley (note que se está hablando de la ley de Moisés) han pecado, por la ley serán juzgados; porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres…” (Ro 2:12-16)
Es necesario volver a repetir la frase de Romanos 3, versículo 20, ‘porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado’; por lo tanto cada ciudadano del mundo es capaz de darse cuenta de manera racional, que hay una ley de Dios a la que él ha faltado, y que por haber faltado a esa ley, es merecedor de un castigo; por lo que este viene a ser el objetivo principal de la ‘dispensación de la ley’; hacer que todo hombre esté consciente de que ha faltado a la ley de Dios, y que no tendrá ninguna forma de aparecer justificado delante de él. Por supuesto que están aquellos que les cuesta mucho llegar a aceptar esa condición de pecado en sus vidas, ya que se han ideado muchas formas de hacer que las consciencias de los hombres de todas formas permanezcan tranquilas a pesar de que es evidente la falta, porque Dios dice, como vimos, que en el mundo no hay ni siquiera uno que sea hallado justo delante de él; y así todo aquel que bajo minucioso examen de su conciencia se analiza, hallará que es infractor de la ley de Dios. Por supuesto que Satanás, trabaja todo el tiempo en inventar nuevas formas de hacer que el hombre se sienta cada vez más tranquilo y confundido en su condición de pecado frente a Dios, es una lucha por anular este principio fundamental que debe tener grabado en su corazón todo ser humano, para reconocer que ha faltado a Dios y que por lo tanto necesita pedirle perdón y necesita una forma de deshacerse de esa condición de culpabilidad, lo que es tan difícil; solo si el hombre pudiera salir del marco de la ley, podría llegar a estar exento de acusación. En ninguna de las dispensaciones anteriores hemos hablado de un final, pero es necesario para que se cumplan los planes de Dios, que la dispensación de la ley sí llegue a su final, Jesús dijo: “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él” (Lc 16:16) Entonces, es Dios mismo el que provee esa liberación del sistema de la ley, y anuncia algo diferente que aquí es llamado ‘el reino de los cielos’, esto significa entrar a una nueva dispensación, de la que ya pronto estaremos hablando. Que Dios les bendiga ricamente. Amén.

24 de julio de 2010

La logia de Cádiz


Autor: Jorge Fernández Díaz

Es un libro muy bonito y lleno de colorido, que nos cuenta algunas de las épocas más importantes de la vida de uno de los genios libertadores de América del sur, el General José de San Martín. Éste latinoamericano, nacido en Yapeyú, de padres españoles; fue llevado a España a temprana edad, donde abrazó la carrera militar; hombre destacado desde un principio por su valentía y sagacidad, convertido en el héroe de Bailén contra los ejércitos de Napoleón, y destacado en otras tantas batallas; este hombre, decepcionado por la negligencia e infamia del rey Fernando VII, finalmente decide unirse a algunos idealistas que soñaban con la independencia de América del Sur. Se une a la Logia de los caballeros racionales, grupo masónico, una especie de pacto secreto de conspiración contra la corona de España. Se traslada a su país de origen Argentina, junto con uno de sus hermanos de la logia, Carlos María de Alvear, quien también participó en la revolución emancipadora de Argentina, y con quien finalmente no tuvo buen entendimiento.
El autor nos relata vívidamente cada uno de los episodios, especialmente uno de la revolución argentina, quizá el más simbólico y determinante, el combate de San Lorenzo; y durante todo el libro, al lector se le hace difícil, saber en qué momento se pasó de la historia a la novela, lo que hace del libro una fuente de lectura rica y entretenida. Nos enteramos del matrimonio del general con doña María de los Remedios de Escalada, y otros pormenores, el nacimiento de su hija Mercedes, de la formación de su escuadrón de ‘granaderos a caballo’ y mucho más. El autor nos permite conocer más de cerca a este insigne caudillo americano, quien participara también en la independencia de Chile, y Perú con su famoso ‘Ejército de los Andes’; hasta llegar a su vejez allá en Francia, cansado y achacoso, lo vemos en su vida de retirado, junto a su hija y sus nietas; discurriendo de tarde en tarde junto a sus amigos, Honoré de Balzac y su ex compañero de milicia Alejandro Aguado, quien temprano dejara el uniforme militar, para dedicarse a los negocios con gran éxito, éste llegó a convertirse en el hombre más rico de la Europa de esos días, y quien al morir, nombrara a San Martin el albacea de su herencia y tutor de sus hijos. San Martin murió el 17 de Agosto de 1850, y un día después moriría su amigo, Balzac.
Bonito libro, interesante por su presentación novelesca y casi épica, y se ve que el autor está bien documentado; autor, de quien es el único libro que he leído por ahora, pero por algunos comentarios que hay en la tras tapa, me doy cuenta de que es muy leído y apreciado en su país, Argentina. Es un libro muy liviano y cautivante, recomendable como lectura entretenida y educativa.

15 de julio de 2010

La dispensación de la fe y de la promesa

Muchos, solo la llaman la dispensación de la promesa; pero creo que es mucho mas objetivo llamarla la dispensación de la fe y la promesa; pues la fe, es la que aquí tiene una relevancia muchísimo mayor que la promesa. En el camino hacia el cielo, la humanidad ahora que está establecida en el mundo, haciendo uso de muchas de sus facultades entregadas por Dios, como la de hacer pleno uso de su conciencia, la capacidad de gobernar este mundo, la facultad de libre elección o albedrio, su capacidad de organización y todo ese potencial que el hombre tiene y lo está desarrollando; también ahora y en este momento, Dios decide que es necesario que el hombre aprenda a confiar en él, en su palabra y en sus promesas, lo que en sí quiere decir tener fe. Como es muy difícil introducir el concepto de la fe en la humanidad, y más en aquellos pueblos que por la confusión de lenguas han venido a ser muchos y han empezado a tener diferentes formas de pensamiento; por lo tanto Dios ha considerado escoger de entre la humanidad a un hombre, por medio del cual pueda llevar adelante esta gran tarea, la de hacer entender al ser humano que es muy importante confiar en Dios, y en sus promesas; y este hombre elegido es Abram que quiere decir ‘padre enaltecido’, y que luego se llamará Abraham lo que viene a significar ‘padre de multitudes’. Creemos firmemente que Abraham no fue elegido al azar, solo por gracia de Dios como dicen otros, sino que fue elegido por que Dios en su magnificencia y omnisciencia sabe que ese es el hombre adecuado. Por supuesto que en el mundo de Abraham hay muchos hombres que creen y confían en Dios, pero su proyecto necesita de uno tal que pueda sentar las bases de la fe para toda una humanidad, pues ha sido llamado padre de multitudes, y esto es confirmado por las escrituras cuando dicen: “Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham” (Gal 3:7)
La Biblia define la fe como ‘la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve’ (Heb 11:1); esto significa estar seguros de aquello que esperamos, y para esto es necesario que haya algo para esperar, ya sean promesas, ya sean advertencias; así como esas que se le dio a Adán, el día que se le dijo: “De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gn 2:16-17) Esto no es simplemente una advertencia de castigo con la muerte, sino que también trae implícita una promesa de que si obedecen a la voz de Dios ellos podrían vivir eternamente en ese jardín. Ellos no llegaron a estar completamente seguros de esa vida que les esperaba en el Edén, y tampoco pudieron convencerse de que la muerte que les esperaba después de comer de esos frutos, les traería consigo múltiples dificultades y tristezas. Seguramente Dios calificaría esa falta de fe como comprensible, pues Adán y Eva no tenían ninguna experiencia con la muerte, no la conocían, tampoco podían imaginar un lugar diferente al jardín de Edén, pues nunca habían estado en otro lugar que no fuera ese, y en fin, podemos citar un montón de atenuantes para ellos; pero a medida que el hombre ha continuado en este mundo, y a medida que ha ido teniendo experiencias y conocimientos de su entorno y de su relación con Dios, el contenido de su fe también se ha ido haciendo más racional; pues no es lo mismo que se le hubiera dicho a Adán: ‘a ti te daré esta tierra’, que hacerle a Abraham esa promesa. Pensemos que en los días de Abraham, ya muchos hombres se han hecho dueños de muchos lugares donde se han establecido y progresan como reyes y gobernantes, aunque sea en base a guerras y luchas, pero ellos han logrado introducir en sus mentes el concepto de ‘propiedad de la tierra’, lo que con toda seguridad no estaba en Adán, este en su inocencia no habría entendido esa promesa; Abraham conoce en sus días lo que significa ser dueño de tierras, y ser dueño de posesiones, el sabe que aquellos que no poseen tierras ni bienes, tienen que sufrir necesidades y aflicciones, llegando incluso a venderse como esclavos de otros más poderosos, Abraham mismo tenía esclavos; pero en la mente de Adán, solo había libertad, abundancia de pan y ninguna aflicción.
Dios le hizo promesas a Abraham, tales como: “Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre” (Gn 13:14-15); “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra” (Gn 22:18); o como cuando dijo Abram: “Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará” (Gn 15:3-4). La mayoría de las promesas que recibió Abraham, eran imposibles de cumplir desde un punto de vista humano, pero lo valorable de Abraham es que confió en Dios de todo corazón, creyó en todo lo que Dios le dijo; Abraham, hizo algo que ningún hombre de su tiempo pudo haber hecho; pues si bien hay muchos conceptos, como dijimos, que le ayudan a Abraham a creer, de todas maneras lo que él sabe es muchísimo menos que lo que cualquier hombre de nuestros días puede conocer, por lo tanto para entender lo que hizo Abraham, debemos tratar de descender hasta ese nivel de conciencia. Por eso es admirable la fe de Abraham; porque a pesar de que en su propia vida, muchas de las cosas que se le prometió ni siquiera sucedieron, como es el caso de la posesión de la tierra de Canaán, él murió y no poseyó esa tierra, pero no por eso él dejo de creerle a Dios ni a sus palabras, pues con seguridad confiaba que la parte de la promesa que era para su descendencia, sí sería cumplida. Con respecto a tener un hijo, también era algo imposible, pues Sara no solo era estéril, sino que ya tenía noventa años, y su edad fértil había concluido hacía mucho tiempo y ellos lo sabían muy bien; pero aún así, Abraham confió en Dios, creyó sin dudar en que él es poderoso para cumplir lo que dice; la Biblia con respecto a la fe de Abraham, dice: “Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (Gn 15:6) Esto quiere decir que Abraham fue declarado justo, limpio, sin pecado delante de Dios, por creer fielmente en sus promesas; y así también le fueron dadas promesas a Isaac, hijo de Abraham y a Jacob, nieto de Abraham. Y aunque estos hombres cometieron algunos errores; es por la obediencia y fe de ellos que Dios llega a presentar su profunda enseñanza de cómo debemos creer y confiar en él, de cuánto valor tiene para él la fe que podamos ejercer en referencia a su palabra y a sus promesas; tenemos que aprender que Dios cumplirá todo lo que ha dicho y todo lo que ha prometido, así las cosas buenas y también aquellas que son malas para nosotros, pues si Dios lo ha dicho se cumplirá, aunque a nosotros nos parezca que es imposible. Como ejemplo, podemos ver que aquellas promesas dadas a Abraham y a sus descendientes, fueron cumplidas con creces, aunque algunos de ellos como dijimos, no las pudieron ver; pero no por eso fallaron en su fe, sino que murieron creyendo firmemente que Dios sí cumpliría tales promesas. Pero nosotros tenemos aún más ventaja que los patriarcas, pues en nuestros días podemos ver que esas promesas se han hecho realidad; por ejemplo la descendencia de Abraham aun vive en Palestina, que es la tierra donde estaba parado Abraham en día que Dios le hizo esa promesa; y si decimos que los judíos son descendientes de Abraham, es porque realmente Dios le dio un hijo, el cual fue Isaac y de Isaac vino Jacob, y de Jacob, las doce tribus de Israel; y en su simiente, esto es en Jesucristo, quien fue descendiente de Abraham, humanamente hablando o según la carne como dice la Biblia; están siendo bendecidas todas las naciones de la tierra, esto quiere decir, que están oyendo el mensaje de salvación por la fe en Jesús, que sin lugar a dudas es la bendición más grande que pudiera haber sido dada a la humanidad. Entonces este cumplimento de las promesas y de las palabras de Dios, es el que ha ido confirmando a través del tiempo, que Dios es verdadero y fiel a lo que dice; muchas han sido las naciones extranjeras que han reconocido que Dios es fiel; veamos algunos ejemplos: “Y para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, adonde había llegado la fama de su sabiduría” (1 Re 4:34) Si bien se habla de la sabiduría de Salomón, era la fama de Dios la que se extendía por el mundo; la reina de Saba es otro ejemplo: “Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehová ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia” (1 Re 10-9); y desde Babilonia se dijo: “Mas al primer año de Ciro rey de los persas, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, Jehová despertó el espíritu de Ciro rey de los persas, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito, por todo su reino, diciendo: Así dice Ciro, rey de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de todo su pueblo, sea Jehová su Dios con él, y suba” (2 Cr 36:22-23); y así podríamos citar muchos ejemplos más, pero solo queremos mostrar que esta lección que fue introducida con Abraham, fue de a poco extendiéndose a lo largo de todo el mundo, y así continua hasta el día de hoy.
Es verdad que Abraham también cometió algunos errores y en algún momento podríamos decir que la fe de Abraham falló, frente a los dichos de Dios; por ejemplo podemos ver a Abraham pidiendo pruebas a Dios por el cumplimiento sus promesas (Gn 15:8); lo vemos descendiendo a Egipto en tiempo de hambre en Canaán, en vez de esperar la provisión de Dios; sabemos que mintió a cerca de Sara diciendo que era su hermana y no su esposa (Gn 12:10-13, 20:2); que él y Sara trataron de ayudar a Dios en cumplir su promesa, y decidieron tener un hijo mediante su esclava Agar (Gn 16:1-2); y así podríamos ver muchos errores en Abraham y en sus descendientes, pues ellos eran hombres sujetos a pasiones y debilidades, igual que cualquiera de nosotros; pero más allá de eso, la Biblia resalta la fe de ellos, lo que interesa es que creyeron a Dios a tal grado que ellos sentaron las bases de la fe para toda la humanidad. Desde el punto de vista de Dios, con seguridad que todos los errores que cometieron no habrían podido ser evitados por ningún otro hombre a través de toda la historia de la humanidad; y he aquí, que esto viene a ser también un gran elemento de la lección en la dispensación de la fe y la promesa: Dios está dispuesto a perdonar nuestros errores, aquellos que humanamente podríamos cometer en algún momento de nuestras vidas, siempre que estemos dispuestos a obedecer a Dios con todo nuestro corazón y mantenernos firmes en la fe, mirando y esperando en Dios en todo momento, incluso dentro de aquellas esferas que al hombre le parecen increíbles. Este aspecto será reafirmado y profundizado más adelante, en otra dispensación, cuando el entendimiento de la mente humana sea capaz de aquilatar esta obra del Señor en su cabal dimensión, porque esto se llama ‘gracia de Dios’; pero así como la fe se podría decir que empezó allá en el Edén en su forma más básica, así también empieza aquí la gracia de Dios.
La dispensación de la fe, no es una lección para toda la humanidad, al menos en los días de Abraham, quien se constituye solo en el inicio de esta enseñanza, que luego de muchos años y siglos se irá extendiendo a todo el mundo. A nosotros nos puede parecer un sistema que se desentiende del resto de la humanidad, y que se focaliza solo en una parte del mundo; pero Dios es infalible; y con toda seguridad, no existe otro método para hacer que todos los humanos entiendan esta lección. Esos cuantos siglos que pudiera haber tardado en establecer ésta como una lección para toda la humanidad, en realidad a los ojos de Dios, simplemente son un momento; y en todas estas cosas podemos ver que Dios es grande y que es maravilloso, pues no hay otro dios en el universo, que pueda haber interactuado con la humanidad, a tal grado que no hay un solo minuto de la historia, que no se constituya en parte del plan de Dios para el hombre. Quizá esta grandeza sea para muchos, el impedimento de entender los grandes propósitos de Dios; porque muchos solo pueden ver el momento, lo que sucede a su alrededor; pero no son capaces de mirar hacia la eternidad, que es donde realmente se puede distinguir la figura de Jesús. Solo la fe, es la que le permite al hombre mirar hacia el cielo, y entender que su realidad no está en esta tierra, sino que su realidad, esta en las palabras de Dios; por la fe, entendemos que aquí solo somos unos peregrinos que caminamos por este mundo, pero sin dudar, avanzamos hacia un lugar que ni siquiera conocemos, pero que presentimos. Para finalizar, transcribo para ustedes, unos versículos que nos ayudan a entender esto que acabo de decir: “Conforme a la fe murieron todos éstos (los grandes hombres de fe de la Biblia) sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (Heb 11:13-16). Esta es entonces la dispensación de la fe y de las promesas de Dios hacia la humanidad; pronto estaremos hablando de la próxima dispensación, donde usted podrá entender aún más de sus propósitos eternos. Amén.

9 de julio de 2010

¿Por qué Jesús no regresó en 1843?

Desde principios del siglo XIX, se puede ver un incremento en el interés de muchos predicadores y estudiosos de la Biblia, por desentrañar las profecías a cerca de la segunda venida de Cristo a la tierra. Es verdad que en los últimos días del primer milenio, también el mundo fue inundado por un temor de que se produzca esa segunda venida de Cristo con el consiguiente juicio, lo que trajo una ola de locura y desesperación sin precedentes; la gente pensaba que se acercaba el final de la humanidad y del mundo, pero esta fue más que todo una situación psicológica, y no era precisamente el resultado de un escudriñar de las escrituras. También es verdad, que el tema siempre ha sido preocupación del hombre creyente en todos los tiempos; pero desde principios del siglo XIX, los hombres han incursionado mas en el estudio bíblico tendiente a establecer la fecha de la segunda venida de Jesús, aunque en realidad la misma Biblia aclara que ese día nadie lo conoce, ni siquiera aquellos que moran junto a Dios, solo el Padre de los cielos conoce ese momento (Mr 13:32).
La situación socio política de los nacientes Estados Unidos, por las constantes refriegas con Inglaterra por el dominio de territorios, la fiebre del oro en California y luego la secesión de los estados esclavistas del sur que luego entraron en conflicto con los estados del norte o de La Unión; fue el caldo de cultivo para el nacimiento de varias tendencias religiosas algunas de carácter revisionista, otras fundamentalistas, y también aquellas que fueron iniciadas por algunos que dijeron que habían tenido revelaciones o manifestaciones evidentes de parte de Dios y de su Santo Espíritu. Fue en ese tiempo, que William Miller, un granjero y militar norteamericano, que perteneció inicialmente a la iglesia bautista, y que luego también fue francmasón; inició sus estudios particulares de la Biblia, poniendo especial énfasis en las profecías. De acuerdo a sus estudios, él llego a la conclusión de que Jesús retornaría a la tierra física y visiblemente el 21 de Marzo de 1843. Como en esa fecha nada pasó, Miller, después de revisar sus cálculos dio una nueva fecha para el 21 de Marzo de 1844; en esa fecha tampoco sucedió la anunciada venida de Jesús, entonces él, animado por algunos pocos que aún le apoyaban, pues los demás se habían retirado de su lado desilusionados, hicieron revisiones y comparaciones con el calendario judío, y dieron una nueva fecha para el 22 de Octubre de 1844. En esa fecha tampoco sucedió el mencionado advenimiento de Jesús, y William Miller reconoció que había fallado en la interpretación profética de la Biblia; sin embargo terminó sus días, convencido de la cercanía de la fecha del retorno de Jesús a la tierra.
La enseñanza de Miller que hablaba de la segunda venida de Jesús, estaba basada principalmente en un pasaje del libro de Daniel 8:13-14 que dice: “Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados? Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”. Para establecer esta enseñanza profética también se echo mano a lo que dice Daniel 9:24-27: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador ” La profecía de las setenta semanas de Daniel, es muy conocida, y apunta al hecho de que desde que salió la orden para re-edificar Jerusalén, que había sido destruida por Nabucodonosor alrededor del año 586 a.C., y la mayoría de los judíos llevados a babilonia cautivos, entre los cuales figuraba Daniel; y de acuerdo a una profecía rebelada al profeta Jeremías (Jer 25:11 y 29:10) Dios había dicho que los visitaría después de setenta años de cautiverio en Babilonia. Daniel conocedor de esta situación revisa los escritos y se da cuenta que ya está cerca el tiempo en que Dios debería liberar a su pueblo (Dn 9:2) y pide a Dios le rebele el tiempo de la liberación de Israel, y el ángel Gabriel le da esa revelación de las setenta semanas.
En líneas generales, no hay mucho problema con la profecía de las setenta semanas de Daniel, entre nosotros y los postulados de William Miller y sus seguidores; cuyas sesenta y nueve semanas (siete semanas y sesenta y dos semanas más, según el versículo 25) abarcan hasta los días del Mesías o Jesucristo y luego en forma muy separada, el ángel rebela la semana numero setenta (versículo 27) que tiene que ver con los siete años de la tribulación y que están en el futuro. Para los adventistas y Testigos de Jehová que son los seguidores de Miller, esas setenta semanas terminan en los días de Jesucristo; porque ellos no hacen la diferenciación de la última semana. Para el efecto de la enseñanza que tratamos hoy, no tiene caso discutir el tema de cómo se llevan a cabo las setenta semanas; porque todos estamos más o menos de acuerdo que tienen que ver con la orden que dio uno de los reyes medo persas, ya sea Darío o Artajerjes, para reconstruir Jerusalén; por que dicho sea de paso, hubo al menos tres órdenes en ese sentido, y que las sesenta y nueve o setenta semanas abarcan hasta la aparición del Mesías, ya sea que coincida con su nacimiento, su bautismo o con su crucifixión. El problema real con la enseñanza de Miller, no es la interpretación de esta profecía, sino la conexión que se hace de esta profecía, con la anterior, la de las dos mil trescientas tardes y mañanas (Dn 8:13-14)
Las setenta semanas de Daniel son semanas de años, y en esto también estamos casi todos de acuerdo; y son semanas de años, o sea setenta periodos de siete años, por varias razones: La primera es una razón lógica; porque si fueran semanas de días, sería imposible que esa profecía sea verdadera, pues las setenta semanas, solo significarían 490 días y eso equivale solo a un año y algo más de cuatro meses, lo que no tendría ninguna relación entre la orden de reedificar Jerusalén y la aparición del Mesías; pero si se toman semanas de años, o sea 490 años, entonces todo se vuelve muy aceptable, porque ese mas o menos es el tiempo que hay entre la orden de reconstruir Jerusalén y la manifestación de Jesús en Palestina. Pero no es esa la razón más importante para determinar que estamos hablando de semanas de años; debemos decir que el vocablo hebreo que usa la Biblia, para expresar el tiempo o semana en la profecía de las setenta semanas, es ‘shabu-im’ que es el plural de ‘shabúa’, que quiere decir unidad de siete o periodo de siete. Si bien es correcto traducirlo como semana, o periodo de siete días, no era ese precisamente su único significado; ya que esa palabra tiene relación también con semanas de años, como era otro uso que le daban los judíos. Un pasaje que muestra las semanas de años está en el libro de Levítico 25:8, donde dice: “Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años”. En la Biblia, cuando esta palabra es usada y se refiere a semanas comunes, el contexto siempre indica su significado lógico, por ejemplo en Deuteronomio 16:9, se usa la palabra ‘shabu-im’, y dice: “Siete semanas contarás; desde que comenzare a meterse la hoz en las mieses comenzarás a contar las siete semanas”, donde es lógico que se trata de semanas de días, pues se trata de una de las fiestas anuales de los judíos, la fiesta de las semanas o pentecostés, que se llamó así precisamente porque se celebraba al termino de los 49 días después de la fiesta de las primicias o de los primeros frutos. Otro ejemplo citaremos en Levítico 12:5, donde dice: “Y si diere a luz hija, será inmunda dos semanas, conforme a su separación, y sesenta y seis días estará purificándose de su sangre”, aquí también es lógico que se trata de semanas de días, no solo porque la historia confirma el tiempo de purificación de las mujeres para el caso; sino que los versículos anteriores hablan claramente de días, al referirse a la purificación que debía tener la mujer en el caso de dar a luz un hijo varón. En la Biblia se usa la palabra ‘shabúa’ o su plural, aproximadamente 17 veces, y en todos los casos se refiere a semanas normales o semanas de días; solo en Daniel 9:24-27, este término no tiene un contexto claro que nos sugiera abiertamente que se trata de semanas de días o de años; pero como dijimos, la historia confirma que se trata de semanas de años, lo que equivale a 490 años, tiempo en el que todos estamos de acuerdo.
Sin embargo, regresaremos a la profecía de Daniel 8:13-14, donde dice: “Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados? Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”. Guillermo Miller concluyó que eran dos mil trescientos años que se mencionaban en la profecía, y que esos 2300 años concluían en Marzo de 1843 d.C.; porque la relación que sacó era de que la orden para restaurar el templo en la profecía de Daniel 9:24-27 fue dada en el año 457 a.C., fecha que podría ser aceptada sin problemas. Pero también dijo que ese mismo año comenzaría la otra profecía, la de Daniel 8:13-14, donde se habla de las dos mil trescientas tardes y mañanas. Alguien puede decir que no se ve ningún problema en que dos profecías empiecen la misma fecha, y en ese caso, Miller habría tenido toda la razón; pero hay ninguna base escritural que nos permita afirmar tal cosa, mas al contrario, la base contextual del capítulo 8 y del 9 son muy diferentes, lo que será explicado más adelante; por lo que aceptar la idea de Miller, no sería aceptar lo que dicen las escrituras, sino aceptar simplemente lo que dice un hombre. Pero ese, otra vez no es el real problema; lo lamentable es que Miller y sus seguidores adventistas no consideraron que en el pasaje de Daniel 8 no se usa la palabra ‘shabúa’ ni ninguno de sus derivados, pues la Biblia dice claramente que son ‘tardes y mañanas’, lo que indica indudablemente periodos de 24 horas como eran los días judíos que empezaban en la tarde, y terminaban al día siguiente a la misma hora. Esto, no deja en absoluto posibilidad alguna de que se haga la conversión de días a años, para que podamos hablar de 2300 años, y que terminarían en 1843 con el regreso de Jesucristo; y como todos sabemos, así fue confirmado con la realidad de que Jesús no regresó ese año. Tampoco podría aceptarse esta fecha como la entrada de Jesús en el templo celestial para purificarlo, como dijo Hiram Edson que había recibido una revelación y luego lo predicó y confirmó Elena de White; porque como vimos, las fechas de 19843 y 1844 o cualquier otra fecha que se discuta, no tienen ninguna relación con la profecía de Daniel 8, ya que en ella no se trata de años, sino simplemente de días, y esos 2300 días solo equivalen a 6 años, 4 meses y 20 días.
El detalle más claro que desecha toda esa teoría millerista que habla del regreso de Jesús en 1843 o 1844 o que en esa fecha entró en el santuario celestial; es que todo el capítulo 8 de Daniel, se refiere a la caída del imperio medo persa y al desarrollo de imperio greco macedónico. Los griegos en esta profecía, son tipificados como el macho cabrío, cuyo líder fue Alejandro Magno, que allí es identificado como el cuerno notable (v 5); este macho cabrío, viene del poniente ( de Macedonia y de Grecia) y derriba y pisotea al carnero que representa al imperio medo persa (v 6 y 7). Como todos sabemos Alejandro Magno conquistó de manera sorprendente a los medo persas y engrandeció su imperio rápidamente; pero murió en Babilonia en la flor de su edad, y su reino fue repartido entre sus cuatro generales: Casandro, Lisímaco, Seleuco y Ptolomeo I (v 8). De la dinastía de Seleuco con el tiempo surgió un hombre que odió mucho a los judíos y cumplió plenamente esta profecía representado al cuerno pequeño (v 9), este fue Antíoco Epífanes. Esta profecía bíblica no solo es explicada y confirmada por la historia, sino que el mismo capítulo la explica así: “En cuanto al carnero que viste, que tenía dos cuernos, éstos son los reyes de Media y de Persia. El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el rey primero (o sea Alejandro Magno). Y en cuanto al cuerno que fue quebrado, y sucedieron cuatro en su lugar, significa que cuatro reinos se levantarán de esa nación, aunque no con la fuerza de él. Y al fin del reinado de éstos, cuando los transgresores lleguen al colmo, se levantará un rey altivo de rostro y entendido en enigmas. Y su poder se fortalecerá, mas no con fuerza propia; y causará grandes ruinas, y prosperará, y hará arbitrariamente, y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos” (Dn 8:20-24) De acuerdo a datos históricos esta desolación judía habría comenzado entre los años 171 a.C. año en que fue asesinado el sacerdote Onías III por orden de Antíoco y abría terminado el 25 de diciembre del 165 a.C. con el triunfo judío y la purificación y dedicación del templo; lo que concuerda plenamente con los 2300 días o seis años y meses que menciona la profecía.
Es evidente que, como toda profecía, esta también tiene una significación secundaria y tipológica, y que se refiere al Anticristo de los últimos días, del cual Antíoco Epífanes viene a ser la figura; y la forma en que obtuvo el poder y como actuó en Jerusalén, son un ejemplo de cómo será el Anticristo en los días finales de esta dispensación, como ya lo hemos explicado otras veces.
Entonces, la pregunta de Daniel 8:13: “¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados?; y que es contestada por el ángel de Dios, con la palabras: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado” , se refiere exclusivamente a los estragos que cometió Antíoco Epífanes con el pueblo judío, y que duró algo más de seis años o sea 2300 días, y no tiene nada que ver con el regreso de Jesús a la tierra o con que Jesús entraría al santuario celestial allá en el cielo; por lo que todo lo que se intente demostrar en sentido contrario, carece completamente de fundamento. El punto de inflexión millerista, está en la conversión de esos 2300 días (tardes y mañanas), en años; lo que no se puede hacer, bajo ningún punto de vista; pues la Biblia es muy clara en lo que dice; allí se usa precisamente la expresión más normal y de acuerdo a la usanza judía ‘tardes y mañanas’, tal como la encontramos en el Génesis: “Y fue la tarde y la mañana del día…” (Gn 1:5, 8, 13, 19, 23, 31, etc.); y para confirmar la idea, la frase vuelve a ser repetida en el versículo 26 donde dice: “La visión de las tardes y mañanas que se ha referido es verdadera; y tú guarda la visión, porque es para muchos días”. Es verdadera la visión de las tardes y mañanas, lo que significa que no hay necesidad de interpretación, o de hacer una equivalencia del tiempo, cambiando los días por años, ni se puede hablar de semanas de años, porque tampoco se usa la palabra ‘shabúa’ ni ninguno de sus derivados. El versículo termina diciendo que la visión es para ‘muchos días’; y el profeta Daniel, inspirado por el Espíritu de Dios, tiene el cuidado de no cambiar la unidad de tiempo al indicar el ‘cuando’ se produciría ese cumplimiento, o sea se ve obligado a decir ‘muchos días, pues también podría haber usado la palabra años, pero no lo hizo. Se supone que Daniel murió alrededor del año 530 a.C. y como vimos esta profecía se cumplió unos tres siglos y medio después; por lo que traducido a días, por supuesto que vienen a ser muchos días más allá de la vida de Daniel.
Si les otorgamos algún grado de credibilidad a los adventistas, también tendríamos que hacerlo con los testigos de Jehová, pues ellos emplearon la misma estratagema del cálculo de tiempo para establecer su teoría de que son la iglesia verdadera, o grupo de verdaderos seguidores de Cristo. Estos discuten que en 1914 d.C. se estableció el reino celestial de Jesucristo y se produjo su regreso a la tierra de manera invisible; reinando en este mundo desde aquellos días junto a un pueblo puro y santo, que pronto heredará la tierra; ese pueblo por supuesto son los testigos de Jehová. La teoría es la siguiente: De acuerdo a Lucas 21:24, donde que dice: “Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan”. Esta es una profecía de Jesús, que como toda profecía, es para el tiempo futuro; pero según los testigos de Jehová habría empezado en el año 607 a.C. con la invasión de los babilonios a Jerusalén, con Nabucodonosor a la cabeza; y este tiempo de los gentiles habría terminado en 1914, restableciéndose el reinado de Dios en el tiempo de ‘la restauración de todas las cosas’ mediante la Jerusalén simbólica que viene a ser como dijimos, la comunidad los testigos de Jehová.
Resulta que en el libro de Daniel capítulo 4, se cuenta que Dios le dio un sueño profético a Nabucodonosor, y en ese sueño él estaba representado por un gran árbol, que luego fue cortado, pero se le dejo el tronco encadenado en la tierra, de donde saldría un brote o retoño. Este sueño según la Biblia, significa que Nabucodonosor estaría trastornado o loco por siete años, por ser un rey muy orgulloso y altivo contra Dios; estos siete años, están mencionados como ‘siete tiempos’, que es otra forma de expresar los años en algunos pasajes bíblicos, pero se deja ese brote como símbolo de que su poder le sería devuelto, luego de que reconociera a Dios como el único gobernante poderoso del mundo. Por supuesto que ese sueño profético fue hecho realidad en la vida de Nabucodonosor, o sea fue una profecía que se cumplió en él mismo, y la Biblia cuenta en el capítulo 4 todos esos detalles.
Toda profecía tiene un solo cumplimiento y en el caso de ésta que tratamos, ya tuvo su cumplimiento en Nabucodonosor, como dijimos; si bien es cierto que las profecías pueden tener algún significado simbólico de otro hecho que se cumple en la historia, pero ese hecho siempre estará respaldado por su propia profecía. Un hecho puede estar profetizado dos o más veces, de diferentes maneras, por diferentes profetas y en diferentes épocas; pero una profecía, no puede tener dos o más cumplimientos, ese es un hecho muy importante a tomar en cuenta.
Según los testigos de Jehová, Nabucodonosor es un símbolo de Dios; y el poder y gobierno que Dios tenía sobre el pueblo de Israel, fue hollado o quitado por los Babilonios en el año 607 a.C. Esta fecha no coincide con la invasión babilónica a Jerusalén; pero independiente de eso, los testigos de Jehová, afirman que Dios volvió a restablecer su dominio luego de siete tiempos, así como sucedió con Nabucodonosor; y que esto vino a suceder en 1914 d.C., y que según ellos fue manifiesto mediante el retoño o brote que son los testigos de Jehová. ¿Cómo se llegó a esa fecha, si siete tiempos son solo siete años?; muy sencillo, y es que ellos fueron incluso más intrépidos que los adventistas, pues convirtieron los siete años en días, y así llegaron a tener 2520 días, a razón de 360 días por año, luego los seguidores de Charles T. Russell, porque él fue el que inicio el movimiento de los testigos de Jehová, volvieron a convertir esos 2520 días en años, y así llegaron a tener 2520 años; y por supuesto, si partimos contando en el año 607 a.C. coincide justo con 1914, incluso ellos se atreven a dar el mes y el día en que se cumplió esta profecía, 4 o 5 de octubre de 1914. Hay mil cosas que discutir acerca de las fechas y conceptos en la enseñanza de Russell, pero hoy solo estamos tratando el asunto de la conversión de días en años y viceversa. Nada de lo que ha propuesto Russell es posible hacer; cuando la Biblia dice que son días, entonces todos entendemos que se trata de periodos de 24 horas, y si dice que son años, entonces son periodos de 360 días, como generalmente se emplea en el cálculo profético; no existe esa teoría de que es un método bíblico de interpretación profética el convertir los días en años, o los años en días. Estos dos grupos, adventistas y testigos de Jehová, generalmente echan mano a pasajes tales como Ezequiel 4:6, que dice: “Cumplidos éstos, te acostarás sobre tu lado derecho segunda vez, y llevarás la maldad de la casa de Judá cuarenta días; día por año, día por año te lo he dado”, si bien en este pasaje se menciona ‘un día por cada año’, no es ninguna regla para interpretar las profecías, simplemente es una orden al profeta de representar la maldad que ha cometido el pueblo judío dentro de los últimos cuarenta años; y como es obvio, para el profeta sería mucho castigo estar cuarenta años acostado de lado, y hasta el mensaje quizá no sería entendido por sus compatriotas, por lo tanto Dios le cambia el equivalente de cuarenta años a cuarenta días, pero nada tiene que ver con interpretar profecías. Otro pasaje recurrente es el de Números 14:34, que dice: “Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo”; aquí es al revés, Dios castiga la incredulidad de Israel, con cuarenta años de vagar por el desierto, hasta que esa generación sea completamente exterminada; ellos estuvieron vagando por el desierto cuarenta años en castigo de los cuarenta días que los espías israelitas habían tardado en reconocer Canaán, y luego de que regresaron desanimaron al pueblo diciendo que era una tierra imposible de conquistar, y todos murmuraron contra Dios. Pero de ninguna manera en este pasaje, se está hablando de que es una regla de Dios cambiar los días por años, y tampoco ésta es una profecía; por lo que todo lo que se ha hecho y dicho para establecer estas doctrinas como verdaderas o bíblicas, y que tienen relación con el establecimiento de fechas de inicio de estos movimientos religiosos o alguna otra supuesta manifestación de Dios, no tiene ningún fundamento ni razón bíblica.
Esta es entonces la respuesta correcta, al por qué Jesús no regreso en 1843, o 1844, o 1914, 1925 o cualquier otra fecha en la que se intente establecer alguna manifestación del poder o gobierno de Dios en la tierra. Dios siempre ha gobernado sobre aquellos que le reconocen como su Rey y Señor, pero un día, que por supuesto nosotros no podemos saberlo, él regresará de manera visible y sin secretos para nadie (Ap 1:7); entonces destruirá a los que no lo recibieron como su Señor y gobernante de sus vidas (Ap 19:21, 20:15), y recién establecerá un gobierno aquí en la tierra, solo junto a aquellos que han llegado a llamarse hijos de Dios, que han creído en él y le han esperado fielmente (Ap 21:3, 7). Por lo tanto, y para finalizar, diremos que esta es también una invitación a que usted amado lector, reciba hoy mismo a Jesús como su Salvador personal, y así llegue a ser su hijo, y pueda vivir junto a él por la eternidad y bajo su gobierno. Amén.

1 de julio de 2010

La cultura huachaca


O el aporte de la televisión

Autor: Pablo Huneeus
Pablo Huneeus, nos describe en tono crítico, el problema de la cultura latinoamericana y más específicamente de la cultura chilena; para entrar a entender este fenómeno, el hace previamente una descripción de la cultura que era propia de esta tierra, estamos hablando de la cultura autóctona antes que llegaran los españoles, un pueblo que tenía sus propias maneras de comunicarse, su organización social, su forma de transmitir sus maneras y costumbres, etc. Una cultura que no tiene mucho de conocimiento técnico, pero que está basada en su relación con la naturaleza, por lo tanto la acumulación de enseñanzas es lento, basado casi exclusivamente en la experiencia que se transmite de una generación a otra, y que por lo tanto produce una vida calmada en sus procesos y no tiene mucho apego a lo material o económico. Esta cultura, está en contraposición con otra cultura que llego con Cristóbal Colón, la tripulación de su barcos no fue precisamente la que la trajo, pero con el tiempo llego por esa vía, se trata de una alta cultura europea, aquella que tiene mucha filosofía, letras y arte, tiene mucha educación escolar e investigación, conoce de negocio y riquezas, posición social y al final trae también la tecnología; otra de sus características es que es centralista, ella tiene su base de operaciones en la capital, en contraposición a la cultura popular, que tiene sus raíces y sus centros de acción en el campo. Entonces, y como esta cultura llega para dominar a la anterior, la aspiración de las nuevas generaciones de la cultura popular o autóctona, que también es mayoritaria, es la de aspirar a ascender en todo lo que la nueva cultura tiene, para acortar las distancias; así aparecen muchos de esos jóvenes abandonando el campo para vivir a cualquier costa en la capital, y allí educarse y tratar de alcanzar algún puesto en la nueva sociedad. Pero cuando justo se estaba dando esa metamorfosis, aparece la televisión, un invento que llegó y que consiguió llamar la atención a medio mundo, esta envuelve a todos con su magia, influye en sus mentes y produce una nueva cultura, que ya no pertenece a la antigua cultura autóctona ni tampoco pertenece a la alta cultura, si no que es una cultura mediocre, que se avergüenza de su cultura original, y que no tiene la capacidad ni el ánimo de insertarse o alcanzar a la alta cultura, esta es entonces la cultura huachaca, nombre que viene de ‘huacha’, porque es una cultura que no tiene raíces ni ancestros; es la cultura de lo fácil, de lo superficial, de lo mediocre y conformista; esta ya no tiene esos finos modales del roce social ni de la mesa, no gusta ni busca el saber superior, tampoco le interesa conservar aquello que sus ancestros tenían, cosas simples, por ejemplo el conocimiento de las yerbas para una infusión, el observar el cielo para saber el estado del tiempo o cosas como esas; es la cultura, como lo grafica el mismo Huneeus: “Que exalta lo fácil. Continuamente celebra (no solo en televisión) lo fácil que fue ganar la Polla-gol. Si fue al puro lote, dejando a la guagua llenar la cartilla, tanto mejor. Si se gano un auto con solo adivinar cuál de las cajitas contenía la llave, ¡fenomenal! Si la animadora que brilla en las tardes, llegó ahí sin saber multiplicar ni dividir, ¡fantástico!; y si el dueño de un espacio lo adquirió a empujones, haciendo alarde de no haber pasado jamás por la educación superior, ¡chorísimo!” El objetivo de la televisión entonces es, concentrar grandes masas de gente frente al televisor, no para adelantarlas en sus conocimientos, ni para ponerlas en aprietos con concursos de preguntas de conocimiento superior, no para fomentar la superación de la sociedad; sino para insuflarles el consumismo, para entretenerlas de forma barata, para promover la mediocridad y para poder así lograr un solo objetivo, generar mucho dinero. Huneeus hace una comparación con la cultura de otros países como Estados Unidos, y otros de Europa, donde la televisión se usa también para fines de educación de los jóvenes, como un gran medio de ayuda para el docente; unidos con los programas de educación de cada país, ellos aprovechan este gran potencial para la superación de sus pueblos, para inculcar civismo y también tecnología, pero en nuestra Latinoamérica, y especialmente en Chile, dice él, las cosas andan muy mal. Y aunque Pablo Huneeus escribió este libro hace ya algunas décadas, la situación no ha cambiado para mejor; más bien pareciera que la cultura huachaca se ha instalado definitivamente en el medio y ha logrado un reconocimiento de toda la sociedad, pues ahora tenemos hasta una reina huachaca, y la mayoría seguro que estaría en desacuerdo con que se plantee lo que Huneeus dice: que el ministerio de educación o la administración del país debiera intervenir para que la televisión sea más bien educativa, que promotora de mediocridad.
Pablo Huneeus, es un sociólogo y escritor chileno, y aunque, este es el único libro que he leído de él, me parece bastante centrada su crítica y quizá en su momento fue hasta oportuna, pero no todos tenemos seguramente la misma opinión. Nosotros como cristianos, por supuesto que tenemos un concepto acorde con este escritor, en el sentido de que sabemos que el terreno preparado para el Anticristo, debe ser justamente el de una sociedad teleadicta, y mediocre; pues él tendrá por esta vía, un fácil logro de su objetivo principal, que es dominar el mundo. No sé si será la televisión, como se decía algunas décadas atrás, el medio que usará el Anticristo para involucrar a toda la sociedad mundial en su proyecto y también para poder controlarlo; pero de seguro que ésta será uno de sus principales componentes, y como hoy tenemos una masificación del uso de la internet, la telefonía inalámbrica, el GPS, el uso de satélites de comunicación, etc; creo que es más fácil concluir que la herramienta usada por el Anticristo en los días finales de esta era, será una mezcla de todo eso; por lo tanto el hecho de que la televisión y estos otros inventos sean de uso masivo y casi adicto, es un gran avance, dentro del panorama bíblico para el Anticristo; así como también, la baja en el nivel de cultura y formalidad en la sociedad mundial, viene a ser otra de sus herramientas; porque si bien este fenómeno es patético en Chile y en Latinoamérica, también está logrando un gran avance en toda las sociedades del mundo, la adicción y adecuación de las sociedades a los medios masivos de comunicación son el caldo de cultivo, para producir una sociedad acorde con las necesidades de éste líder mundial que pronto aparecerá.
Con seguridad la intención de Pablo Huneeus, no era la de entregarnos ese tipo de mensaje, y aunque quizá él no está muy al tanto de lo que dice la Biblia a cerca de esto; nosotros aplaudimos su análisis crítico, pues está hecho con la profundidad que necesita el momento histórico que vivimos, especialmente dentro del mundo cristiano, quienes esperamos la venida de nuestro Salvador en cualquier momento. La cultura huachaca es un libro muy recomendable por su contenido y por lo ameno de su presentación. Bendiciones.

21 de junio de 2010

La dispensación del gobierno humano

Es necesario aclarar que toda dispensación continúa de alguna manera en las siguientes, y esto es así en todos los casos; porque el sistema dispensacional, es una forma de explicar el plan de Dios para el hombre. Nuestro Dios, conocedor de todo el panorama hasta el final de los tiempos, ha previsto todas las inclinaciones del hombre en sus diferentes etapas de evolución de su pensamiento y de su avance en el conocimiento de las cosas; y dentro de ese avance humano, él ha diseñado un plan, para que nosotros podamos ser de alguna manera empujados hacia su santo reino.
Dentro de esta visión, no cabe ninguna posibilidad de que Dios actuara en sentido de hacer correcciones a su plan, o de reaccionar intempestivamente frente a un determinado suceso en la historia; tampoco él ha forzado a nadie para que actué fuera del deseo de su corazón ni de las inclinaciones de cada cual, mas al contrario, en su omnisciencia él ha adecuado su plan desde antes de la fundación del mundo, a todo aquello a que el hombre se sienta inclinado a hacer y que esté dentro de lo aceptable para Dios y lo ha incluido en ese plan. El hombre ha ido aprendiendo lentamente a través de las edades, a aceptar que Dios es muy poderoso, a darse cuenta de que él es omnisciente y omnipresente; dentro de ese plan estaban considerados todos los elementos para hacer que el hombre aprenda a confiar en Dios, para que el hombre sea llevado al convencimiento de que es rebelde y pecador delante de Dios; también ese plan contempla hacer saber al hombre que Dios le ama de una manera muy profunda, que ha llegado a hacer cosas que ningún otro ser en el universo, pudo haber considerado hacer por amor a la humanidad; y finalmente esta también considerada la forma de salvación o separación para Dios, de aquellos que voluntariamente deciden aceptar ese plan en cualquiera de las etapas de la existencia humana. El plan de Dios entonces, no va variando porque Dios va cambiando de parecer a través del tiempo, si no que va cambiando por que el hombre cada vez más, va teniendo un diferente criterio y conocimiento respecto a las cosas que le rodean, y todo ese conocimiento y experiencia que va acumulando en el tiempo, le permite cada vez entender mejor el plan eterno que su creador tiene para él.
Por supuesto que hay muchos que rechazarán a Dios y a su plan, a través de la historia; por lo que Dios también ha considerado que hacer con ellos, y nunca ha ocultado esas advertencias; sino que más bien las ha dicho y repetido, con toda la profundidad y fuerza que se necesitan decir. Esto es así porque Dios ha hecho al ser humano a su imagen y semejanza, vale decir que nos parecemos mucho a él, y en muchos aspectos; pero de ninguna manera quiere decir que un día llegaremos a ser como él, ni que estamos a esa misma altura, o que Dios alguna vez fue igual que nosotros. Ser semejantes a Dios, significa que muchos de sus atributos y capacidades, nosotros también las tenemos, pero de una manera mucho más inferior; por ejemplo, Dios tiene la facultad de hacer y deshacer en todo el universo, porque el universo lo hizo él y lo controla él; y al hombre se le ha entregado el mundo (Gn 1:28)para que sea el señor de esta tierra, y por lo tanto el hombre hace y deshace en el, como cualquiera puede verlo y aceptarlo; ahora, el hombre debe estar consciente de que Dios le pedirá cuentas por su actuar en el mundo, y Dios así se lo ha hecho saber. Entonces el hablar de la semejanza entre Dios y el hombre, es un tema muy amplio, pero dentro de eso está la capacidad de libre albedrio, o libre decisión; por lo que, si un día el hombre tiene que sufrir un castigo de parte de Dios, y bajo ciertas condiciones, ese castigo también viene a ser una libre elección de cada cual, y no una decisión de imparcial de Dios.
Como lo hemos explicado anteriormente, la palabra dispensación tiene relación con la administración, y eso es lo que es; es la administración de ese avance en cuanto a conocimiento se refiere en cada etapa, a la que llamamos ‘dispensación’, y es por eso que las dispensaciones son acumulativas y están yuxtapuestas en el camino hacia el cielo; por lo tanto lo que se aprendió en la dispensación de la inocencia, sirvió muchísimo al plan de Dios en la dispensación de la conciencia y lo que allí se aprendió, nos tiene que ser muy útil aquí en esta dispensación llamada del gobierno humano, y así continuará en las nuevas dispensaciones, hasta el final.
Esta dispensación, comienza con Noé y su familia luego de haber dejado el arca después del diluvio, y dura nominalmente hasta la confusión de lenguas en la torre de Babel, mas o menos unos 430 años. Lo más sobresaliente de esta dispensación y de acuerdo a lo que venimos diciendo, Noé y sus familiares ya no son inocentes: Saben que es bueno y que es malo, saben que hay un engañador en el mundo y que escuchar sus propuestas puede traerles grandes consecuencias y dolor; también saben que Dios cumplirá todas sus palabras, ya sea para bien o para mal, ellos están conscientes de que sus antepasados perdieron el paraíso y que toda la humanidad contemporánea a ellos, fue exterminada de la tierra con un diluvio; saben que Dios se agrada de algunos actos del hombre, pero no aceptará otras conductas, y ellos ya han aprendido a diferenciarlas de manera básica; y por sobre todo, ellos han percibido claramente que Dios es amoroso, lleno de misericordia, tardo para la ira y que se duele del castigo (Joel 2:13)
En esta dispensación, han cambiado muchas cosas con respecto a las anteriores; primeramente ellos son llamados al igual que Adán y Eva, a multiplicarse hasta llenar la tierra, y dar frutos de su inteligencia y capacidad (Gn 9:1). También hay un claro cambio en la conducta de los seres post-diluvianos, pues los hombres y algunos de los animales ahora comerán carne. Es probable que esta tendencia en el hombre se haya iniciado en los días antes del diluvio, pero ahora Dios mismo es el que autoriza al hombre a comer toda clase de animales y también de plantas, la Biblia lo dice así: “Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis” (Gn 9:3-4). La prohibición de comer sangre, tiene una connotación de advertencia hacia el hombre, de que ellos no deben derramar sangre humana, pues Dios tendrá presente todo acto sanguinario y le pedirá cuentas a aquel que cometa un crimen; pero también enseña, que el derramar sangre, traerá consigo más violencia a la humanidad, pues otro hombre tomará venganza de esa sangre derramada, y así todos se verán envueltos en el odio y la maldad. Otra de las enseñanzas a cerca de la sangre, es que para Dios la vida de los seres humanos es preciosa, pues ellos fueron hechos a imagen de Dios; y creo que en este punto la referencia implícita es: Que Dios conoce el bien y el mal, así como también el hombre de esta dispensación lo conoce; pero Dios a propósito ha escogido hacer el bien, y por lo tanto exige que el hombre también lo haga. El pasaje que habla de todo esto, necesita una lectura bien cuidadosa de cada palabra para llegar a su cabal entendimiento, y aquí le presentamos ese pasaje: “Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre” (Gn 9:5-6) Dijimos que algunos animales ahora también tendrían una conducta carnívora, pues eso se desprende de la frase: ‘de mano de todo animal la demandaré’, esto es la sangre; y como hoy conocemos muchos animales que se comen a otros animales e incluso algunos han llegado a comer hombres, por lo tanto es fácil aceptar que los animales también derramaran sangre. Pero respecto a los animales anti-diluvianos, la Biblia nos deja ver que no era así, pues dice: “Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así” (Gn 1:30). Por supuesto que habrá un tiempo en el futuro, en que según la Biblia, los animales volverán a su condición original de herbívoros y esta relación de paz entre los hombres y los animales regresará; uno de esos pasajes lo cuenta así: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja” (Is 11:6-7) Así fue en el principio, y así será algún día en el futuro; pero en la dispensación del gobierno humano los animales empezaron a ser violentos, por lo tanto, Dios también tuvo que hacer algo para que los hombres puedan gobernar la tierra, y esto es poner un cierto temor en los animales para con el hombre; y eso es posible observarlo incluso en nuestros días, todo animal por muy fuerte y feroz que sea, teme al hombre, y también toda bestia es por él dominada; el versículo que habla de esto dice (Habla Dios): “El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados” (Gn 9:2)
Esto que venimos exponiendo, la aparición de algunos animales carnívoros; supone según los estudiosos un cambio sustancial en la anatomía de los animales, pues para nadie es un misterio de que el aparato digestivo de un herbívoro, es muy diferente de uno carnívoro, y esto puede significar para muchos, un obstáculo para aceptar esta propuesta bíblica; pero de ninguna manera lo es para aquellos que creen en Dios, y en todo lo que él ha hecho. Si creo que Dios hizo el universo, la tierra y todo lo que en ella hay; no entiendo cómo podría cuestionar el hecho de que Dios también puede transformar algunos de los animales que antes comían hierbas, para que ahora coman carne. Esto, de ninguna manera significa ‘evolución de las especies’, sino intervención de Dios de manera directa; éste cambio pudo ser gradual o pudo ser instantáneo, finalmente no tiene importancia la forma en que pudo llevarse a cabo; solo interesa saber que Dios así lo hizo y lo escribió, y yo lo debo creer y aceptar.
Otro aspecto que contempla esta dispensación, es un cierto pacto que hace Dios con Noé y sus descendientes; pues ellos pudieran estar demasiado aterrados para vivir en el mundo, luego de pasar por semejante diluvio, el pasaje dice así: “He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; y con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra” (Gn 9:9-13) El arco iris ha estado allí entonces, desde los días de Noé, y por lo tanto Noé y sus descendientes pudieron estar seguros de que Dios no traería a la tierra otro diluvio más; eso dio mucha seguridad a los hombres para que puedan proyectar sus vidas con confianza, y han sido llamados a emplear todas sus posibilidades y habilidades para vivir bien en la tierra. Después, con el paso de los años, el hombre demostró que puede proyectarse en sociedades bien definidas, y con propósitos también definidos; llegando a emplear algunos elementos técnicos, que incluso hoy son gravitantes en la vida de los seres humanos. Con el paso del tiempo los hombres descendientes de Noé, fundaron varias ciudades, algunas de las cuales llegaron a ser muy importantes e influyentes en la sociedad, especialmente en lo que tiene que ver con la Biblia. Antes de continuar, transcribiremos un pasaje que nos habla de algunas de esas conductas, las que explicaremos después con más detalle, el pasaje es este: “Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (Gn 11:1-4) Notemos primeramente el nacimiento de la democracia, quizá no en la forma elaborada que hoy tiene, pero si en su más básica forma de gobernarse el ser humano como sociedad; ellos ubicaron un cierto lugar, y se dijeron unos a otros, hagamos esta clase de proyecto, eso es ponerse de acuerdo, es convocar a las masas y llegar a un consenso, es a lo que hoy le llamamos democracia. Luego veamos el nacimiento de algunos conceptos técnicos, como la normalización o uniformidad, la productividad, la estética, la geometría, las matemáticas, y otros más; por ejemplo, si se han de emplear ladrillos, es porque ellos son del mismo tamaño y no como las piedras que son de diferente tamaño y forma; esto facilita mucho el avance de la construcción; también el uso del asfalto, que seguramente era extraído del subsuelo donde era muy abundante, pues esas tierras hasta el día de hoy están llenas de petróleo, y era más uniforme y durable que la mezcla de barro; la construcción que emplearía ladrillos y asfalto, por supuesto que sería mucho más uniforme y se vería mucho mejor que si la hubiesen intentado hacer de piedra. Muchos son los que piensan que esta torre, era de base cuadrada, y que a la vez era cónica, por lo que seguramente tienen que haber empleado algún tipo de cálculo para llegar a concebirla, lo que significaría de alguna manera el nacimiento del cálculo matemático. Alguien tuvo que llegar a liderar este proyecto, entonces entendemos que allí también nació la idea de gobierno, de administración, e incluso de explotación de los seres más desposeídos y humildes. Junto con estos propósitos que parecieran, loables; digo, parecieran, porque finalmente todos estos elementos no han sido benéficos para el hombre en el sentido de acercarlo más a Dios, sino que más bien han contribuido a su alejamiento, pues resaltan la capacidad humana, haciéndole pensar que no necesita a Dios y por lo tanto no le tomará en cuenta, y este hecho fue precisamente el punto culminante de este periodo. El proyecto de Babel, finalmente tenía como objetivo principal, el servir de refugio ante un posible nuevo diluvio, y así se desechaba de plano la palabra de Dios que les había prometido que nunca más habría un diluvio; también significaba que, no tendrían temor de un castigo, sino que más bien habían decidido enfrentarse a Dios, empleando para ello su capacidad y sus recursos. Otro de los objetivos de esa torre, era que serviría finalmente de un lugar de adoración, pues la historia y la Biblia nos demuestran que toda edificación en altura, era un lugar para adorar; pero en este caso no sería para adorar a Dios, pues ellos ya estaban en rebeldía contra él, sino que sería un lugar para dar culto a alguna otra criatura o a algún astro del cielo, y para exaltar la capacidad humana. Por lo tanto también podemos decir que aquí se sentaron las bases de la idolatría, y como todos sabemos, después sobre las bases de esa torre y alrededor de ellas, se edificó la gran ciudad de Babilonia, que fue cuna de la idolatría, el libertinaje, y la opresión; y ese nombre “Babilonia”, viene a ser símbolo de la humanidad rebelde y alejada de Dios a través de los tiempos y que acaba siendo condenada a la perdición, en el capítulo 18 de Apocalipsis.
Para terminar con este proyecto fatídico, Dios decide confundir la lengua de las personas y así dejaron de construir esa torre; pero las bases de una sociedad rebelde a los ojos de Dios ya habían sido echadas, por lo que desde allí en adelante, el hombre ha buscado su propio derrotero y a prevalecido esa tendencia de permanecer lejos de Dios y de su consejo. Esta no es una tendencia de momento, sino que hasta hoy es así la conducta del ser humano; y mucho mas hoy, donde pareciera que muchos de los logros obtenidos en el mundo moderno, como la convivencia entre las sociedades, la economía, la explotación de los recursos, en refinado concepto del derecho humano, y el gran avance de las ciencias, y mucho más; han sido solo producto de la capacidad del hombre, y donde Dios nada tiene que ver. Por lo tanto para un ciudadano de hoy es casi más difícil hacerse ciudadano del cielo, que para un nieto de Noé; y con todo esto por delante, Dios aún sigue trabajando con mucho amor, para demostrarle al hombre, que aunque ha conseguido grandes cosas, nada ha avanzado en su camino hacia el cielo, y nada conseguirá si permanece alejado de él.
Anticipando a esta conducta del hombre, Dios ha contemplado en su plan, incorporar o reforzar el concepto de fe, que es creer en Dios, en su palabra y en sus promesas; y para lograr esto, decide tomar aunque sea un solo hombre, que esté dispuesto a trabajar junto a él en ese plan. Y así, empieza una nueva etapa en la lección dada por Dios a la humanidad, la que ha sido llamada la dispensación de la fe o de la promesa, y que estaremos comentando más adelante. Por ahora le deseamos la más ricas bendiciones de parte de nuestro glorioso Señor y Salvador Jesucristo. Amén.

16 de junio de 2010

La dispensación de la conciencia

Esta dispensación empieza con la salida de nuestros primeros padres Adán y Eva, del paraíso terrenal. Como dijimos al analizar la anterior dispensación, ellos ahora son personas diferentes de lo que eran allá en el huerto de Edén; ellos ahora saben que lo que es bueno y que lo que es malo. Y aunque es probable que no tengan el nivel de conciencia que nosotros tenemos hoy, sin embargo ya se ha instalado en sus mentes y en sus corazones, el concepto del discernimiento sobre todos sus actos y sobre todos los hechos que los rodean. Si ahora se dieran las condiciones edénicas, en el sentido de tener que evitar comer de un cierto árbol, y lo hiciesen, la culpa no sería igual que la que se les imputó en Edén por haber comido del árbol de la ciencia del bien y del mal; sino que sería mucho mayor pues allí ellos eran inocentes, pero aquí ellos son consientes de qué es lo que deben hacer y qué es lo que no deben hacer. Además hay otro componente de discernimiento; ellos acaban de ser puestos fuera del Edén, y esto es un claro ejemplo de que Dios actuará de acuerdo con sus mandamientos y preceptos, y no pasará por alto ninguna falta ni muestra de rebeldía.
Esta dispensación tiene una duración de alrededor de 1600 años, y va desde la salida del Edén hasta el diluvio universal (Gn 8:19). Fue una época en que la tierra fue poblada en gran parte, y las personas que aparecen mencionadas en la Biblia no son precisamente todas las que existieron; si no que allí simplemente se hace mención a algunas de ellas, aquellas que tuvieron mayor relevancia en la vida de los hombres anti diluvianos.
En esta dispensación no encontramos disposiciones ni prohibiciones concretas de parte de Dios para los hombres, por eso precisamente se llama la dispensación de la conciencia; pues los que vivieron en ella, debieron vivir de acuerdo a lo que les dictaba su conciencia, que podríamos decir que era la ley de Dios escrita sus corazones, de tal manera que ellos mismos sabían cuando hacían algo malo o algo bueno; Pablo nos explica algo de eso, cuando dice: “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio” (Ro 2:14-16) Lo más seguro es que Pablo cuando dice ‘ley’, esté haciendo alusión a la ley de Moisés, pero bajo esa misma idea, en los anti diluvianos también había algo que les acusaba o les defendía delante de Dios, y si su conciencia les acusaba era porque era malo lo que estaban haciendo, pero si se sentían en paz, ello era indicio de que lo que estaban haciendo era bueno.
Veamos el primer ejemplo de esto en las escrituras, la actitud de los primeros hijos de Adán: Caín al parecer tomo la iniciativa de llevar una ofrenda a Jehová, aunque también es probable que lo decidieran juntos con su hermano Abel, no lo podemos saber. El asunto es que la ofrenda de Caín, fue solo eso, una ofrenda; Caín tomo algunos frutos de la tierra, o sea, de lo que su huerto le había producido, porque él era labrador, entonces lo más probable es que no haya tenido animales de crianza para llevar una ofrenda. El problema no está en qué consistía la ofrenda, si no que está en la calidad, en el cuidado con el que fue tomada esta ofrenda; en el caso de Caín, la Biblia solo dice: “ …Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová” (Gn 4:3); pero con respecto a Abel dice: “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas” (Gn 4:4) Aquí se puede establecer claramente la diferencia entre la ofrenda de Caín y la de Abel. A cerca de éste último, la Biblia, deja ver expresamente que la ofrenda fue escogida; Abel tuvo cuidado de tomar lo mejor de las primeras crías, y de entre esas, escogió lo más gordo de ellas. En aquellos habitantes semi-nómadas, el concepto de escoger las primicias, o los primeros frutos que produzca el ganado o la tierra, tiene que haber sido mucho más importante que para nosotros lo es hoy. Escoger las primicias para Dios hoy, quiere decir tomarle en cuenta primero a él antes que a nosotros, reconocerle a él como el proveedor, como el sustentador de nuestras vidas. Abel entonces llevo a Jehová de lo mejor que tenía; pero Caín simplemente llevó una ofrenda, y esto hace una gran diferencia, pues: “…miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya” (Gn 4:4-5) y el problema no está en cómo miró Dios a las ofrendas, sino en cómo reaccionaron los que las llevaron; las escrituras no dicen nada a cerca de Abel, pero sin duda él se sentía muy bien, después que supo que Dios se agrado de él y de su ofrenda; pero si se dice bastante de Caín, y me gusta mucho mas como lo traduce la versión ‘Dios habla hoy’ (porque todas nuestras referencias se toman de la versión Reina Valera 1960), esa versión dice: “¿Por qué te enojas y pones tan mala cara?. Si hicieras lo bueno, podrías levantar la cara; pero como no lo haces, el pecado está esperando el momento de dominarte. Sin embargo, tu puedes dominarlo a él” (Gn 4:6-7) Ese fue el problema: La reacción de Caín. A cerca de esto, la Biblia dice enfáticamente: “…Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante” (Gn 4:5) Caín se enojó muchísimo, y puso muy mala cara y lo hizo delante de Dios, pero Dios le dijo: ―he aquí el pecado esta delante de ti para dominarte, pero tú también puedes vencerlo, todo depende de ti― Caín siguió su instinto, y finalmente acabó agravando su situación, o sea mató a su hermano; y así se dejo dominar por el pecado. Después que fue afrontado por Dios, el siguió el camino señalado por el pecado, al tratar de engañar a Dios y tratar de quitarse toda responsabilidad de encima, las escrituras lo relatan así: “Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra” (Gn 4:9-12) Definitivamente aquí se puede ver que Caín tuvo todas las posibilidades, de mejorar su posición frente a Dios, simplemente pudo haber cambiado de actitud, y aprender de su hermano Abel, pudo pedir perdón, pudo dominar la tentación de matar a su hermano, pero no lo hizo, sino que dejó que todo fuera impulsado por la ira y el descontento, de tal forma que llegó a ser rechazado completamente por Dios.
Así es como funciona la dispensación de la conciencia humana, simplemente el hombre actúa, unos lo hacen tomando en cuenta el parecer de Dios, pero otros, que son la mayoría, actúan de acuerdo a sus instintos; digo que algunos tomaron el parecer de Dios, pues la Biblia tiene cuidado de indicarnos que éste fue el tiempo en que los hombres empezaron a invocar su nombre (Gn 4:26)
La Biblia nos enseña que Caín fue desterrado por Dios a alguna parte, probablemente más lejana de la que vivía Adán y su familia, pues ambos llegaron a vivir al oriente del Edén, que estaba en Mesopotamia, en lo que hoy vemos los países de Iraq e Irán, quizá parte de Siria o Turquía en el noroeste; en este caso es difícil establecer la ubicación exacta y también el tamaño que tenía el Edén, pero lo cierto es que estaba en ese lugar, y Adán fue echado hacia el oriente de este, pues la Biblia nos dice: “Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Gn 3:24). Sin embargo Caín parece haber sido enviado más lejos o aún más al oriente quizá en lo que hoy es Pakistán, la india o china; el nombre de uno de sus descendientes, Tubal-caín, nos hace relacionarlo incluso con Rusia. Por supuesto que es probable que la geografía del planeta pudo haber quedado seriamente modificada después del diluvio, pero aún así, en estos días todavía podemos encontrar relación de algunos nombres de lugares con aquellos hombres descendientes de Caín.
En la separación de Caín y de Adán y sus respectivas descendencias, está basada la enseñanza de las dos generaciones: La generación bendita y la generación maldita. No estamos completamente de acuerdo con esta enseñanza, ya que tiene múltiples conceptos adheridos; pero si diremos que los descendientes de Caín al parecer tuvieron una inclinación rebelde e inclinada a todo aquello que ellos sabían que desagradaba a Dios; estos son algunos de los pasajes que nos dejan ver esa actitud: “Y dijo Lamec a sus mujeres: Ada y Zila, oíd mi voz; mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: Que un varón mataré por mi herida, y un joven por mi golpe. Si siete veces será vengado Caín, Lamec en verdad setenta veces siete lo será” (Gn 4:23-24) Lamec, descendiente directo de Caín, se convierte en la ventana para ver cómo era esa descendencia. Lamec fue el primer hombre polígamo, pues tomo a dos mujeres por esposas; en sus palabras no solo vemos la evocación de su tatarabuelo Caín, si no que hasta uno de sus hijos se llamó Tubal-caín, e hizo su declaración en clara alusión a la sentencia de Jehová de que ‘cualquiera que matare a Caín, sería castigado siete veces’ (Gn 4:15), y dando a entender de que él será mucho más cruel que Caín, el está dispuesto a tomar venganza, ante cualquier persona que ose herirlo.
Se supone que en el otro lado, un poco más al occidente del territorio donde se estableció Caín, también progresó la descendencia de Set que fue hijo de Adán y que según la Biblia fue un hijo a la imagen de Adán (Gn 5:3) y por lo tanto se supone que fue del agrado de Dios; ésta descendencia es la que muchos llaman la ‘generación bendita’, para hacer aparecer a la de Caín como la ‘generación maldita’; y con el tiempo estas dos civilizaciones se juntaron y finalmente todos acabaron haciendo lo malo, eso es lo que se desprende de los primeros versículos del capítulo 6, donde se menciona a la descendencia de Adán y de Set, como hijos de Dios; y a los de Caín como hijos de los hombres, el pasaje reza así: “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas” (Gn 6:1-2) Al mezclarse finalmente estas dos civilizaciones, con diferentes niveles de acercamiento a Dios, los descendientes de Caín habrían acabado por corromper a los de Set, y así la maldad finalmente contaminaría a toda la tierra habitada. La Biblia lo dice así: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gn 6:5) Esta es la razón por la que Dios, entonces decidió eliminar a toda esa gente enviando para ello el diluvio universal.
Debemos aclarar que hay algunas enseñanzas diferentes en relación con estos pasajes: Primero están los que encuentran difícil que Caín hubiese encontrado una esposa en un lugar tan apartado; pero usted debe notar claramente que la Biblia no dice que Caín se fue solo hacia el oriente, eso da lugar a pensar que lo más probable es que se fue casado y hasta quizá acompañado por algunos adherentes. El problema parece estar en la expresión: “Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc…” (Gn 4:17); pero ésta no indica certeramente que Caín la conoció personalmente, sino mas bien que él tuvo relaciones sexuales con ella y ella concibió un hijo. La confusión de muchos está en que se piensa que hasta la salida de Caín de la presencia de Dios, solo habían tres personas en la tierra, a saber Adán, Eva y Caín; pero la Biblia no dice de ninguna manera eso, y aunque no dice cuantos años tenía Adán cuando nacieron Caín, y Abel, si dice que tenía ciento treinta años cuando nació Set, quien fue un hijo conforme a su imagen (Gn 5:3), esto último puede significar que fue un hijo, que le agradaba o que se parecía a él, en cuanto a honrar y temer a Dios; y con esto la Biblia deja completamente abierta la posibilidad de que antes de Set, haya habido otros hijos que tenían las mismas tendencias que Caín, y también que pudieron haber nacido mujeres antes de Set. Y aunque no hubiera sido así, tenemos que pensar que Caín pudo tener fácilmente cien o doscientos años cuando conoció a su esposa, y que incluso la expulsión fue después de eso, lo que hace lógico que para ese tiempo ya hubiese muchísima gente sobre la tierra.
Otro aspecto de estas enseñanzas en que cuando se menciona a los hijos de Dios y a los hijos de los hombres (Gn 6:2); muchos dicen que estos hijos de Dios eran ángeles, y que de estas uniones nacieron unos gigantes; pero la Biblia de ninguna manera enseña eso, primero debemos pensar que los ángeles no se casan ni tienen relaciones sexuales (Mr 12:25), entonces estos hijos de Dios tienen que haber sido humanos; hombres que adoraban a Dios, y por eso se dice que son descendientes de Adán. Tampoco dice la Biblia que de esas uniones nacieron los gigantes de la tierra, solo dice que ‘en esos días’ había gigantes en la tierra, esto es en los días de la dispensación de la conciencia, y que estos gigantes continuaron existiendo incluso en los días que hubo estas uniones de los hijos de Dios con las hijas de los hombres, revisemos el pasaje: “Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre” (Gn 6:4) Todos sabemos que algunos gigantes aún vivían en los tiempos de David; así es que la Biblia solo dice que en ese tiempo hubo gigantes, y de ninguna manera dice que esos gigantes fueron fruto de la unión entre los hijos de Dios, con las hijas de los hombres.
Si regresamos un poco más atrás, debemos hablar también a cerca de la ofrenda que ofrecieron Caín y Abel. Muchos piensan que Dios rechazo la ofrenda de Caín, porque no era una ofrenda con derramamiento de sangre o sacrificio, y que Dios eso era lo que requería, para personarle su pecado. No es eso lo que dice el pasaje, si bien dice expresamente que Dios miró con agrado la ofrenda de Abel, y no lo hizo así con la ofrenda de Caín, ya explicamos la razón por la que se produjo esta preferencia, pero no creemos que fue porque la ofrenda de Caín no era un sacrificio. Lo que si puede haber sucedido, es que primeramente, cuando Dios hizo al hombre y a su mujer, túnicas de pieles y los vistió (Gn 3:21) Adán entendió que el sacrificio de un animal, sirvió para cubrir su pecado y su vergüenza y ser acepto delante de Dios; luego cuando esa ofrenda de Abel fue acepta, es posible que se reforzara aún mas esta idea. Y así de a poco, se ha ido grabando en la mente del hombre la idea de ofrecer a Dios sacrificios, en algún momento quizá para calmar su ira, en otro momento para pedir de él el perdón a una falta; pero creo que hasta los días de Noé, aun esto no estaba bien establecido en la mente de los hombres. Pero de ninguna manera fue Dios el que impuso esa forma de adoración, ya que en todas las formas de relación entre Dios y los hombres, nuestro amoroso Dios, ha tomado aquello que fue iniciativa del hombre para establecer una amistad con él. La Biblia nos cuenta que Noé cuando salió del arca después del diluvio, hizo un altar a Dios y tomó de todo animal limpio y ofreció un sacrificio, y Jehová aprecio este acto (Gn 8:20-21) La tierra se pobló después del diluvio en todos los rincones donde la historia nos ha dado a conocer que hubo gentes, y en casi todas esas civilizaciones hemos encontrado que el sistema de sacrificios se ha practicado, aun siendo ofrecidos a dioses falsos, pero desde aquellos días esa idea seguramente quedó grabada en la mente del hombre. Por supuesto que Dios en su omnisciencia, supo de antemano, desde antes de la creación del mundo que esto iba a ocurrir; por lo que ya lo había contemplado en su plan, hacer que esto sea parte de su ley como una figura de aquel excelente sacrificio por los pecados de la humanidad, que fue Cristo Jesús.
Hay indicios claros en la historia, que nos indican que cosas como la circuncisión, los sacrificios y algunos elementos de la ley que se le entregó a Moisés, también fueron practicados por otros pueblos, y esto nos enseña que no fue Dios el que empujo o impuso su criterio en el hombre; sino no que más bien dejo que el hombre tome la iniciativa, y en base a lo que él ha concebido que es bueno delante de Dios, de acuerdo a su conciencia, Dios lo ha establecido como parte de su pacto con los hombres; y lo que el hombre ha concebido como malo, Dios lo ha puesto como prohibición, y así la ley de Dios viene a ser completamente justa, delante de todos los hombres.
Diremos entonces que en esta dispensación o era, el hombre solo vivió en base a su conciencia y que mediante ella no pudo agradar a Dios. Los hombres, estaban completamente conscientes de que actuaban en contra de los deseos de Dios, a tal grado que ‘vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal’; por lo tanto, Dios decidió raerlos de la tierra empleando para ellos el diluvio. Sin embargo y con toda seguridad, hubieron hombres que agradaron a Dios en aquellos días, uno de ellos fue Enoc, de quien la Biblia dice que caminó con Dios, y que finalmente fue llevado por él (Gn 5:24); también estuvieron los que no agradaron a Dios, y lo hicieron por una mera ignorancia del castigo que vendría; estos tuvieron oportunidad de arrepentirse de sus pecados cuando Jesús mismo les predicó después de su muerte, la Biblia lo dice así: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua” (1Pe 3:18-20) Al final de esta generación, solo fue salvo Noé y su familia, en total ocho personas para continuar después la siguiente dispensación, de la cual estaremos hablando próximamente. Bendiciones.

7 de junio de 2010

El cristianismo evangélico a través de los siglos



Autor: Samuel Vila

El Dr. Samuel Vila, es un pastor y escritor bautista muy amado y respetado, por su alta investigación y profundización en los temas cristianos, especialmente en aquellos relativos a la historia; lucho incansablemente por difundir la verdad evangélica en España y Europa, así como también en los Estados Unidos. Ésta, según él aclara es la segunda edición de su libro, la que ha sido ampliada y mejorada con respecto de la primera que apareció en España clandestinamente allá por el año 1956; esto, porque era la época de intolerancia religiosa del general Franco.
Es una amplia revisión y recopilación de información, a través de 19 siglos de cristianismo. Nos enteramos, cómo el autor ha hurgado, allá en los museos y bibliotecas de Europa, y ha plasmado toda su investigación en este manual de consulta; muy útil, para cualquier estudiante, laico o siervo de Dios, que desee estar documentado en uno de los importantes pilares de nuestra fe, la historia. Es posible ver, como el cristianismo evangélico, ha sobrevivido a través de los siglos, después de haber recibido la semilla del mismo Señor Jesucristo en los doce apóstoles, allá en Jerusalén. El Dr. Vila, parte haciendo un recuento, si bien como él mismo lo dice, no exhaustivo, pero sí amplio, partiendo del mismo día de pentecostés, hasta los primeros años del siglo veinte, y demuestra como el cristianismo evangélico que siempre se apegó a las escrituras y que comúnmente es llamado protestantismo, sobrevivió a través del tiempo, y no pudo ser totalmente anulado por el imperio ni por la iglesia de Roma. Aunque, por supuesto, cuando estudiamos autores de origen católico, estos los cristianos, aparecen como sectas heréticas y falseadores de la verdad, que si bien existieron aquellos, muchos de los que son así vistos por el catolicismo romano, han sido grupos de los más puros defensores de la verdad, dignos de ser llamados ‘cristianos’. Siempre está la creencia de que el protestantismo empezó, con los grandes reformadores, como Lutero, Calvino, y otros; pero el Dr. Vila nos demuestra que ellos simplemente reafirmaron, gracias a su valentía y oportunidad que tuvieron, aquello que muchos ya venían haciendo desde siempre; nos damos cuenta que en todos los siglos y en toda Europa ardió el fuego del evangelio, alimentando no solo las hogueras de la inquisición, si no las matanzas y persecuciones de los siglos anteriores, diezmando e intentando exterminar aquello que florecía puro y fortalecido por la palabra de Dios. Incluso tenemos un panorama del Asia menor y Euro asía, que junto a la excomunión mutua entre el Papa de Roma y el patriarca de Constantinopla en 1054; nació también allí, junto a ese cisma, un remanente cristiano bajo el amparo de la libertad de la lectura del nuevo testamento. Uno de los puntos más nítidos en la historia del cristianismo, se puede notar, al pasar de los primeros grupos de cristianos antes de Constantino, a los que vivieron después de él y su cambio político-religioso; permitiéndonos ver que el cristianismo evangélico como lo llamaríamos en este tiempo moderno, ha sido el que ha marcado siempre la constante de la fe y la palabra de Dios, más allá de todas las dificultades.
El autor nos lleva por todos esos escenarios, mostrando su trabajo investigativo y su capacidad narrativa, sin abstraerse del detalle anecdótico como es su característica; haciendo de su obra una novela vivida y atrayente, alimentando la curiosidad del lector, no con ficción, sino con hechos reales, que nos traen claridad, seguridad y entendimiento de la realidad de la predicación de Cristo en la época que nosotros llamamos, la era de la Iglesia.
Ha sido para mí, una buena lectura y contribución importante a mis conocimientos. Recomendable para todo aquel que desee crecer y fortalecer su fe, así como documentarse para poder compartir o enseñar. Gracias y amén.